(Evangelios de San Juan y San Lucas) En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
El Nacimiento de Jesús en Belén
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.».
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»
Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Y esta será la señal:
ResponderEliminarEncontrarás que ha nacido en tu corazón...
...si estás vacío como el pesebre que lo acogió aquella noche.
...si permites que en las capas más profundas germine la semilla de la Vida.
...si te consideras como un ser incompleto, inacabado.
...si no te acoplas, ni te acomodas, ni te adaptas.
...si no es el pasado el protagonista de tu manera de vivir.
Encontrarás que ha nacido en tu corazón...
...si permites la diferencia y amas la diversidad.
...di no confundes tu pequeño mundo con la plenitud.
...si la dispersión no aplasta el futuro que late en este instante.
...sin no descuidas lo inmediato ni las pequeñas cosas de cada día
y sabes percibir en ellas el aroma del amor.
...si te das cuenta de que lo único real es invisible.
Encontrarás que ha nacido en tu corazón...
...si adviertes que una cosa es la sabiduría del corazón y otra
la erudición de las cosas.
...si crees que la vida no se toma por la fuerza,
sino que la vida tan solo se da, se ofrece en silencio
...si ves que cuanto más comprendes y sabes de Dios,
más te queda por saber y comprender.
...si te dejas abrazar, sin miedo, por el aliento creador de la vida.
...si las relaciones dejan de ser un atentado amenazador
y se convierten en la posibilidad de un nuevo reconocimiento.