domingo, 5 de enero de 2014

LA VIDA DE JESÚS FUE UN BANQUETE.

LA VIDA DE JESÚS FUE UN BANQUETE

 
A lo largo de su vida Jesús celebró muchas comidas: con sus amigos, incluso con sus enemigos, y sobre todo con las personas excluidas o marginadas de su pueblo. La mesa compartida es lugar de la amistad, del encuentro, de la donación y la entrega del corazón y de la vida misma. Por eso, las comidas de Jesús son un símbolo que habla del sentido de su vida: entregarse, ser para los demás.
El banquete en la vida de Jesús, aparte del sentido humano de hospitalidad, de confraternización y de aproximación a los sentimientos y a la realidad de los otros, encierra sobre todo la pretensión de hacer presente la realidad futura del Reino de Dios, vislumbrada ya como un festín en el Antiguo Testamento: un banquete al que están invitados todos los pueblos y personas, donde hay abundancia para todos, donde todos pueden encontrarse como hermanos y los que no han estado nunca invitados a ningún banquete ocupan los lugares de honor.
 La Ultima Cena de Jesús con sus discípulos no es otra cosa que el Banquete del Reino anticipado, que él celebra en la tierra pocas horas ates de su muerte. El propio Jesús pone en estrecha relación la cena con el convite del Reino. En la Cena, el Señor hace memoria con sus discípulos de toda su vida anterior, reviviéndola de algún modo con ellos, resumiéndola en un gesto supremo de servicio y definiéndola así como un camino constante de entrega y derramamiento de sí mismo a Dios y a los hermanos.
Él es el Pan de Vida que se da como alimento. Él es la mesa en torno a la cual todos nos reunimos y el Vino que a todos alegra y calienta el corazón. Y quiere serlo para todos, especialmente para los que están excluidos de todo banquete.
 
El banquete de Jesús es símbolo de la utopía de una humanidad solidaria, fraterna y justa. Por eso, participar de su Cena nos compromete a vivir y trabajar por la solidaridad, la fraternidad y la justicia.
 
 Nosotros somos hoy sus discípulos y sus discípulas y él nos invita a HACER DE NUESTRA VIDA UN BANQUETE.
 
Oramos con los textos:          
 
Mc 14, 12-31: 
 
“El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?”. Entonces envía a dos de sus discípulos y les dice: “Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre decid al dueño de la casa: “el Maestro dice. ¿Dónde está la sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?”. Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros” Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho y prepararon la Pascua”.
 
Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: “Tomad, este es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: “Esta es mi sangre de la alianza que es derramada por muchos. Yo os aseguro que no beberé ya del fruto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios”
 
Mc 26, 26-29:
 
            “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo. “ Tomó liego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de Dios.”
 

Lc 22, 14-20

         “Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles y les dijo: “Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.
         Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío. “ De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros”.
 
 
IMAGINO esta escena...
 
CONTEMPLO  a Jesús...
 
MIRO sus gestos...
 
ESCUCHO sus palabras...
 
RECUERDO su vida...
 
SABOREO, GUSTO, ADMIRO, AGRADEZCO...
 
Y ME PREGUNTO...
 
 
¿A qué me invita a mí Jesús para que mi vida sea también un “banquete”?
 
 ¿De qué me tengo que desprender para hacer de mi vida servicio? Lo expreso en un símbolo, algo material.

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