jueves, 1 de marzo de 2012

EVANGELIO DOMINGO 12 DE FEBRERO 2012. 6º DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Marcos 1, 40-45

" En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole: "Si quieres, puedes limpiarme". Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:"Quiero, queda limpio". La lepra se le quitó inmediatamente y quedo limpió. Él lo despidió, encargándole severamente:"No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tú purificación lo que mandó Moisés". Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se queda fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes".

COMENTARIO.-

Un domingo más podemos comprobar que en la vida de Jesús, existe una cosa fundamental, que asume como suya, el sufrimiento de las personas. Pero no solamente el sufrimiento físico, si no también el sufrimiento social.

Marcos nos relata, en el evangelio de este domingo, la experiencia que los seguidores de Jesús vivieron, ante un hombre excluido de la comunidad religiosa y por lo tanto también de la vida social, por ser leproso. La lepra era considerada en tiempo de Jesús, un castigo de Dios, que quedaba palpable su impureza en el rostro y la piel del leproso.

La soledad, la marginación que sufría ese hombre, conmovió a Jesús de tal manera, que extendió la mano, lo toco y lo acogió. El evangelista, no nos quiere hacer llegar, como lo más importante, la curación física del leproso, si no más bien, la acogida por parte de Jesús de todos aquellos que eran excluidos de la comunidad judía y de la sociedad. En definitiva, Jesús le transmite la acogida de Dios, de su amor.

Nuestras comunidades dominicales, están llenas de personas normalmente bien acomodadas, siendo difícil ver en ellas, personas marginadas socialmente (inmigrantes, vagabundos, prostitutas, homosexuales, toxicómanos), que son ayudados materialmente por nosotros; pero son invitados y acogidos a estar con nosotros.

Dentro de nuestras comunidades, también sigue pasando, igual que en tiempo de Jesús. Hoy son también muchos hermanos nuestros, los que nos abandonan por que nuestras leyes y dogmas nos apartan del verdadero mensaje de Jesús. Son excluidos de nuestras comunidades, por que son divorciados, separados, o sus enseñanzas o pensamientos, no coinciden con la del pastor de la comunidad.

Lo que más necesitamos hoy en día todos, y posiblemente todos aquellos hermanos nuestros, que están alejados de nosotros, y todos aquellos que nos van abandonando silenciosamente, es que nos enseñen como Jesús. Una enseñanza, libre de doctrinas y normas e imposiciones absurdas, que las mayoría de las veces son sufrimiento y dolor para algunas personas.

Nuestra enseñanza debe de ser el evangelio, la buena noticia, la acogida de todos, la escucha de todos. Esta es la única enseñanza, que hará nacer el Reino de Dios en el interior de nosotros.

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