La debilidad de Jesús
" Él en persona, débil, nutre a los débiles, como la
gallina a sus pollos, pues a ésta se hizo similar: ¡Cuántas veces quise, dice a
Jerusalén, congregar a tus hijos bajo las alas, como gallina a sus pollos, y no
quisiste! Por vuestra parte, hermanos, veis cómo la gallina se enferma con sus
pollos. No se conoce ave ninguna que sea madre. Vemos a varios pájaros hacer el
nido ante nuestros ojos; cada día vemos que golondrinas, cigüeñas, palomas
hacen su nido, pero sólo al verlos en el nido reconocemos que son padres. La
gallina, en cambio, enferma por sus polluelos de tal modo que, aunque ellos
mismos no la sigan y no veas a los hijos, sin embargo, reconoces a la madre.
Así sucede
por las caídas, las plumas erizadas, la voz ronca, todos sus
miembros caídos y bajos, de manera que, como he dicho, aunque no veas a los
hijos, entiendes que es madre. Así, pues, es Jesús enfermo, fatigado del viaje.
Su viaje es la carne asumida por nosotros. Por cierto, ¿cómo está de viaje
quien está en todas partes, quien nunca está ausente? ¿A dónde va o por qué va,
sino porque no vendría a nosotros si no asumiera la forma de la carne visible?
Porque, pues, se ha dignado venir a nosotros, apareciendo, asumida la carne, en
forma de esclavo, esa asunción de la carne es su viaje. Por eso, «fatigado del viaje»
¿qué otra cosa significa sino fatigado en la carne? Jesús es débil en su carne;
pero tú no te debilites; tú sé fuerte por su debilidad, porque lo que es débil
de Dios es más fuerte que los hombres". (TRATADO 15 Comentario a Jn
4,1-42, predicado en Hipona en junio de 407).
Que tiene que ver un pollo
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