martes, 6 de enero de 2015

Comentarios a las lecturas de la Fiesta de la Epifania. 6 de enero 2015.

LOS QUE BUSCAN A DIOS SON ENCONTRADOS POR DIOS.
La Epifanía es el otro nombre que recibe la Navidad, el nombre que le dieron las iglesias orientales desde el principio. Si la Navidad, fiesta de origen latino, alude al nacimiento: "La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros", Epifanía significa manifestación y sugiere la idea de alumbramiento o de dar a luz: "y hemos visto su gloria, gloria propia del Hijo del Padre, lleno de gracia y de verdad". Por consiguiente, la metáfora bíblica de esta fiesta es la luz: "la gloria del Señor que amanece sobre Jerusalén", "la revelación del misterio escondido", la estrella de los magos que vienen de oriente.

La fiesta de la epifanía del Señor nos dice que Dios encuentra al que le busca, al que busca su rostro. Dar igual ser judío o gentil. Si nosotros buscamos al Señor, él nos encuentra. Y cuando el Señor nos encuentra , alegres,sentimos la necesidad de comunicar el gozo del encuentro a los demás, a todas las personas que amamos. La fiesta de la epifanía del Señor nos anima a buscar siempre a Dios y a ser anunciadores y evangelizadores de su presencia entre nosotros.
Jesús nace en Belén para todos los hombres, para los de cerca y para los de lejos, para los judíos y para los gentiles, para los pastores y para los magos que vienen de oriente.

En la primera lectura ( Isaias 60, 1-6 ) el profeta Isaías habla de una luz de Dios que se posará sobre una Jerusalén triunfadora y radiante, luz que llenará de orgullo y de alegría a un pueblo que ha sido guiado a la victoria final por su Dios, por Yahveh “Los pueblos caminarán a su luz”. Nosotros tenemos que aprender a ver la luz de Dios en la humildad de sus criaturas, de manera especial en las personas humanas. Lo importante para nosotros es aprender a ver la luz de Dios en el pobre, en el niño y en el anciano, en una puesta de sol o en una relampagueante tormenta, en la ternura de una flor o en la santidad del héroe o en el testimonio de quien da razón de su fe. Tenemos, sobre todo, que aprender a ver a Dios en el interior de nuestro corazón, como nos recuerda San Agustin “¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y
yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti” .
Y el elemento simbólico de esta fiesta de la Epifania, aparece ya en esta primera lectura, cuando esa manifestación se concreta en Jerusalén, centro religioso universal: “¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz!”. Esa luz que aparece en Jerusalén, alcanzará a todas las naciones de la tierra.

En el Salmo de hoy (Salmo 71), expresamos nuestra actitud ante Dios y reconocemos obra de Dios.
SE POSTRARÁN ANTE TI, SEÑOR, TODOS LOS REYES DE LA TIERRA.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes:
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. 
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R -
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos
que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones,
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R.-

El librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R –


Nos dice San Pablo en la segunda lectura (Efesios, 3, 2-3a 5-6), que los gentiles "son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa..." (Ef 3,6).Esa es la gran revelación que hoy celebramos, la gran manifestación que en esta festividad conmemoramos, la gran epifanía del amor y el poder de Dios: Todo hombre, sea cual fuere su raza o condición, está llamado a participar de la Promesa de salvación que los profetas habían anunciado desde antiguo, y que muchos decían que se limitaba sólo a los descendientes de Abrahán, al pueblo judío.
Así la fiesta de la epifanía es la fiesta de la catolicidad de la Iglesia de Cristo. Todos estamos llamados a formar parte del rebaño del único pastor, Cristo Jesús. Los católicos sabemos que somos hermanos de todas las personas del mundo, sin distinción de raza, ni de lengua, ni de color, ni de posición social. Nosotros queremos ser hermanos hasta de los que no quieran ser hermanos nuestros. Nuestras manos siempre estarán tendidas y nuestras puertas abiertas para que entre todo el que, con sincero corazón, busque la verdad y el verdadero rostro de Dios. Ser discípulo de Cristo es ser católico, es decir, ser universal, teniendo a Cristo como nuestro verdadero camino, verdad y vida.

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El Evangelio de hoy (Mateo, 2, 1-12), nos describe el momento en el que el Niño de Belén se muestra a unos magos de Oriente que se habían esforzado mucho para poder encontrarle “Unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?”. Que el Dios de Israel se apareciera a unas personas no judías tenía que parecer a muchos judíos, en aquella época, algo raro y hasta escandaloso. El pueblo de la promesa era Israel y ninguno más. Sólo a ellos, a sus profetas, a sus sacerdotes y a sus reyes, les había hablado el Señor. Sólo al pueblo de Israel había prometido Yahveh su protección, su alianza y su continuo amor. Ni Herodes, ni ninguno de los sabios de Jerusalén habían detectado el nacimiento encarnado de Dios en un niño nacido en Belén. Es verdad que ellos no le habían buscado, porque no necesitaban buscarle, porque ellos lo conocían ya, lo adoraban como a su único Dios desde tiempos inmemoriales.
El hecho de que estos Magos de Oriente acudieran a adorar al Niño Jesús le da un carácter de universalidad a su nacimiento. Es una manera de decir que Dios ama a todas las personas, de todas las naciones . Por eso el nombre que recibe esta fiesta de hoy es “epifanía”, que significa “manifestación, aparición”. Dios se ha manifestado a todos los pueblos, a todas las personas.
La estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a posarse encima de donde estaba el niño”. Ante esa estrella distintos personajes tienen actitudes distintas: Herodes y los pontífices y los letrados del país no supieron ver la estrella que guiaba a los Magos porque tenían el corazón lleno de orgullo y los ojos sombreados por la ambición. San Agustín decía que a los ojos enfermos la luz les resultaba odiosa.

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