LA VIDA DE
JESÚS FUE UN BANQUETE
A lo largo de su vida Jesús celebró muchas
comidas: con sus amigos, incluso con sus enemigos, y sobre todo con las
personas excluidas o marginadas de su pueblo. La mesa compartida es lugar de la
amistad, del encuentro, de la donación y la entrega del corazón y de la vida
misma. Por eso, las comidas de Jesús son un símbolo que habla del sentido de su
vida: entregarse, ser para los demás.
El banquete en la
vida de Jesús, aparte del sentido humano de hospitalidad, de confraternización
y de aproximación a los sentimientos y a la realidad de los otros, encierra
sobre todo la pretensión de hacer presente la realidad futura del Reino de
Dios, vislumbrada ya como un festín en el Antiguo Testamento: un banquete al
que están invitados todos los pueblos y personas, donde hay abundancia para
todos, donde todos pueden encontrarse como hermanos y los que no han estado
nunca invitados a ningún banquete ocupan los lugares de honor.
Él es el Pan de Vida
que se da como alimento. Él es la mesa en torno a la cual todos nos reunimos y
el Vino que a todos alegra y calienta el corazón. Y quiere serlo para todos,
especialmente para los que están excluidos de todo banquete.
El banquete de Jesús
es símbolo de la utopía de una humanidad solidaria, fraterna y justa. Por eso,
participar de su Cena nos compromete a vivir y trabajar por la solidaridad, la
fraternidad y la justicia.
Oramos
con los textos:
Mc 14, 12-31:
“El
primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el
cordero pascual, le dicen sus discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos a hacer
los preparativos para que comas el cordero de Pascua?”. Entonces envía a dos de
sus discípulos y les dice: “Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre
llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre decid al dueño de la
casa: “el Maestro dice. ¿Dónde está la sala, donde pueda comer la Pascua con mis
discípulos?”. Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta
y preparada; haced allí los preparativos para nosotros” Los discípulos
salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho y
prepararon la Pascua ”.
Y mientras estaban
comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: “Tomad, este
es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y
bebieron todos de ella. Y les dijo: “Esta es mi sangre de la alianza que
es derramada por muchos. Yo os aseguro que no beberé ya del fruto de la vid
hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios”
Mc 26, 26-29:
“Mientras estaban
comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos,
dijo: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo. “ Tomó liego una copa y, dadas
las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque esta es mi
sangre de la Alianza ,
que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. Y os digo que desde
ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba
con vosotros, nuevo, en el Reino de Dios.”
Lc 22, 14-20
“Cuando llegó la hora, se puso a la
mesa con los apóstoles y les dijo: “Con ansia he deseado comer esta Pascua con
vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que
halle su cumplimiento en el Reino de Dios.
Tomó
luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi cuerpo
que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío. “ De igual modo,
después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la nueva Alianza en
mi sangre, que se derrama por vosotros”.
IMAGINO esta
escena...
CONTEMPLO a Jesús...
MIRO sus gestos...
ESCUCHO sus
palabras...
RECUERDO su vida...
SABOREO, GUSTO,
ADMIRO, AGRADEZCO...
Y ME PREGUNTO...
¿A qué me invita a
mí Jesús para que mi vida sea también un “banquete”?
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