Comentarios a las lecturas de la Vigilia
Pascual de la Resurrección del Señor 4-5 de abril de 2015.
La Vigilia Pascual es la
fuente, la “madre” de todas las vigilias, de todas las celebraciones del año
cristiano.
En esta noche feliz celebramos
la resurrección de Jesús, el crucificado. Su paz, su gracia, su amor inmenso y
su luz nos acompañarán siempre. El cirio pascual simboliza a Cristo resucitado.
Queremos que Cristo sea nuestra luz. Que nuestra fe en El ilumine nuestra vida.
Al recibir la luz del cirio, y pasarla a otros cristianos queremos hacernos
testigos de
la Resurrección del Señor. Seamos portadores de esta luz.
la Resurrección del Señor. Seamos portadores de esta luz.
La Vigilia Pascual la
celebramos los cristianos la noche anterior a la Pascua de Resurrección. es una
Vigilia en honor del Señor, según una antiquísima tradición (Ex. 12, 42), de
manera que los fieles, siguiendo la exhortación del Evangelio (Lc. 12, 35 ss),
tengan encendidas las lámparas como los que aguardan a su Señor cuando vuelva,
para que, al llegar, los encuentre en vela y los haga sentar a su mesa.
Permanecemos atentos, en vela,
esperando el momento de nuestra liberación. Cristo, con su Resurrección, nos
demostrará que ha vencido a la muerte, también a nuestra muerte, y que nos ha
liberado de nuestro pecado y de nuestra muerte espiritual. La noche de la
vigilia pascual es una noche tensa y gozosa, transida de esperanza y de
agradecimiento.
La celebración de la liturgia pascual se compone
de cuatro partes.
La Vigilia Pascual se
desarrolla en este orden:
Breve Lucernario
Se bendice el fuego. Se prepara
el cirio en el cual el sacerdote con un punzón traza una cruz. Luego marca en
la parte superior la letra Alfa y en la inferior omega, entre los brazos de la
cruz marca las cifras del año en curso. A continuación se anuncia el Pregón
Pascual.
Liturgia de la Palabra
En esta noche santa
escucharemos, en las lecturas del Antiguo Testamento, el relato de las
maravillas que hizo Dios con su pueblo. En las lecturas del Nuevo Testamento
escucharemos las maravillas que Cristo ha hecho por nosotros, liberándonos de
la muerte mediante el bautismo y abriéndonos las puertas de la Vida Eterna, con
su resurrección. Es bueno que, en esta noche, también cada uno de nosotros
repasemos las maravillas y las gracias que Dios nos ha dado y que le demos
sincerísimas gracias por su bondad, por su amor y por su misericordia. Dios ha
estado grande también con nosotros y, por eso, estamos alegres y agradecidos.
Liturgia Bautismal
Se llama a los catecúmenos,
quienes son presentados ante el pueblo por sus padrinos: si son niños serán
llevados por sus padres y padrinos. Se hace la renovación de los compromisos
bautismales.
Liturgia de la Eucaristía
Al acercarse ya el día de la
Resurrección, la Iglesia es invitada a participar en el banquete eucarístico,
que por su Muerte y Resurrección, el Señor preparó para su pueblo. En él
participan por primera vez los neófitos.
Toda la celebración de la
Vigilia pascual se realiza durante la noche, de tal manera que no se vaya a
comenzar antes de iniciarse la noche, o se termine la aurora del Domingo.
La Misa, aunque se celebre
antes de la media noche, es la Misa Pascual del Domingo de Resurrección. Los
que participan en esta misa, pueden volver a comulgar en la segunda Misa de
Pascua.
Las lecturas del Antiguo Testamento
realizan un recorrido por los momentos claves de la historia de la salvación.
Todo el Antiguo Testamento es una preparación del momento culminante de la
historia que es la resurrección de Jesucristo. Por eso, en esta noche llena de
Luz, vamos a ir descubriendo y contemplando cómo actúa Dios con los hombres.
Un lector va al ambón y proclama la lectura. Después el
salmista o cantor, dice el salmo, alternando con las respuestas del pueblo.
Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice: Oremos, y, después de que todos
han orado en silencio durante unos momentos, dice la oración que corresponde a
la lectura.
Solo comentaremos algunas lecturas, por la cantidad que
hay. Si aconsejamos lectura completa y la meditación de las mismas.
Primera lectura: Gn 1,1-31 ó 2,1-2: Vio Dios todo lo
que había hecho: y era muy bueno.
“Y vio Dios que todo estaba bien” (Gn 1, 31) Esta lectura
de la Vigilia Pascual nos muestra cómo las primeras criaturas surgen de la
nada, por la fuerza de la palabra de Dios. La Biblia utiliza un lenguaje más
sencillo y humano. San Agustín salía al paso de las posibles objeciones de los
científicos. Y decía que, en los libros sagrados, no se trata de cómo va el cielo,
sino de cómo se va al Cielo. Un juego de palabras que nos advierte que cuanto
la Biblia nos narra es verdad, pero contemplada desde una visión profunda y
poniendo de relieve algunos aspectos fundamentales y trascendentes.
Además
de enseñarnos que todo procede del Señor, nos enseña que cuanto iba surgiendo a
la existencia eran cosas buenas. Se enciende la luz, el cielo se viste de azul
limpio y en la tierra se marcan fronteras entre las aguas y lo seco. Así nacen
los mares y los continentes. Y vio el Señor que era bueno... A continuación
brota de la tierra una vegetación desbordante y en el firmamento surgen los
astros. El sol radiante marca el primer atardecer, mientras que la luna con las
estrellas inicia el estreno de la primera noche. También entonces Dios mira con
emoción la belleza de su obra...
Luego
vienen los peces del mar y los animales de la tierra, incluidas las aves del
cielo. Creced y multiplicaos, les dice, mientras goza con aquella vida que
brota por doquier, llena de colores y sonidos, rumores del viento en los
árboles, cantar de las aguas que corren. Una sinfonía nunca oída resuena en
honor del Creador. Y aplaudió el Señor porque vio que era bueno. Y hubo mañana
y hubo tarde el día sexto... Había una armonía perfecta, un equilibrio ecológico
que mantiene la vida de unos y otros. “Existe una solidaridad entre todas las
criaturas, -enseña el Catecismo de la Iglesia-, por el hecho de que todas
tienen el mismo Creador, y que todas están ordenadas a su gloria”.
Es
bueno recordar la hermosura de la creación, en la grandeza de nuestro mundo, el
asombro y emoción que produce conocer sus misterios, aun en las cosas más
sencillas, como puede ser una flor o una gota de rocío que brilla con destellos
de arco iris al ser acariciada por el sol.
Segunda lectura:
Gn 22,1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Tercera
lectura Ex 14-15,30 - Los israelitas cruzaron el mar Rojo.
“Di a los israelitas que se pongan en camino” (Ex
14, 15)
El pueblo sale de la tierra de Egipto y se introduce por el desierto. El Señor
les va marcando el camino más adecuado: “Dios no los llevó por el camino de la
región de los filisteos, aunque es el más corto...” (Ex 13, 17). Para evitar
ciertos peligros, dieron un rodeo por el desierto, dirigiéndose hacia el Mar Rojo.
El Señor caminaba al frente de ellos, guiándolos por medio de una nube que les
protegía del riguroso sol durante el día, mientras que por la noche una columna
de fuego les alumbraba. Son detalles que testimonian la protección divina y un
paradigma de vida cristiana.
Cuando
los egipcios descubrieron que los hebreos se habían marchado, se arrepienten de
haberlos dejado en libertad. Entonces se prepara un ejército de seiscientos
carros, con el faraón al frente, y se lanzan veloces por el desierto en su persecución...
El pueblo ha llegado al Mar rojo cuando vislumbran en la lejanía la gran
polvareda que levantan los corceles del ejército egipcio. “Entonces los hijos
de Israel se llenaron de temor y clamaron al Señor” (Ex 14, 10). Se iniciaban
la larga letanía de quejas y murmuraciones del pueblo. Pero Moisés logra
hacerse oír y les dice que no teman, que se mantengan firmes en la fe, y verán
actuar el poder divino.
“Di a los hijos de Israel -ordena el Señor-, que se
pongan en marcha. Y tú alza el bastón y extiende tu mano hacia el mar, y
divídelo para que los hijos de Israel pasen por medio del mar como por tierra
seca” (Ex 14, 15-16)... Un ruido ensordecedor se produce cuando
las aguas frenan su corriente y abren una ancha senda por la que los
israelitas, temblorosos y vacilantes, avanzan hacia la otra orilla. Cuando
llegan los egipcios con gran ímpetu se adentran también por la franja seca, a
punto de alcanzar a los últimos hebreos. Pero de pronto, las aguas rompen las
invisibles barreras que las retenían, y cubren el lecho por donde avanzan los
carros egipcios. Intentan retroceder, pero es inútil. “Así el Señor salvó aquel
día a Israel de la mano de los egipcios...” (Ex 14, 30).
El
recuerdo de este hecho permanecerá vivo, tanto para los judíos como para los
cristianos. Aquellos porque fueron librados de la muerte, y esperan que Dios
siga protegiéndoles.
Los cristianos porque, como enseña San Pablo
(1 Co 10, 2), en las aguas del Mar Rojo se simbolizan las aguas bautismales,
por medio de las cuales somos purificados y regenerados.
Cuarta
lectura: Is 54,5-14 - Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.
Quinta
lectura: Is 55, 1-11 - Venid a mí, y viviréis; sellaré con vosotros una alianza
perpetua.
Sexta
lectura: Bar 3,9-15.32-4,4 - Camina a la claridad del resplandor del Señor
Séptima
lectura: Ez 36.16-28 - Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os dará un
corazón nuevo.
El Antiguo Testamento prepara la realidad del Nuevo Testamento: lo que se anunciaba y prometía, ahora se ha cumplido de verdad.
El Antiguo Testamento prepara la realidad del Nuevo Testamento: lo que se anunciaba y prometía, ahora se ha cumplido de verdad.
Es
importante subrayar este paso al Nuevo Testamento: el Misal indica en este
momento diversos signos, tales como el adorno del altar (luces, flores), el
canto del Gloria y la aclamación del Aleluya antes del Evangelio. También se
ilumina de manera más plena la iglesia ya que durante las lecturas del Antiguo
Testamento estaba iluminada más discretamente.
Lecturas
del Nuevo Testamento
Evangelio
de San Marcos.Marcos 16,1-8- - Jesús Nazareno, el crucificado, ha resucitado.
Este anuncio de pascual de
Marcos resulta esencial para entender el
evangelio. Pero, a diferencia de lo que harán los restantes evangelios, Marcos
no ha querido contar una “aparición” concreta de Jesús resucitado, porque toda
su historia ha sido y sigue siendo una experiencia pascual, proyectada sobre la
historia de Jesús, como sabe quien haya leído la parte anterior de este
comentario. En esa línea se nos dice que es preciso “volver a Galilea”, como
dirá el joven de pascua, para “ver” allí a Jesús:
El relato de la tumba vacía nos
expone a la fidelidad de aquellas valerosas mujeres que siguieron a Jesús hasta
la tumba, contrario a los discípulos que le dejaron en el momento más crítico.
¿Hasta dónde estamos dispuestos/as a seguir a Jesús?.
A su vez la tumba vacía nos expone a
otra realidad: el presenciar la resurrección según la teología marcana no es
suficiente para ser discípulo de Jesús, hay que tomar la cruz y cargarla, ya
que es la cruz la que valida el sentido verdadero de la resurrección. No hay
resurrección si no hay cruz.
El relato marcano deja el final de
este pasaje abierto a la reacción del lector ante el evento de la resurrección;
el mensaje de la resurrección es encargado a las que se consideraban las más
pequeñas de todos los discípulos de Jesús, tres mujeres y estas huyen y callan
por temor al reproche o al que no les creyeran los discípulos.
El escritor nos deja ante una toma de
decisión. Nos invita a leer nuevamente la historia, a comenzar nuevamente a
caminar de la mano de Jesús, a volver a Galilea, donde comenzó todo y volvernos
a encontrarnos con el crucificado que ha resucitado (Primer amor según
Apocalipsis 2: 2- 5).
Nos invita a tomar nuevamente la
cruz, ya que el elemento principal para entender la resurrección es tomar la
cruz y seguir al maestro. Al estar ante la cruz, podremos conocer quién es este
Jesús y afirmar como el centurión romano, que ese Jesús crucificado es
verdaderamente el Hijo de Dios.
Lo que estamos
celebrando esta noche, es la llegada de Jesús a esa meta. Jesús, como hombre,
alcanzó la plenitud de Vida. Posee la Vida definitiva que es la Vida de Dios.
Esa vida ya no puede perderse porque es eterna. Podemos seguir empleando el
término “resurrección”, pero creo que no es hoy el más adecuado para expresar
esa realidad divina. Inconscientemente lo aplicamos a la vida biológica y
sicológica, porque es lo que nosotros podemos sentir, es decir descubrir por
los sentidos. Pero lo que hay de Dios en Jesús no se puede descubrir mirando,
oyendo o palpando. Ni vivo ni muerto ni resucitado, puede nadie descubrir su
divinidad. Tampoco puede ser el resultado de alguna demostración lógica. Lo
divino no cae dentro del objeto de nuestra razón. A la convicción de que Jesús
está vivo, no se puede llegar por razonamientos. Lo divino que hay en Jesús, y
por lo tanto su resurrección, sólo puede ser objeto de fe. Para los apóstoles
como para nosotros se trata de una experiencia interior. A través del
convencimiento de que Jesús les está dando VIDA, descubren que tiene que estar
él VIVO. Sólo a través de la vivencia personal podemos aceptar la resurrección.
Creer en la
resurrección exige haber pasado de la muerte a la Vida. Por eso tiene en esta
vigilia tanta importancia el recuerdo de nuestro bautismo. Cristiano es el que
está constantemente muriendo y resucitando. Muriendo a lo terreno y caduco, al
egoísmo, y naciendo a la verdadera Vida, la divina. Tenemos del bautismo una
concepción estática que nos impide vivirlo. Creemos que hemos sido bautizados
un día a una hora determinada y que allí se realizó un milagro que permanece
por sí mismo. Para descubrir el error, hay que tomar conciencia de lo que es un
sacramento. Todos los sacramentos están constituidos por dos realidades: un
signo y una realidad significada. El signo es lo que podemos ver oír, tocar. La
realidad significada ni se ve ni se oye ni se palpa, pero está ahí siempre
porque depende de Dios que está fuera del tiempo. En el bautismo, la realidad
significada es esa Vida divina que significamos para hacerla presente y
vivirla. En tal día a tal hora, han hecho el signo sobre mí, pero el alcanzar y
vivir lo significado es tarea de toda la vida. Todos los días tengo que estar
haciendo mía esa Vida. Y el único camino para hacer mía la Vida de Dios que es
AMOR, es superando el ego-ísmo, es decir amando.
Así
pues la Pascua es el tiempo de la alegría,
porque Cristo “es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo
destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida (Prefacio Pascual
I). Finalmente triunfó la vida. Ahora la última palabra la tiene no la muerte,
sino la vida, por eso podemos cantar de júbilo, porque Dios ha hecho maravillas.
El
signo de una existencia cristiana es la verdadera alegría. Se trata de vencer a
la tristeza y al miedo. Hay que formar comunidades
pascuales, que vivan e irradien la alegría, aun en medio de las
dificultades y pruebas. El mejor testimonio de la comunidad cristiana primitiva
“unida en la Palabra, la Eucaristía y el servicio” era “la alegría y sencillez
de corazón” (Hc
2, 47).
Para
todos vosotros, queridos amigos que seguís estos comentarios semana tras
semana, mis mejores deseos de una feliz Pascua de Resurrección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario