viernes, 4 de febrero de 2011

La semilla que crece por si sola.

“Y decía: sucede con el Reino de Dios como con un hombre que echó la semilla sobre la tierra. Y él duerme y se levanta, noche y día. Y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero el tallo(herboso) luego la espiga, después el grano lleno en la espiga. Y cuando el fruto lo permite, en seguida envía él la hoz, porque ha llegado la siega” (Mc 4, 26-29)


 

“Y decía también: “Sucede con el Reino de Dios...”. Es como decir: mirad esto es así: el Reino es lo que acontece, lo que sucede en la vida de una persona hombre o mujer, lo que acontece en tú vida y en mi vida; y Dios actúa, Dios obra así, Dios hace así, en ti y en mí.


“Como con el grano que hecha en la tierra...”. Esa pequeña semilla ese germen de vida divina y eterna que llevamos dentro, que Dios ha puesto en nosotros , actúa antes de que nosotros lo hagamos con nuestras facultades de inteligencia o nuestra afectividad y por eso desde su gratuidad....


“Duerma o vele, de noche o de día, el grano germina y crece, sin que él sepa cómo, la tierra da fruto por sí misma...” y minuciosamente sigue las fases de crecimiento: “primero pequeña hierba, luego espiga...”Así sucede con el Reino tan imperturbablemente seguro, tan independiente de las prisas y cuidados del hombre,  que sólo puede poner a disposición: su paciencia...y contemplar en su propia vida el Reino, el hacer, el crear y recrear de Dios, su gracia que enriquece a tu persona, la embellece y la agracia; por eso nos atrae tanto lo bueno, lo bello, el bien, porque lo llevamos dentro, estamos hechos así: sembrados con amor y para el amor; con bien y para el bien, con belleza y para la belleza, con alegría y para la alegría, con felicidad y para la felicidad, por ello aspiramos siempre a ser felices, con gratuidad, para ser libres...


“Después trigo abundante en la espiga...”.No podemos acelerar la hora del Reino sino...aguardarlo. No podemos comparar o asimilar el Reino de Dios a un objeto, a una cosa ¡No! Sino más bien, como a una manera de relación viva y personal con Dios, de una amistad con él. No decimos tengo a Dios sino más bien: estoy con Dios, vivo en su amistad porque él me ha llamado a estar con él...


“Y cuando el fruto está a punto...”.Cuando Dios llega a ser definitivamente real para mí, para ti, porque hemos acogido la Palabra de Jesús y hemos dado consentimiento a su amor ofrecido, entonces acontece en nuestra vida ¡el Reino! y animados por su dinamismo, respondemos a sus exigencias y vivimos ante Dios como sus hijos, y esto no por el desarrollo de nuestras facultades, ni el genio cultural, sino por esa fuerza de libertad, esa energía de amor eterno que llevamos dentro y nos hace exclamar con Jesús y cómo él: ¡Abba! Padre. Sí, sólo siendo así como niños se entra y se vive en el Reino de los cielos...

 Les propuso otra parábola: "El reino de Dios es semejante a un hombre que sembró buena semilla en un campo._Mientras sus hombres dormían, vino su enemigo, esparció cizaña en medio del trigo y se fue. Pero cuando creció la hierba y llevó fruto, apareció también la cizaña.  Los criados fueron a decir a su amo: ¿No sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? Él les dijo: Un hombre enemigo hizo esto. Los criados dijeron: ¿Quieres que vayamos a recogerla? Les contestó: ¡No!, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis con ella el trigo._Dejad crecer juntas las dos cosas hasta la siega; en el tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero".(_Mt 13,24-30).(

Breve comentario: “dejad creced juntos las dos cosas hasta la siega”.  Nos encontramos ante un parábola de Jesús, que aún pareciendo difícil de entender, se trata de una observación muy común entre los hombres. Esto nos quiere decir que lo bueno y lo malo crecen juntos. Si nos fijamos en las noticias que nos ofrecen los telediarios, periódicos, revistas.... vemos como hay noticias buenas y noticias malas. Pero lo mismo pasa en nuestras actitudes, en nosotros hay cosas buenas y cosas malas, o mejor dicho, en ocasiones nos comportamos bien y en otras nos comportamos mal, es decir, en cada uno de nosotros la cizaña y el trigo crecen juntos. Pero nunca debemos pensar que lo malo está por encima de lo bueno, sino tomar conciencia de lo mucho bueno que hay en el mundo y en cada persona e intentar sacarlo a la luz.
Respecto al juicio final que Jesús nos describe en la parábola. Para encontrar su significado debemos de leer y comentar otro texto del mismo evangelista: Mt 25, 31-45:  "Cuando venga el hijo del hombre en su gloria con todos sus ángeles se sentará sobre el trono de su gloria. Todos los pueblos serán llevados a su presencia; y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras._ Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda._
 Entonces el rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui emigrante y me acogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, preso y fuisteis a estar conmigo. Entonces los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos emigrante y te acogimos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les dirá: Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis._ Luego dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui emigrante y no me acogisteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces responderán también ellos diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o emigrante o enfermo o en prisión y no te asistimos?_
Y él les contestará: Os aseguro que cuando no lo hicisteis con uno de esos pequeñuelos, tampoco conmigo lo hicisteis._

Preguntas que nos podríamos hacer: 

- ¿Qué cosas te han llamado más la atención del texto?

- ¿Qué cosas ves en el mundo de trigo y cizaña?

- ¿Qué cosas hay en ti de trigo y de cizaña?
- ¿Quién es cizaña a  nuestro alrededor?
- ¿Por qué quiere Jesús que la cizaña crezca con el trigo?. 
Mt 13,24-30

Estas son las parábolas del evangelio.


La sociedad que los hombres han creado —el “orden establecido”— se basa en tres principios o actitudes:
Tener: Dinero.
Mandar: Dominio.
Sobresalir: Posición.
Estas son las tres ambiciones básicas de la sociedad existente (lo que el diablo ofrecía a Jesús en el desierto -Lc 4,3ss-). Por eso, necesariamente, es una sociedad injusta en cualquier hipótesis, con cualquier régimen, en cualquier sistema social que no desarraigue del mundo esas tres ambiciones.
La sociedad existente es irreformable.
Jesús no es un reformador. El viene a proponer la alternativa de Dios a esta sociedad, con otra, cuyos valores fundamentales son:
Compartir: No hay “mío” ni “tuyo”, sino “nuestro”.
Igualdad: No hay menor ni mayor.
Servicio: Nadie manda y todos sirven.

Y Jesús,
que es un hombre del pueblo,
para hacerse entender por el pueblo,
habla en PARÁBOLAS.

Parábola es una narración simbólica de la que se desprende una enseñanza, que no todos pueden entender, sino el que está bien dispuesto para ello (Mt 13,9-11): «El que pueda entender, que entienda» [la gente sencilla está mejor dispuesta que los “sabios y entendidos” (Mt 11,25)].
TODAS la parábolas del Evangelio se refieren a algún detalle del Rein[ad]o de Dios (estructura, opción fundamental, actitudes del discípulo...):

“EL REINO DE DIOS —LA COMUNIDAD CRISTIANA—
SE PARECERÁ A...”:
[La clasificación siguiente es, nada más, una sugerencia, pero el criterio de interpretación de cualquier parábola debe confluir en la idea del seguimiento de Cristo para la construcción de un mundo nuevo, no de la imitación de Cristo ni la práctica de la virtud para la perfección individual, ideas muy de San Pablo y muy arraigadas en la tradición católica, pero ajenas al Evangelio].

ESTRUCTURA  Y FUNCIONAMIENTO

El Sembrador (Mt 13,18-23; Mc 4,1-20; Lc 8,4-15).
El crecimiento de la semilla (Mc 4,26-29).
El grano de mostaza (Mt 13,31-32; Mc 4,30-32; Lc 13,18-19).
La levadura (Mt 13,33-35; Mc; 4,33-34; Lc 13,20-21).
El tesoro escondido (Mt 13,44).
La perla preciosa (Mt 13,45-46).
La red de pescar (Mt 13,47-50).
El dueño que cuida de lo nuevo y de lo viejo (Mt 13,51-52).

DISPOSICIONES DEL DISCÍPULO

La oveja perdida (Mt 18,11-14; Lc 15,1-7).
La moneda perdida (Lc 15,8-10).
El hijo pródigo (Lc 15,11-32).
El fariseo y el publicano (Lc 18,4-14).
El Buen Pastor (Jn 10,1-21).
Los dos deudores (Mt 18,13-35).
El buen samaritano (Lc 10,25-37).
El mayordomo infiel (Lc  16,1-13).
El rico y Lázaro (Lc 16,14-31).
El rico insensato (Lc 12,13-21).
Los dos hijos (Mt  21,28-32).
El edificador de la torre (Lc 14,28-30). 
El Rey que va a la guerra (Lc 14,31-33).
Sobre el amigo que pide los panes (Lc 11,5-8).
El juicio injusto (Lc  18,1-8).
Los labradores malvados (Mt 21,33-46, Mc 12,1-12).
La higuera estéril (Lc 13,6-9).
La fiesta de bodas (Mt  22,1-14, Lc 1,16-24)
Los sirvientes (Mt  24,45-51, Lc 12,42-48).
Sobre los labradores que recibieron el mismo sueldo (Mt  20,1-6).
Sobre los esclavos que esperan la venida del amo (Mt 24,42 44, Lc 13,35-40).
La vid y los sarmientos (Juan 15,1-8).

ESCATOLÓGICAS

Las diez vírgenes (Mt 25,1-13)
Los talentos (Mt 25,14-30 )
La cizaña. Mt  13,24-30 à 36-43.
El siervo vigilante (Mc13,34-37 )
La higuera (Mt 24,32,34; Mc 13,28-30; Lc 21,29-32)
El padre de familia (Mt 24,43-51)
Los “ateos” (Mt 25,31-46)                   

NOTA: “Escatología” procede del griego esjatos y logía = lo referente a la vida después de la muerte, el cumplimiento definitivo del Reinado de Dios.
Por favor, no confundirla con otra palabra que también suena “escatología”, pero que procede del griego eskatos y significa lo relativo a la mierda (con perdón).
El mundo la utiliza en el segundo sentido, pero el Reinado de Dios no es de este mundo.

lunes, 31 de enero de 2011

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Jesús hablaba en parabolas (III)

     "Nuestras palabras se van con el viento; nuestro mensaje choca con la barrera impenetrable de la indiferencia de los hombres".(Barclay)

 Jesús habló en parábolas para que sus enseñanzas fueran más claras y efectivas. El quiere que todos entiendan y se conviertan. Pero es imposible entender y recibir el beneficio de su enseñanza si cerramos los ojos.
      A. Ojos, oídos ya cerrados. Es importante recordar que estos judíos ya tenían sus ojos y oídos cerrados antes de oír a Jesús. Llegaron a escucharle con sus ojos y oídos cerrados. Por eso les habló en parábolas. Ya hemos visto la hostilidad de ellos (9:11,34; 11:20-24; 12:2,14,24). El reaccionó a ellos de acuerdo a su reacción a El. V. 58, "Y no hizo allí (Nazaret) muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos". 
      B. Lo que que ocurrió en tiempos de Jesús, se repite cada vez que predicamos y enseñamos la palabra . Por más que prediquemos con convicción y fervor, los oyentes a veces se ven helados en su indiferencia hacia el mensaje.     
  C. Discípulos bendecidos, v. 16,17. Se enriquecieron cada vez más por su buena actitud hacia la verdad, pero los otros se empobrecieron cada vez por su rebeldía.

Jesús hablaba en parabolas (II)

II. ¿Por Qué Habló Jesús en Parábolas?
      A. Para revelar la verdad. Las parábolas son "ventanas" que dejan entrar la luz. Nos ayudan mucho en nuestro entendimiento de verdades celestiales. Jesús podía "colgar la verdad" sobre las cosas y actividades más comunes para que la veamos y entendamos mejor.
          1. Por ejemplo, en este capítulo (Mateo 13) Jesús dice varias veces, "El reino de los cielos es semejante a" y luego sigue la comparación.
          2. Jesús habla de "Los misterios del reino de los cielos". La palabra "misterio" se usa en el Nuevo Testamento en un sentido especial. No significa algo misterioso, oscuro y difícil o imposible de entender, sino simplemente cosas que no se podían saber sin revelación de Dios (1 Cor. 2:9-13; Efes. 3:3-6).
          3. Así Jesús explica con parábolas la naturaleza verdadera del reino. Vemos la bella armonía entre las parábolas de Jesús y las enseñanza apostólica que se registra en los Hechos y en los otros libros del Nuevo Testamento.
      B. Para conservar la verdad. Las parábolas nos ayudan mucho para recordar la enseñanza. ¿Quién no se acuerda del "Hijo Pródigo"? Es fácil recordar las parábolas. Cada una es una "obra maestra", sin igual en los escritos y discursos de los más destacados autores, filósofos, estadistas, etc. del mundo entero. Los nombres de Sócrates y Platón son muy reconocidos, pero ¿qué enseñaron?
      C. Para dejar que sus enemigos se condenaran solos. En esta manera Jesús despertó la conciencia de la gente para que pudieran ver su propia rebeldía.
          1. Natán usó este medio. 2 Sam. 12:1-7. Dejó que David pronunciara su propio castigo por haber adulterado con Betsabé y por haber muerto a Urías.
          2. Jesús usó este medio. Mateo 21:33-46, la parábola de los labradores malvados. Dice el v. 45, "Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos". Sin embargo, éstos estaban endurecidos en su rebelión y tales parábolas ni les detuvieron en su plan de matar a Jesús. Pero ellos se condenaron solos.
      D. Para esconder la verdad. Parece que esto contradice lo que ya se afirmó, pero es cierto. Jesús habló por parábolas para ilustrar la verdad para los sinceros y al mismo tiempo para ocultar la verdad de los insinceros. Siempre ha habido personas insinceras que no quieren la verdad, y no la aceptarán cuando se les presente. Jesús dejó en oscuridad a éstos con sus parábolas.
III. "Viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden".
      A. Jesús explica por qué les habla por parábolas. Uno de los  propósitos principales era para esconder la verdad de los insinceros. Muchos de los judíos de aquel tiempo abusaron de su privilegio de aprender la verdad de Dios. Jesús "a lo suyo (su universo, creado por El), y los suyos (los judíos) no le recibieron" (Jn. 1:11). A consecuencia de esto quedaron aun más confirmados en su desobediencia a pesar de haber escuchado estas bellas enseñanzas.
      B. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mateo 5:6). Pero estos no tenían hambre y sed de justicia.
      C. Más bien, tenían sus ojos, oídos y corazones cerrados.
          1. Como Balaam, Números 22:19. Balac, rey de Moab, ofreció dinero a Balaam para que maldijera a Israel. Dios le dijo, "No vaya con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es" (v. 12), pero Balaam dice a los siervos de Balac, "reposéis aquí esta noche, para que sepa qué me vuelve a decir Jehová".
          2. 2 Tes. 2:10-12, "no recibieron el amor de la verdad". Este texto nos debe asustar. Pablo dice, "Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira"; es decir, si nosotros no amamos la verdad sobre cualquier asunto, y si queremos creer algo que no es la verdad, estamos en gran peligro de creer una mentira y perder el alma.
      D. Vieron los milagros, oyeron la enseñanza. Pero su corazón era perverso. Debido a esto los milagros no produjeron en ellos la fe (Jn. 20:30,31). No apreciaron la enseñanza, porque Jesús enfatizó no lo material sino lo espiritual. Jesús es la luz del mundo, pero éstos cerraron sus ojos para no verla.

Jesús hablaba en parabolas (I)

Mateo 13:10-17; Marcos 4:10-12; Lucas 8:9-10
      A. Parábolas en el Antiguo Testamento. Isa. 5:1-7, la par bola de la viña. Un dicho común entre rabinos judíos era "¿A qué lo compararé?" (Mateo 11:16).
      B. Jesús las usaba más que nadie. Ni antes ni después ha habido otro maestro que tanto haya enseñado en par bolas. Marcos 4:33,34, "Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo".
I. ¿Qué es una "parábola"?
      A. "'Parabole' denota lit., un poner al lado (relacionado con 'paraballo', arrojar o depositar al lado, comparar). Significa la puesta de una cosa al lado de otra con el propósito de comparar ... Por lo general se usa de un relato algo largo sacado de la naturaleza o de circunstancias humanas, siendo su objeto la enseñanza de una lección espiritual".
      B. No es "fábula" (véase Jueces 9:14,15). Las fábulas quebrantan las reglas de la naturaleza, dando a los árboles y animales poderes humanos. Las fábulas no podrían servir el propósito de Jesús. Las fábulas enseñan lecciones prácticas que tienen que ver solamente con relaciones humanas. Las parábolas tratan de nuestras relaciones con Dios; tienen significado celestial y eterno.
      C. No es "alegoría" (véase Gál. 4:21-26), porque cada detalle de una alegoría representa algo o alguien. Es verdad que a veces los elementos particulares de una parábola tienen significado (como en la parábola del sembrador), pero comúnmente cada parábola tiene una sola lección central.
          1. Un error grande en el uso de las parábolas es el de buscar el significado de cada detalle de la parábola, aunque Jesús no lo haga.
          2. Por ejemplo, cierto predicador presentó un sermón sobre "El Buen Samaritano", y dijo que el viajero representa la raza humana; el dejar Jerusalén representa el apartarse de Dios; Jericó representa la tentación; los ladrones, el diablo y sus ángeles; el sacerdote, el Antiguo Testamento; los levitas, la ley de Moisés; y el samaritano, el Salvador del mundo. Pero ¿qué enseñó Jesús en esta parábola? La lección de usar de misericordia con todos, sin acepción de personas, una sola lección muy sencilla y muy preciosa.
          3. Más de una lección. Es verdad que puede haber en algunas de las parábolas más de una lección. Por ejemplo, la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) tiene que ver con la responsabilidad individual, pero también se refiere claramente al juicio final, de recompensa para los fieles y castigo para los infieles.
          4. Las circunstancias no tienen importancia. Esta regla es importante. En la mayoría de las parábolas las circunstancias no tienen significado. Por ejemplo, Mat. 13:44, el pensamiento principal es simplemente el gozo del hombre que halló un tesoro. En seguida, Mat. 13:45,46, habla de la perla de gran precio, y el pensamiento principal es el valor del reino.
      D. Una ilustración. Una parábola es simplemente una ilustración basada en eventos comunes, las actividades diarias de la gente. Jesús conoce al hombre, y conocía perfectamente a la gente de Palestina, todo aspecto y detalle de su vida diaria.
          1. Leemos sus parábolas y los hogares de aquel tiempo se nos abren. Vemos una mujer haciendo pan; a otra en la costura; la emergencia de aquel que pide pan a media noche para la visita; los ricos con bodegas llenas; el trabajador que no se atreve a comer hasta que el patrón haya comido.
          2. Hay muchos contrastes: judíos escogidos y samaritanos aborrecidos; el rico que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez, y el mendigo que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas.
          3. Todo el panorama se presenta: el agricultor arando, el pescador con sus redes, la alegría de los que se recibían en las bodas y la tristeza de los que no podían entrar, el edificador construyendo una torre, la viuda ante el juez pidiendo justicia.

El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho.

Del evangelio de San Marcos (5, 1-20)
Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas pero el había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!". Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!". Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos". El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti". El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.
Palabra del Señor

Seguir a Jesús es vivir bajo la fuerza del Espíritu.

Seguir a Jesús, formar parte de su comunidad, continuar su proyecto en la historia de hoy, son realidades que nos superan. Por esto Jesús prometió el Espíritu a sus discípulos (Jn 14, l7) y este Espíritu es la fuerza y el aliento vital que anima, vivifica, guía, santifica, enriquece y lleva a su plenitud la comunidad de los seguidores de Jesús (LG 4). El Espíritu convierte el seguimiento en una vida nueva en Cristo, en una comunión vital con el Resucitado en su Iglesia, nos hace pasar de la ética voluntarista a la mística del permanecer en El y vivir de su savia vital, como el sarmiento en la vid (Jn 15).
Este Espíritu, don de Dios para los tiempos del Mesías (Jl 2) es un Espíritu de justicia y derecho para los pobres y oprimidos (Is 11; 42; 61), el Espíritu que guió toda la vida y la misión de Jesús (Lc 4,18), el cual ungido por el Espíritu pasó por el mundo haciendo el bien y liberando de la opresión del Maligno (Hch 10,38). Este Espíritu es el que nos hace llamar a Dios, Padre (Gal 4,4) y es el que gime en el clamor de la creación y de los pueblos en busca de su liberación (Rm 8,18-27). En el clamor de los pobres de América Latina, el Espíritu clama y pide liberación (DP 87-89). Este Espíritu es el que da fortaleza a los perseguidos y mártires del continente (Mc 13,11) y es el que da esperanza y alegría al pueblo de América Latina, haciéndole esperar días mejores: son dolores de parto de algo nuevo que está naciendo(Jn l6,21).
Seguir a Jesús implica aceptar y comenzar a vivir todo esto. Es un camino que requiere discernimiento para ir recreando en cada instante de la historia las actitudes de Jesús y los llamados de su Espíritu. Por todo ello ser cristiano  supone ser atento oyente de la Palabra proclamada, que debe er meditada para poder tener una postura concreta de seguimiento de Jesús.

Seguir a Jesús es formar parte de su comunidad.

Jesús aunque llamó a los discípulos personalmente, uno por uno, a su seguimiento, formó con ellos un grupo, los doce, a los que luego se añadieron hombres y mujeres hasta constituir una comunidad: la comunidad de Jesús (Lc 8,1-3). Este modo de actuar del Señor no es casual, sino que corresponde al plan de Dios de formar un pueblo, a lo largo de la historia, para que fuese semilla y fermento del Reino de Dios (LG 9 ). El pueblo de Israel en el AT, fue elegido y formado lentamente por Yavé, desde Abraham hasta María, era figura y semilla del nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, que Jesús preparó y que nació por obra del Espíritu en Pentecostés (Hch 2). La Iglesia es la comunidad que mantiene la memoria de Jesús a través del tiempo, es su Cuerpo visible en la historia (1 Cor 12), continúa profetizando el proyecto de Jesús a todos, anuncia el Reino a los pobres, denuncia el pecado y va realizando la fraternidad y la filiación de la humanidad, hasta hacer de ella la nueva humanidad, los nuevos cielos y la nueva tierra en la nueva Jerusalén, donde existirá plena comunión entre Dios y la humanidad (Ap 21).
La Iglesia prolonga en la historia el grupo de discípulos de Jesús y es la comunidad que prosigue la misión de Jesús en este mundo. Es sacramento de Jesús, sacramento de salvación liberadora en nuestra historia concreta (LG 1;9; 48). Sus pastores (Papa, Obispos. . .) le guían en esta misión, prolongando la función de Pedro y los Apóstoles (Mt 16,18-19). Los sacramentos no son simples ritos para la salvación individual, sino momentos fuertes de la vida de la comunidad eclesial, y su centro es la Eucaristía, el sacramento que alimenta a la Iglesia con el Cuerpo y Sangre de Cristo y la va edificando como Cuerpo de Cristo en la historia (1 Cor 10,17). La catequesis de los sacramentos debe enmarcarse dentro de la comprensión de la Iglesia como comunidad de Jesús.
Querer seguir a Jesús al margen de la Iglesia es un peligroso engaño ya que, como Pablo descubrió en su conversión (Hch 9,5-6), la comunidad de los cristianos es el Cuerpo de Jesús (l Cor 12, 27), es Cristo presente en forma comunitaria. Pero la Iglesia deberá continuamente convertirse al Reino de Dios, objetivo central de su misión, y deberá recordar siempre que Jesús siendo rico se hizo pobre ( 2 Cor 8,9j) y fue enviado para evangelizar a los pobres y salvar lo perdido (Lc 4,l8; 19,10), como el Vaticano II proclama (LG 8) y la Iglesia en sus enseñanzas habla de la opción preferencial por los pobres (DP 1134).

Seguir a Jesús supone proseguir su estilo evangélico.

El programa de Jesús, el Reino de Dios, es inseparable de su persona, en el Reino de Dios se encarna y personifica, con El el Reino se acerca a la humanidad (Lc 11,20). Jesús posee un estilo peculiar de anunciar y realizar el Reino.
Nacido pobre (Lc 2,6-7), hijo de una familia trabajadora sencilla (Lc 1,16; 4,22; Mc 6,3), se siente enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres (Lc 4, 18) y sanar a pecadores, enfermos y marginados (Lc 7,21-23). Jesús a lo largo de su vida va discerniendo lentamente su misión y el camino que el Padre desea. Rechaza las tentaciones de poder y prestigio (Lc 4), reconoce que el Padre revela el misterio de Dios a los sencillos y lo oculta a los sabios y prudentes (Mt 11,25-26), se va solidarizando en todo a los hombres menos en el pecado (Hb 4,15), se compadece del pueblo disperso como ovejas sin pastor (Mc 34), bendice al pueblo pobre (Lc 6,21-23) y maldice a los ricos (Lc 6,24-26) y a los fariseos hipócritas (Mt 23).
Hace de los pobres los jueces de la humanidad y toma como hecho a sí mismo cuanto se haga u omita con los pobres (Mt 25, 31-45; Mc 9, 36-37).
Esta opción de Jesús le produjo conflictos y le llevó a la muerte. Su muerte es un asesinato tramado por todos sus enemigos, pero su resurrección no sólo es el triunfo de Jesús , sino la confirmación por parte del Padre de la validez de su camino. Mientras vivió en este mundo, Jesús fue tenido por loco (Mc 3,21), blasfemo (Mt 26,65), borracho (Lc 7,34), endemoniado (Lc 11,15), pero el Padre resucitándolo muestra que el camino de Jesús es el auténtico camino del Reino y que Jesús tenía razón en haber seguido el estilo evangélico del Siervo de Yavé (Is 42;49;50;53). Lo proclamado misteriosamente en el Bautismo (Mc 1,9-11) y la Transfiguración (Mc 9, 1-8), se realiza en la Resurrección: Jesús es realmente el Hijo del Padre y a El hay que escucharle y seguirle. Seguir a Jesús es tomar la cruz y perder la vida, pero para ganar la vida y salvarse (Mc 8,34-35).
Algunos resumen este estilo evangélico en los Mandamientos de la ley de Dios, ofrecidos por Moisés al pueblo de Israel (Ex 20, 1,21; Dt 5). Pero el decálogo deberá entenderse a la luz de la liberación de la esclavitud de Egipto (Ex 20,1; Dt 5, 6 ) y por lo tanto como leyes para vivir en la libertad de los hijos de Dios, como camino de bendición y de vida, para evitar la esclavitud, la maldición y la muerte (Dt 30, 29-31). Pero en todo caso el decálogo debería completarse con las Bienaventuranzas del NT (Mt 5; Lc 6), que marcan el camino del Evangelio y radicalizan y completan el AT. El camino de Jesús no es de los Faraones y poderosos de este mundo, sino el de la libertad, la fraternidad y la solidaridad con el pueblo pobre. Este es el camino de bendición que lleva a la vida, mientras que el otro conduce a la maldición y a la muerte propia y ajena. Jesús bendice al pueblo pobre y maldice a los ricos. Este es el estilo evangélico de Jesús, que a través de la cruz lleva a la Resurrección.

Seguir a Jesús significa aceptar su proyecto.

Jesús tiene un proyecto, una misión: anunciar y realizar el Reino de Dios (Mc 1,15). Este es el plan que el Padre le ha encomendado, formar una gran familia de hijos y hermanos, un hogar, una humanidad nueva, los nuevos cielos y la nueva tierra que los profetas habían predicho (Is 65, 17-25). Esta es la gran Utopía de Dios, el auténtico paraíso descrito simbólicamente en el Génesis (Gen 1-2), donde la humanidad vivirá reconciliada con la naturaleza, entre sí y con Dios, de modo que el hombre sea señor del mundo, hermano de las personas e hijo de Dios (DP 322). Esta gran Buena Noticia es algo integral, ya que abarca a toda la persona humana (alma y cuerpo), a todo el mundo (personas y comunidades) y aunque consumará en el más allá, debe comenzar ya aquí en nuestra historia. Este Reino de Dios es liberación de todo lo que oprime a la humanidad, del pecado y del Maligno (EN 9). Es en este contexto que tiene sentido explicar y aprender el Padre Nuestro, como se hacía en el antiguo catecumenado. El Padre Nuestro no es sólo una fórmula para orar, sino un compendio del programa de Jesús. El Reino del Padre, el cumplimiento de su voluntad, un mundo donde haya pan y perdón, liberado de todo mal y victorioso de toda tentación. En ello el Padre es glorificado, pues la gloria de Dios consiste en que el Reino de Dios venga a la humanidad y todo el mundo viva como hijo del Padre.
Las parábolas del Reino hablan de esta gran Utopía de Dios como un tesoro y una perla, por cuya adquisición vale la pena venderlo todo (Mt 13,44-46). Los Apóstoles ante el proyecto de Jesús, dejan sus barcas y redes y le siguen (Lc 5,11), mientras que el joven rico se alejó triste de Jesús porque tenía muchas riquezas y no quería aceptar el proyecto de fraternidad universal de Jesús (Mt 19,22). Para seguir a Jesús las riquezas son un gran impedimento (Mt 19,23-21; Lc 6,24-26; 12,13-24), lo cual contrasta con la opinión y la práctica de muchos ricos de América Latina, que se consideran muy cristianos.

Seguir a Jesús supone reconocerlo como Señor.

Nadie sigue a alguien sin motivos. Los Apóstoles siguieron a Jesús porque reconocieron que El era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29-37), el Mesías, el Cristo (Jn l,41), Aquél de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas (Jn 1,45), el Hijo de Dios, el Rey de Israel (Jn 1,49). Ante Jesús, Pedro exclama antes de seguirle: "Señor, apártate de mí, que soy un pecador" (Lc 5,8). Los Apóstoles reconocen que Jesús es Aquél que los profetas habían anunciado como Mesías futuro y que Juan Bautista había proclamado como ya cercano (Jn 1,26; Lc 3,16).
Hoy el cristiano reconoce a Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6), la Puerta (Jn 10,7), la Luz (Jn 8,12), el Buen Pastor (Jn 10,11, 14), el Pan de Vida (Jn 6), la Resurrección y la Vida (Jn 11,25), la Palabra encarnada (Jn 1,l4), el Cristo, el Hijo del Dios Vivo, (Mt 16,16), el Hijo del Padre (Jn 5,19-23; 26-27; 36-37; 43 ss), el que existe antes que Abraham (Jn 9,58), el Señor Resucitado (Jn 20-21), el Juez de Vivos y Muertos (Mt 35,31-45), el Principio y el Fin, el que es, era y ha de venir, el Señor del Universo (Ap 1,8).
El cristiano no sigue, pues a cualquiera, sino al Señor de quien parte la iniciativa para que le sigamos. El es quien siempre llama y nos dice a cada uno de nosotros "Sígueme". El llamado viene de El, a través de la Escritura, de la Iglesia o de los acontecimientos de la historia. Ante esta vocación el cristiano exclama como Pedro: ¿"Señor a quién iríamos"? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo Dios " (Jn 6,68).
La fe cristiana no consiste propiamente en aceptar doctrinas, sino en reconocer a Jesús como Señor y seguirle. El Credo es la profesión de fe del que sigue a Cristo. El Credo que se enseñaba a los catecúmenos en el tiempo de preparación al bautismo, no era una simple lección de memoria, sino la contraseña que les identificaba como seguidores de Jesús ante el mundo. Sabían a quien seguían, sabían de quién se habían fiado, y como Pablo, todo lo consideraban basura en comparación de haber conocido y poder seguir a Cristo (Flp 3,7-21).
Seguir a Jesús es convertirse al Señor, cambiar la orientación de la vida. Significa escoger la vida en vez de la muerte (Dt 30,19). Significa renunciar al Maligno y su imperio de muerte (Jn 8,44) y adherirse a Cristo. Los primeros cristianos en el catecumenado realizaban una solemne renuncia a Satanás y sus estructuras antes de adherirse a Cristo por el bautismo. Todavía quedan en nuestra liturgia bautismal los vestigios de esta renuncia. Pero todo ello debe hoy profundizarse. Nadie puede servir a dos señores, a Dios y al dinero (Mt 6,24).

SER CRISTIANO ES SEGUIR A JESUS.

No se puede ser cristiano al margen de la figura histórica de Jesús de Nazaret, que murió y resucitó por nosotros y Dios Padre le hizo Señor y Cristo (Hch 2,36). Lo cristiano no es simplemente una doctrina, una ética, un rito o una tradición religiosa, sino que cristiano es todo lo que dice relación con la persona de Jesucristo. Sin él no hay cristianismo. Lo cristiano es El mismo. Los cristianos son seguidores de Jesús, sus discípulos. En Antioquía, por primera vez los discípulos de Jesús fueron llamados cristianos (Hch 11,26).
La vida cristiana es un camino (Hch 9,2), el camino de seguimiento de Jesús. Los Apóstoles, primeros seguidores de Jesús, son el modelo de la vida cristiana. Ser cristiano es imitar a los Apóstoles en el seguimiento de Jesús. De los Apóstoles se dice que siguieron a Jesús. (Lc 5,11) y a este seguimiento es llamado todo bautizado en la Iglesia. Los Apóstoles no fueron únicamente los discípulos fieles del Maestro, que aprendieron sus enseñanzas, como los jóvenes de hoy aprenden de sus profesores. Ser discípulo de Jesús comportaba para los Apóstoles estar con él, entrar en su comunidad, participar de su misión y de su mismo destino (Mc 3,13-14; 10, 38-39). Seguir a Jesús hoy no significa imitar mecánicamente sus gestos, sino continuar su camino "pro-seguir su obra, per-seguir su causa, con-seguir su plenitud" (L. Boff). El cristiano es el que ha escuchado, como los discípulos de Jesús, su voz que le dice: "Sígueme" (Jn 1,39-44; 21,22) y se pone en camino para seguirle.
¿Pero qué supone seguir a Jesús?

SER CRISTIANO NO ES SIMPLEMENTE. . .

Queremos sugerir algunos puntos de reflexión sobre lo que es y no es SER CRISTIANO. De esta forma recibiremos mejos la Buena Nueva del Evangelio, que nos dice que el Reino de Dios está ya entre nosotros. 
1. Ser cristiano no es simplemente hacer el bien y evitar el mal.
Hay muchas personas honestas, que trabajan por construir un mundo mejor e intentan luchar contra la corrupción y la injusticia. Les mueven motivos nobles y una ética humanística. Sin embargo, a pesar de sus aportes positivos y sus valores humanos, no por esto pueden ser llamados propiamente cristianos.

2. Ser cristiano no es simplemente creer en Dios. judíos y mahometanos, budistas e hindúes, y miembros de otras grandes religiones de la humanidad, creen en Dios, origen y fin último de todo, pero no creen en Jesucristo. Por más que sus vidas y esfuerzos estén bajo el amor providente de Dios y la fuerza de su Espíritu, no pueden ser llamados cristianos.

3. Ser cristiano no consiste simplemente en cumplir unos ritos determinados. Toda religión posee ceremonias y ritos simbólicos, pues de lo contrario se convertiría en un mero intelectualismo ético para minorías. Pero no basta haber sido bautizado, haber hecho la primera comunión, asistir a procesiones, peregrinar a santuarios marianos, celebrar festividades para poder ser identificado como cristiano. Los fariseos del tiempo de Jesús eran muy fieles en sus ritos y sin embargo Jesús los denunció cómo hipócritas (Mt 23). El rito es necesario, pero no suficiente para ser cristiano.

4. Ser cristiano no se limita a aceptar unas verdades de fe, en unos dogmas, recitar el Credo o saberse el catecismo de memoria. Muchos que profesan la doctrina cristiana recta, están en la práctica muy lejos del Evangelio. Es necesario aceptar la fe de la Iglesia, conocer sus leyes y preceptos, pero esto no basta para ser cristiano. El cristianismo no es sólo una doctrina.

5. Ser cristiano no se identifica con seguir una tradición, que se mantiene de siglos a través de un ambiente. Toda religión reconoce la importancia del peso de la historia, pero el cristianismo no es simplemente una cultura, un folklore, un arte, una costumbre inmemorial que se transmite a través de los años.

6. Ser cristiano no puede consistir únicamente en prepararse para la otra vida, esperar en el más allá, mientras uno se desinteresa de las cosas del presente o se limita a sufrirlas con resignación. La fe cristiana afirma la existencia de una vida eterna y la consumación de la tierra pero la esperanza de una tierra nueva no debe amortiguar la preocupación por transformar y cambiar esta historia (GS 39). Por esto no se puede llamar cristiano a quien se inhibe de las preocupaciones históricas, con la excusa del cielo futuro.

Ser cristiano no se identifica con ninguna de estas posturas u otras semejantes. Algunas son previas al cristianismo (hacer el bien, creer en Dios), otras admiten elementos necesarios pero no suficientes (practicar ritos, aceptar verdades), otras son mutilaciones del cristianismo (reducirlo a una tradición o a la espera de los bienes eternos).