viernes, 4 de febrero de 2011

La semilla que crece por si sola.

“Y decía: sucede con el Reino de Dios como con un hombre que echó la semilla sobre la tierra. Y él duerme y se levanta, noche y día. Y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero el tallo(herboso) luego la espiga, después el grano lleno en la espiga. Y cuando el fruto lo permite, en seguida envía él la hoz, porque ha llegado la siega” (Mc 4, 26-29)


 

“Y decía también: “Sucede con el Reino de Dios...”. Es como decir: mirad esto es así: el Reino es lo que acontece, lo que sucede en la vida de una persona hombre o mujer, lo que acontece en tú vida y en mi vida; y Dios actúa, Dios obra así, Dios hace así, en ti y en mí.


“Como con el grano que hecha en la tierra...”. Esa pequeña semilla ese germen de vida divina y eterna que llevamos dentro, que Dios ha puesto en nosotros , actúa antes de que nosotros lo hagamos con nuestras facultades de inteligencia o nuestra afectividad y por eso desde su gratuidad....


“Duerma o vele, de noche o de día, el grano germina y crece, sin que él sepa cómo, la tierra da fruto por sí misma...” y minuciosamente sigue las fases de crecimiento: “primero pequeña hierba, luego espiga...”Así sucede con el Reino tan imperturbablemente seguro, tan independiente de las prisas y cuidados del hombre,  que sólo puede poner a disposición: su paciencia...y contemplar en su propia vida el Reino, el hacer, el crear y recrear de Dios, su gracia que enriquece a tu persona, la embellece y la agracia; por eso nos atrae tanto lo bueno, lo bello, el bien, porque lo llevamos dentro, estamos hechos así: sembrados con amor y para el amor; con bien y para el bien, con belleza y para la belleza, con alegría y para la alegría, con felicidad y para la felicidad, por ello aspiramos siempre a ser felices, con gratuidad, para ser libres...


“Después trigo abundante en la espiga...”.No podemos acelerar la hora del Reino sino...aguardarlo. No podemos comparar o asimilar el Reino de Dios a un objeto, a una cosa ¡No! Sino más bien, como a una manera de relación viva y personal con Dios, de una amistad con él. No decimos tengo a Dios sino más bien: estoy con Dios, vivo en su amistad porque él me ha llamado a estar con él...


“Y cuando el fruto está a punto...”.Cuando Dios llega a ser definitivamente real para mí, para ti, porque hemos acogido la Palabra de Jesús y hemos dado consentimiento a su amor ofrecido, entonces acontece en nuestra vida ¡el Reino! y animados por su dinamismo, respondemos a sus exigencias y vivimos ante Dios como sus hijos, y esto no por el desarrollo de nuestras facultades, ni el genio cultural, sino por esa fuerza de libertad, esa energía de amor eterno que llevamos dentro y nos hace exclamar con Jesús y cómo él: ¡Abba! Padre. Sí, sólo siendo así como niños se entra y se vive en el Reino de los cielos...

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