Jerusalén en la época de Jesús.
¿Qué aspecto tenía Jerusalén cuando Jesús vivía?
Durante la Guerra de independencia de Israel, en 1948, el Barrio Judío de la Ciudad Vieja fue prácticamente destruido. Durante la renovación del Barrio Judío en la década de 1970, se descubrió un antiguo sitio del periodo del Segundo Templo —destruido por los romanos en el año 70 de la era cristiana— que había estado enterrado durante casi dos mil años. Los arqueólogos pusieron al descubierto un lujoso barrio residencial del periodo del Segundo Templo, en la Ciudad Alta de Jerusalén. Debido a su majestuosidad y opulencia, fue rebautizado el Barrio Herodiano, también conocido actualmente como el Museo Wohl de Arqueología.
Las acaudaladas familias aristocráticas y sacerdotales de la época de Jesús vivían en las suntuosas casas del Barrio Herodiano. Es fácil entender por qué esta zona sobre una ladera con vista panorámica al cercano Monte del Templo haya sido tan atractiva para los sacerdotes que oficiaban servicios en el Templo.
Actualmente es el mayor sitio y el más importante de la época del Segundo Templo en el Barrio Judío. Es posible que algunos de los sacerdotes y de los saduceos que polemizaban con Jesús, según se menciona en los Evangelios, vivieran en estas casas.
Al descender tres metros bajo tierra, volvemos atrás 2.000 años en el tiempo. Los vestigios arqueológicos de los sótanos de seis casas de lujo brindan una imagen vívida de la riqueza de sus habitantes. Numerosos depósitos (almacenes), estanques, casas de baños, hornos, mosaicos multicolores, frescos, elegantes artefactos domésticos y un candelabro de siete brazos esculpido en uno de los muros indican que los residentes gozaban de un alto nivel de vida.
La presencia de varios baños rituales y de muchas vasijas de piedra indica que los residentes eran sacerdotes que observaban estrictamente las leyes judías de pureza ritual, puesto que la piedra no se vuelve ritualmente impura.
Una hilera de columnas que pertenecía a un "peristilo" —una columnata en torno a un patio abierto— formaba parte de una magnífica casa solariega construida en el estilo grecorromano de la época. Desde ahí los residentes podían disfrutar de un espléndido panorama de la explanada del Templo en el que Jesús pasaba gran parte de su tiempo mientras estaba en Jerusalén.
Más abajo, llegamos a la "mansión palaciega", la mayor y la más espléndida de las casas descubiertas en el sitio, en la que probablemente vivía una de las familias del Sumo sacerdote.
Al acercarnos al final del recorrido, una habitación quemada nos deja entrever el fin trágico y violento del barrio y de sus habitantes: las vigas de madera calcinadas que cayeron del techo y las piedras abrasadas del mosaico dan testimonio del gran incendio que devastó la ciudad y de la destrucción que causaron los romanos —los últimos momentos de Jerusalén en su gloria.
Durante la Guerra de independencia de Israel, en 1948, el Barrio Judío de la Ciudad Vieja fue prácticamente destruido. Durante la renovación del Barrio Judío en la década de 1970, se descubrió un antiguo sitio del periodo del Segundo Templo —destruido por los romanos en el año 70 de la era cristiana— que había estado enterrado durante casi dos mil años. Los arqueólogos pusieron al descubierto un lujoso barrio residencial del periodo del Segundo Templo, en la Ciudad Alta de Jerusalén. Debido a su majestuosidad y opulencia, fue rebautizado el Barrio Herodiano, también conocido actualmente como el Museo Wohl de Arqueología.
Las acaudaladas familias aristocráticas y sacerdotales de la época de Jesús vivían en las suntuosas casas del Barrio Herodiano. Es fácil entender por qué esta zona sobre una ladera con vista panorámica al cercano Monte del Templo haya sido tan atractiva para los sacerdotes que oficiaban servicios en el Templo.
Actualmente es el mayor sitio y el más importante de la época del Segundo Templo en el Barrio Judío. Es posible que algunos de los sacerdotes y de los saduceos que polemizaban con Jesús, según se menciona en los Evangelios, vivieran en estas casas.
Al descender tres metros bajo tierra, volvemos atrás 2.000 años en el tiempo. Los vestigios arqueológicos de los sótanos de seis casas de lujo brindan una imagen vívida de la riqueza de sus habitantes. Numerosos depósitos (almacenes), estanques, casas de baños, hornos, mosaicos multicolores, frescos, elegantes artefactos domésticos y un candelabro de siete brazos esculpido en uno de los muros indican que los residentes gozaban de un alto nivel de vida.
La presencia de varios baños rituales y de muchas vasijas de piedra indica que los residentes eran sacerdotes que observaban estrictamente las leyes judías de pureza ritual, puesto que la piedra no se vuelve ritualmente impura.
Una hilera de columnas que pertenecía a un "peristilo" —una columnata en torno a un patio abierto— formaba parte de una magnífica casa solariega construida en el estilo grecorromano de la época. Desde ahí los residentes podían disfrutar de un espléndido panorama de la explanada del Templo en el que Jesús pasaba gran parte de su tiempo mientras estaba en Jerusalén.
Más abajo, llegamos a la "mansión palaciega", la mayor y la más espléndida de las casas descubiertas en el sitio, en la que probablemente vivía una de las familias del Sumo sacerdote.
Al acercarnos al final del recorrido, una habitación quemada nos deja entrever el fin trágico y violento del barrio y de sus habitantes: las vigas de madera calcinadas que cayeron del techo y las piedras abrasadas del mosaico dan testimonio del gran incendio que devastó la ciudad y de la destrucción que causaron los romanos —los últimos momentos de Jerusalén en su gloria.
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