domingo, 27 de julio de 2014

Los textos que en el Talmud y midrás afectan a Jesús son aproximadamente una quincena. De entre ellos sólo tres o cuatro lo nombran de una manera expresa, y, realmente sólo un par de ellos transmiten alguna noticia sustancial. Otros aluden a "una cierta persona", (peloní) en hebreo (por ejemplo b. Joma 66d), como si nombrarlo expresamente fuera ya concederle demasiado honor; otros llaman a Jesús Ben Stada o Ben Pandera y unos pocos tratan más bien de la madre del Nazareno que de él mismo.

El Talmud es un amplio comentario en muchos volúmenes y en dos versiones (una hecha en Jerusalén; otra, en Babilonia) a las tradiciones y a las sentencias de los primeros rabinos conocidos sobre la interpretación de la ley de Moisés, recogidos fundamentalmente en la Misná. Su lengua es el arameo (con secciones en hebreo). Se trata de discusiones legales o de historias edificantes de rabinos que incitan a observancia de la Ley y a la piedad. Puede decirse que el Talmud es un comentario al comentario a la Ley que es la Misná. Fue recogido y pasado por escrito en un lapso de tiempo que va desde el siglo III al VII d.C.
En el frondoso bosque que constituyen el Talmud y los midrasim las noticias sobre Jesús de Nazaret, un personaje tan relevante para la mayoría de los que están inmersos en la cultura de Occidente, son mínimos y obscuros. Los pocos datos de las fuentes judías sobre –para ellos - el impulsor del cristianismo son contradictorios, errados cronológicamente y, por supuesto, hostiles hacia Jesús y su movimiento. Por otro lado, sin embargo, son una confirmación indirecta de su existencia histórica y del crecimiento en número del grupo de discípulos agrupados en torno a su nombre nada más morir el personaje que los inspiró.
En el tratado Sanhedrin 43a se menciona a «Yeshú»: «Antes pregonó un heraldo. Por tanto, sólo (inmediatamente) antes, pero no más tiempo atrás. En efecto contra esto se enseña: "En la víspera de la pascua se colgó a Jesús". Cuarenta días antes había pregonado el heraldo: "Será apedreado, porque ha practicado la hechicería y ha seducido a Israel, haciéndole apostatar. El que tenga que decir algo en su defensa, venga y dígalo". Pero como no se alegó nada en su defensa, se le colgó en la víspera de la fiesta de la pascua».
«Muy probablemente el texto talmúdico se limita a reaccionar contra la tradición evangélica», considera John P. Meier en «Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico»

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