Comentario a las lecturas I Domingo de Cuaresma 18 de febrero de 2018
"Fiel es Dios, que no permitirá que seáis
tentados sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el
éxito para que podáis resistirla (1 Cor 10, 15)
Hoy hay una relación muy bien entretejida, entre los
textos litúrgicos para enseñarnos la ayuda de Dios en nuestro caminar terrenal.
Durante los 5
domingos de Cuaresma, la primera lectura presenta las diferentes etapas
de la historia de la salvación, que en este ciclo B se centran en el tema "alianza". Hoy leemos la alianza que Dios hizo con Noé después del diluvio.
de la historia de la salvación, que en este ciclo B se centran en el tema "alianza". Hoy leemos la alianza que Dios hizo con Noé después del diluvio.
En las
lecturas de hoy constatamos como la convocatoria de Cuaresma es un pregón
positivo y a la vez comprometedor. Camino e itinerario de Pascua, hacia la
renovación total, como Noé y sobre todo como Cristo. Camino de lucha y de
opción, de reiniciación de vida nueva porque "ha llegado la hora". Es
más una convocatoria a Pascua que a Cuaresma.
Este mismo
camino y acontecimiento es el que celebramos sacramentalmente en nuestra
Eucaristía: memorial de Cristo que a través de su Muerte llega y nos lleva a la
Nueva Vida. Y si se ha seguido el filón de la Alianza, nuestra Eucaristía es
participación -bajo el signo del Vino/Sangre de Cristo- en su Nueva Alianza
sellada en la Cruz.
En la primera
lectura del libro del Génesis (Gen, 9, 8-15). En estos vv.
Dios establece con la humanidad una alianza que regule las relaciones entre
criatura y creador (vv. 8-17). El arco es la garantía visible de dicho pacto.
Los dobles de este pasaje (2x se da la promesa del pacto: vv.9/11; dos veces se
indica la señal del mismo: vv. 12/17...) indican la existencia de dos versiones
de un mismo hecho.
Por primera
vez en la Biblia suena la palabra Alianza. Las diversas Alianzas con Noé, Abrahán
y Moisés, cada uno con signo diverso, marcan la sucesión de las épocas del
mundo en su relación con Dios. Pero por oposición a las otras dos, esta alianza
no se hace con un individuo o con un pueblo sino con todos los seres vivientes
(hombres y animales: cf. Os 2. 20; Is 11. 5 ss.; 65.
25) y regula las relaciones entre ellos.
Además es una
alianza unilateral, para nada depende del actuar humano (el arco iris no es
obra humana como lo es el cumplir el sábado...). No es una alianza cultica,
sino ética. En virtud de esta alianza, el Señor promete no enviar otro diluvio:
"el diluvio no volverá a destruir la
vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra" (v. 11; cf. 8.
20-22).
Este triunfo
del Dios creador sobre las fuerzas caóticas se celebraba cada año en los pueblos
orientales en la fiesta del Año Nuevo. Este teCristo afirma
que no debe temerse ninguna batalla anual, ya que la alianza es el triunfo de
la vida sobre el caos y sus fuerzas. El arco (en sí es un término guerrero
puesto en manos del Señor, ya no se usará para la guerra sino que Dios lo
cuelga de las nubes con fines pacíficos. El arco iris, formado por los rayos
del sol que atraviesan la bóveda celeste durante la lluvia, anuncia a los
hombres el fin de la tormenta o la borrasca (símbolo de la ira divina) y la
reaparición del sol (imagen de la misericordia de Dios). Todo esto son signos
simbólicos del pacto de paz por parte de Dios de cara a toda la creación
viviente.
En el futuro,
la misericordia divina prevalecerá sobre su justicia en sus relaciones con la
humanidad. Así la historia del hombre puede continuar.
El
destinatario directo de esta promesa de alianza es el pueblo bíblico en el
destierro. La catástrofe significa sacudida de fundamentos, hasta el grado de
sentir como inestable el mismo orden cósmico y humano. El exilio es un diluvio
que lo ha arrasado todo. El teólogo-pastor reafirma en nombre de Dios la
estabilidad del mundo, la continuidad de la vida, el sometimiento del caos,
para los que son justos como el justo Noé. Es a la humanidad como Noé a quien
se hace la promesa. Los destinatarios entienden qué significa alianza: ámbito
de paz, de vida, de salvación de Dios. A los hijos de la fidelidad de Noé no
les perturban los diluvios que puedan sobrevenir, pues para ellos es el signo de
la paz el que da la justa perspectiva.
A pesar de esa
inmediata intención pastoral, el pacto sitúa esta alianza más allá de la sinaítica y de la abrahamítica,
para deshacer todo particularismo en el propósito de salvación de Dios. Se sale
del reducto particular de salvación e incluye la humanidad entera y hasta el
cosmos. Es promesa de salvación para quienes no pertenecen a una historia
particular de salvación. El Dios creador y salvador está en todas las historias
humanas de elección y aun fuera de ella. La ley sencilla de esa alianza
universal es el respeto a la vida del otro como a la propia, por cuanto el otro
es para el yo la imagen viva de Dios.
El salmo
responsorial Salmo 24 (24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9), de hoy resume la realidad de
la misericordia divina anunciada ya en la primera lectura.
Así repetimos en la estrofa: "tus sendas, señor, son misericordia y
lealtad para los que guardan tu alianza"
Nos
encontramos ante un salmo que respira una ferviente piedad personal. Y ante una
oración más bien curiosa. En realidad el procedimiento adoptado para su
composición es el llamado alfabético. Es decir, que el autor para componer el
salmo sigue la sucesión de las letras del alfabeto. El primer versículo
corresponde a la primera letra. Y así sucesivamente..., respetando
rigurosamente el orden.
Este método para
un israelita era un buen método. También el alfabeto es un don de Dios. Por eso
es usado para alabar a Yahvé: incluso en la sucesión de las letras. En cierto
sentido es restituido al Señor, elaborado por la inteligencia humana, lo que él
le ha regalado. Además no hemos de olvidar otro aspecto religioso del
alfabetismo: alabar a Dios con las mismas letras con que ha sido escrita la
ley.
Todo el salmo
oscila entre dos polos: lo que ha hecho o lo que hace el Señor, y lo que ha
hecho o hace el salmista.
Dios es
presentado como el que indica el camino justo a seguir:
Hace caminar a los humildes con
rectitud,
enseña su camino a los humildes.
(v. 9).
enseña su camino a los humildes.
(v. 9).
Incluso quien se ha equivocado no es
abandonado a sí mismo:
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores (v. 8).
y enseña el camino a los pecadores (v. 8).
El salmista en su oración se hace
atrevido. Llega a sugerir al Señor lo que debe olvidar.
No te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud (v. 7).
ni de las maldades de mi juventud (v. 7).
Y también lo que debe recordar:
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas (v. 6).
y tu misericordia son eternas (v. 6).
Y si te
quieres acordar de mí no te pares en mis imbecilidades:
Acuérdate de
mí con misericordia
(v. 7).
En otras
palabras, recuerda cuánto amor, cuánta paciencia y cuántos sufrimientos te he
costado.
En definitiva,
el autor de esta oración elige el caer en la emboscada de la misericordia
"Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor."
Soy un
pecador, soy un miserable, pero me he agarrado a un cable que a pesar de todo
no he soltado: «en ti confío» (v. 2), «tú eres mi Dios y mi salvador» (v. 5).
Mi esperanza no será defraudada (v. 2); el haberme agarrado con todas las
fuerzas a esa cuerda no habrá sido en vano. Y asi
suplica al Señor:
Señor, enséñame tas caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame... (v. 4- 5).
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame... (v. 4- 5).
San Pedro en
su Primera Carta (1 Pd 3, 18-22), Este teCristo es un esquemático símbolo de fe (cfr. I Cor. 15,
3ss): Cristo sufre, recibe vida por el Espíritu, proclama la victoria, llega al
cielo y está sentado a la derecha de Dios. A este sucinto símbolo, Pedro añade,
probablemente basado en la apocalíptica judía tardía, un largo relato que no
debemos interpretar en su literalidad y que rellena
el hueco de espacio comprendido entre la muerte y la resurrección del Señor.
v. 18b: Jesucristo
era hombre y por eso lo mataron; pero en él habitaba la plenitud del Espíritu
que da la vida y por eso resucitó (Rm 1. 4).
vv.19-20: Este
versículo es, sin duda uno de los más oscuros de todo el NT; pero sea lo que
fuere de su interpretación exacta, parece cierto que aquí se afirma la eficacia
salvadora universal de la muerte y la resurrección de Cristo; que éste es el
verdadero sentido del "descenso a los infiernos" (cf. Rm 10. 7; Ef 4. 8-10). Muriendo
por los pecadores, Jesús desciende hasta el corazón del mundo, hasta las
raíces, y lo renueva todo desde los cimientos. Así Cristo se constituye como un
nuevo principio universal que beneficia incluso a los que ya fueron y a los que
serán.
En este
fragmento cristológico hay expresiones enigmáticas y referencias oscuras: la
predicación a «los espíritus encarcelados que antiguamente fueron rebeldes»
(19-20). Pero es claro lo que el autor quiere subrayar: incluso la muerte ha
quedado sometida al Cristo glorificado. En frase de Melitón de Sardes, «yo he
destruido la muerte y he triunfado del enemigo, he pisoteado al hades, he atado
al fuerte y he hecho al hombre llegar a lo alto del cielo». El dominio de
Cristo sobre la muerte es uno de los motivos centrales y más importantes del
NT. El autor enlaza íntimamente la destrucción del poder de la muerte con el
bautismo.
vv. 21-22: La
mirada retrospectiva hasta los días de Noé para mostrarnos de alguna manera la
extensión universal de la gracia de Cristo, le sirve al autor de pretexto para
hablarnos del bautismo cristiano; pues de la misma manera que Noé fue salvado
de la muerte, emergiendo con su arca sobre las aguas, así somos nosotros
salvados por el bautismo, en el que nacemos a la nueva vida. El bautismo es el
símbolo eficaz que nos enrola en la muerte y resurrección de Cristo. Por esta
participación en la muerte de Cristo somos recreados, regenerados y adquirimos
una conciencia pura. Lo cual no sucede sin la fe, sin la interpelación a Dios.
En Evangelio
de hoy de San Marcos (Mc 1, 12- 15 ).El relato nos
situa unos meses más tarde del bautismo en
el Jordan, al comenzar el verano del año 28 y después
de ser apresado Juan Bautista, comienza la predicación de Jesús en Galilea. Y
así, reducido al silencio el último de los profetas, Jesús, que es la misma
Palabra, se alza en medio del pueblo anunciando la Buena Noticia.
En el texto San Marcos construye el relato de
las tentaciones de Jesús en torno a tres elementos, que sitúa uno al lado del
otro sin una vinculación aparente: el Espíritu "empuja" a Jesús al
desierto; Jesús permanece cuarenta días en el desierto tentado por Satanás;
vivía entre los animales salvajes y los ángeles le servían.
Fijémonos en
las escenas del texto:
La escena
inicial en los vv. 12-13 está en estrecha relación con la anterior en la que
Jesús ve rasgarse el cielo y al Espíritu descender sobre Él. Es este Espíritu
el que ahora toma la iniciativa impulsando a Jesús al desierto. Aquí y durante
cuarenta días Jesús es tentado, convive con animales salvajes y es servido por
ángeles. En el relato de hoy la tentación no se produce al final de la estancia
en el desierto, sino que se extiende a lo largo de toda ella.
La escena
siguiente en los vv. 14-15 se desarrolla en Galilea después del arresto de
Juan. Aquí el sujeto de la acción es Jesús lanzando a los cuatro vientos
"la Buena Noticia de Dios". La primera parte del v. 15 especifica en
qué consiste esa buena noticia: "Se
ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios" La segunda parte
del c. 15 formula las actitudes a adoptar de cara a la Buena Noticia: cambiar
la mentalidad-comportamiento y dar crédito a la Buena Noticia.
En este texto hay
un contraste muy marcado: Jesús durante estos cuarenta días es tentado por Satanás;
pero vive pacíficamente entre alimañas y servido por los ángeles. Es posible
que se refleje aquí, antes de comenzar la vida pública, aquella situación
originaria del éxodo, en el que, durante cuarenta años, Israel fue sometido a
todas las tentaciones y a la vez fue objeto de los beneficios de Dios.
Por otra
parte, la pacificación de las fieras viene a ser el restablecimiento de un
orden paradisíaco (Gn 2. 19s). Además, el servicio de
los ángeles significa el trato familiar que mantiene con el Padre el que ha
sido llamado y es en verdad su "Hijo amado". Todo ello indica que va
a comenzar una nueva creación y que en Jesús va a ponerse en marcha el nuevo
pueblo de Dios.
Para nuestra vida
Las lecturas
de hoy inciden en el tema de la Alianza. La Alianza de Dios con Noé, indica que
la vida recomienza después del descalabro del diluvio. Y recomienza con la
promesa de Dios que se hace cargo personalmente del hombre y de la creación
entera: "El pacto que hago con
vosotros y con todo lo que vive...". Son unas buenas palabras
estimulantes, al comenzar este tiempo: en toda realidad está la marca de la
vida de Dios, el amor de Dios. Y, con este convencimiento, vale la pena caminar
por su camino, como dice el salmo. Y tiene profundo sentido valorar la vida, la
humana y la de toda realidad creada, si ya tiene sentido por sí misma; mucho
más tendrá si la vemos como vida de Dios.
Y esa vida que
valoramos, nos lleva a valorar la nueva vida en Jesucristo (2a.lectura): la
vida que recomienza surgiendo del agua del diluvio es signo de la vida nueva
que renace del agua del bautismo. La Pascua será celebrar que nuestra débil
pero tan querida vida ha sido potenciada hasta el infinito.
El leccionario
bíblico de este primer domingo subraya dos aspectos de la misma realidad, el
bautismo y la conversión, es decir, la acción salvífica y gratuita de Dios y la
respuesta humana. Por eso el diluvio ha sido interpretado litúrgicamente como
el gran bautismo de la humanidad, que fue recreada para establecer con Dios una
nueva alianza.
La Cuaresma es
diluvio y es desierto. Diluvio que ahoga el pecado y mueve a construir el arca
de salvación que permite ver el arco iris de la esperanza y es signo de que
Dios está en paz con nosotros. Es desierto por la espiritualidad de despojo que
se nos transmite, pues vivimos de paso hacia la tierra prometida, que es el
cielo.
La conversión
es el gran mensaje cuaresmal. Convertirse es mucho más que hacer penitencia o
lograr privaciones momentáneas. La conversión verdadera es síntesis de toda la
experiencia cristiana, explosión gozosa del deseo de Dios y cambio radical de
los deseos egoístas del corazón.
Vemos como ya
en la primera lectura aparece la voluntad bondadosa de Dios, de hacer un
pacto con la humanidad en la persona de Noé: este pacto no está condicionado a
la respuesta del hombre, sino que se basa única y exclusivamente en el amor y
la misericordia de Dios. "Dijo Dios a Noé y a sus hijos: yo
hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes".
Después del diluvio, Dios promete a
Noé un pacto, una Alianza: no volverá a haber otro diluvio que devaste la
tierra. En esta voluntad divina de la Alianza, vemos como la misericordia de
Dios es más grande que el pecado del hombre. Esto debe de llenarnos de
agradecimiento a Dios y debe animarnos a serle fieles, movidos más por su amor,
que por el miedo a sus castigos. Lo mismo que la misericordia de Dios para con
nosotros se basa únicamente en su amor incondicional a nosotros, así nosotros
debemos responder con fidelidad al amor de Dios. Las normas morales que se
basan únicamente en el miedo al castigo, aunque sea pedagógicamente, no son,
teológicamente, las más fieles a la realidad narrada en los textos bíblicos.
La segunda lectura nos recuerda que llegada la
plenitud de los tiempos, se obró un gran prodigio en favor de la humanidad. Esta lectura
es una profesión de fe en el Cristo Pascual. Se trata de un himno en el que se
halla incluida la alusión al diluvio y al bautismo. El himno lo forman las
frases que hablan de cómo Cristo ha muerto y ha descendido a la profundidad de
la muerte, pero es devuelto a la vida, ha resucitado y está a la derecha de
Dios. Cristo Resucitado, como prototipo de la salvación, auténtico Cabeza de la
nueva humanidad, tras el juicio de Dios sobre el pecado que tuvo lugar en la
Cruz. La Resurrección es la nueva creación. Entre las estrofas de este himno se
intercala la alusión al diluvio en tiempos de Noé (conectando así con la
primera lectura) y su carácter tipológico respecto al bautismo cristiano. Lo
que el diluvio decía típicamente (pecado, juicio, salvación, nueva humanidad),
se ha realizado eminentemente en Cristo (que asume el pecado, es llevado a la
muerte pero luego resucita), y lo participamos nosotros a partir del Bautismo
(también aquí: pecado, participación en la victoria de la Cruz, nueva vida en
Cristo).
Se nos recuerda que la salvación no fue pura
quimera, fue una realidad al alcance de todos y cualquiera, gracias a la obra
de Jesús. Él Hijo de Dios , trae la
salvación universal a todos. Muchos esperaban
la salvación desde los tiempos de Noé y hasta antes. La Palabra de Dios sigue
viva y eficaz. En este inicio del tiempo de Cuaresma, la Palabra ha de
llevarnos a una conversión más profunda, a un sentirse impregnados, por el
mensaje, de salvación que nos anuncia y proclama la Palabra.
El evangelio nos
presenta a Jesús tentado en el desierto. Fijémonos en
las primeras palabras: "El Espíritu empujó a Jesús". Jesús es nuestro
modelo: esta Cuaresma y la vida entera son un desierto, una travesía; nosotros
somos probados, pero tenemos a disposición el alimento celestial. ¿Nos dejamos
conducir por el Espíritu, como él?. El desierto, en la vida de cualquier
persona, es un camino inherente a la condición y naturaleza humana. Hablar de
desierto en el camino de la vida cristiana es hablar de momentos difíciles por
los que tendremos que pasar. Pueden ser dificultades físicas, en forma de
enfermedad, o dificultades psicológicas y espirituales, en forma de crisis
interiores y tentaciones, o problemas sociales, en forma de dificultades
económicas, relaciones laborales o familiares. Todos los santos y todas las
grandes personas tuvieron que pasar por desiertos interiores o exteriores,
antes de llegar a ser lo que fueron.
También
Cristo, como hemos visto hoy en este
relato de san Marcos, tuvo que pasar por el desierto, antes de comenzar su vida
pública. Y no lo hizo empujado por sus deseos más naturales, sino empujado por
el Espíritu. El desierto fue para Jesús un lugar de privaciones materiales y de
tentaciones espirituales, el desierto es lugar de prueba y de fortalecimiento.
También todos nosotros deberemos aceptar los momentos de desierto interior y
exterior, si queremos caminar fuertes en nuestra vida.
En la Liturgia
de las Horas hay un himno que nos habla del desierto de nuestro corazón. Nos
puede servir de meditación.
" Hoy sé que mi vida es un desierto, en el que nunca nacerá una
flor, vengo a pedirte, Cristo jardinero, por el desierto de mi corazón.
Para que nunca la amargura sea en mi vida más fuerte que el amor, pon,
Señor, una fuente de alegría en el desierto de mi corazón.
Para que nunca ahoguen los fracasos mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza en el desierto de mi corazón.
Para que nunca busque recompensa al dar la mano o al pedir perdón, pon,
Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón.
Para que no busque a mí cuando te busco y no sea egoísta mi oración, pon
tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi corazón. Amén (
Lunes II semana, laudes) (Anónimo)
Jesús, el protagonista, llevado al desierto
por el Espíritu, es tentado por el maligno, en esos los míticos cuarenta días.
Se dejó tentar, permitió que fuera atacado por los enemigos peores que el
hombre tiene, aquellos que surgen de su mismo interior. El hambre que procede
del estómago, era expresión de otras muchas tentaciones, más difíciles de
superar. Vivía entre alimañas, servido por ángeles. Exactamente como nosotros
nos sentimos rodeados, atacados, pero protegidos por el favor de Dios que nos ayudara a superar las
tentaciones. En los caminos de la vida Dios nos ofrece su ayuda, su
colaboración.
El contenido
del mensaje de Jesús se expresa programáticamente en estas palabras: Pasó el
tiempo de la espera, se acerca el reinado de Dios; los que deseen participar de
los bienes del reino, han de convertirse y creer la Buena Noticia.
El
advenimiento del reinado de Dios pone al hombre ante la decisión, pues ha de
cambiar de mente y de corazón; que esto es hacer penitencia. Sin embargo se
trata de un anuncio gozoso, de una buena noticia. La respuesta del hombre ha de
ser un cambio gozoso, una salida al encuentro de Dios, que viene en Jesucristo,
a liberarnos.
El texto de hoy
nos permite reflexionar en uno de los sentidos fundamentales de la Cuaresma: la
conexión viva entre conversión y fe. Jesús anuncia la buena noticia de la
liberación, tras haber superado y vencido las fuerzas del mal. Y el contenido
de su mensaje se reduce a decir: "Convertíos y creed". Fe y
conversión son dos realidades inseparables. Creer es convertirse; convertirse
es creer. Sólo podemos creer si entablamos una lucha eficaz contra el mal. Sólo
podemos luchar contra el mal si tenemos fe en la victoria.
El objeto de
la fe es ver en Jesús al hombre según el plan de Dios (Marcos nos presenta a
Jesús en el desierto conviviendo con alimañas y con ángeles, signo del hombre
reconciliado con toda la naturaleza, conforme al sentido de la alianza cósmica
de que habla la 1a.lectura); creer que en un momento de la historia, en un
lugar determinado, ha existido un ser que ha combatido y vencido a las fuerzas
del mal. Creer, pues, que cada miembro de la humanidad, de la cual Cristo es la
cabeza, puede pasar por la brecha que él ha abierto y llegar a una vida
superior. El objeto de la fe se refiere a esta buena noticia. Creer es
reconocer en Jesús, no sólo al más poderoso de los hombres, sino aquel que
tiene la misma fuerza que Dios y que por eso puede vencer con tanta seguridad,
certeza y libertad.
Resumiendo el contenido de las lecturas, nos percatamos
de que estamos llamados a iniciar este
tiempo de Cuaresma , percatándonos de que el mal y la tentación están cerca de
nosotros. En este domingo se nos sitúa ante nuestra responsabilidad en las
tentaciones de la vida. La tentación está ahí, acecha a todo ser humano. Lo
malo no es ser tentado, Jesús también lo fue, lo malo es caer en la tentación. Está
nuestra capacidad de elegir: de consentir o de vencer. El evangelio de Marcos
en este primer domingo de Cuaresma nos presenta este lado profundo y real del mal. Pero también presenta a otras
realidades que nos ayudaran a buscar y vivir en el bien: El Espíritu, Jesús,
Dios y su proyecto. Toda vida humana pasará la prueba de la tentación. La
tentación es la posibilidad, siempre presente, de abrirle las puertas a fuerzas
que se oponen al proyecto fraterno de Dios. El seductor es el que me aparta de
mí mismo. Una gran tentación es eludir nuestras responsabilidades y así vernos
libres del trabajo que comporta una vida entregada a la misión que Jesús nos
encomienda. Sin embargo, en nosotros hay una llamada a dejarnos guiar por el
Espíritu, a optar por Dios como compañero de camino, nunca para manipularlo y
servirnos de Él, sino para que se realice el destino de vivir en libertad, pese
al “poder de las tinieblas”. No olvidemos que el actor principal de la
tentación es ya un ser vencido por la muerte y resurrección de Cristo. tendrá
sus artimañas pero es ya un derrotado.
La Cuaresma es
un tiempo de conversión y por ello es un tiempo privilegiado para la oración.
La oración es esencial para entender y comprender la voluntad de Dios. Y si no
la entendemos ni la comprendemos es porque, muchas veces, no valoramos los
desiertos de la oración, el silencio, la reflexión o la lectura asidua de la
Palabra de Dios.
Que el Señor
nos ilumine en este tiempo de camino a la Pascua:
a) Ante la
tentación del materialismo, el saber defender el “ser” antes que el “tener”.
Cuántos hermanos nuestros viven en situaciones de dificultades y de desencanto
porque no han sabido medir ni controlar su avaricia
b) Ante el
incentivo de la vanidad hay que adorar al Único que se lo merece: a Dios. La
vanagloria, los aplausos y el engreimiento son fiebres que se pasan en cuatro
días ¿Qué queda luego? Las secuelas de las grandes soledades.
c) Ante la
incitación del poder, el dominio de uno mismo. El poder en la vida de un
cristiano es el servir con generosidad y el ofrecer sin esperar nada a cambio.
En esta
cuaresma se nos invita a dedicar tiempo a analizar nuestras tentaciones más
frecuentes y nuestra actuación en
ellas. Si vivimos en intimidad
con el Señor Dios, Él no permitiría que
la tentación supere nuestras fuerzas, ni nuestra capacidad de evitarla. Y, sin
embargo, caemos una y otra vez. La realidad es que cuando se analiza nuestra
caída y la naturaleza del pecado cometido
vemos que a veces, demasiadas veces ha sido por imprudencia . Vamos directamente
al engaño por falta de cuidado o reflexión.. La
realidad es que la tentación existe, que es persistente, si le dejamos
sitio. Y la mejor forma de salir de ella es no dar pábulo a sus argumentos. Ahí
lo de huir no es de cobardes, sino de perspicaces e inteligentes.
"Quien quiera servir a Dios puede
contar con tentaciones, preparase
contra ellas; el mejor preparativo es armarse de fortaleza,
para hacerles frente cuando vengan (San Francisco de Sales)
El ocio y la pereza es origen de muchas tentaciones.: la tentación nunca nos coge
tan flacos como cuando estamos tan ociosos"...“No dejéis que se entretenga vuestro espíritu en pensamientos varios e
inútiles; si se acostumbra a éstos, luego pasará más allá, deteniéndose
en los malos y nocivos”.(San
Francisco de Sales).
“Combates tendréis y no pequeños, porque
nuestros enemigos son muchos y muy crueles, por tanto no os descuidéis; si no,
luego sois perdidos. Si los que velan aún tienen trabajo en guardarse, qué
pensáis será de los descuidados, sino ser todo vencidos” (San Juan de Ávila)
Las tentaciones actúan en el hombre de tres maneras:
1º engañando el entendimiento con falsas
ilusiones, por ejemplo: me salvaré aunque siga pecando, con esto seré feliz...
2º Debilitando nuestra voluntad, debilitándolo
a base de caer continuamente en la comodidad, la negligencia, la fantasía, dejándome
llevar por la pereza, etc.
3º instigando a los sentidos internos,
principalmente la imaginación, ofreciendo imágenes sensuales, soberbias, odios,
envidias etc.
La tentación sólo puede incitar a pecar, pero nunca nos puede obligar a
pecar, porque la voluntad permanece dueña de la libertad. También contamos
con la ayuda de Dios, su presencia, su Palabra, la gracia divina. La tentación
es pecado, no cuando la sentimos, sino cuando
voluntariamente la consentimos.
Pero estamos ya inmersos en la historia de Salvación divina.
San Juan de Ávila nos advierte: "el hombre que se cree a sí mismo no
ha menester demonio que lo tiente, que él es demonio para sí."
Esto es verdad, , pero también es verdad que detrás de cada tentación,
directa o indirectamente, está el demonio.
El oficio del demonio es tentar, llevar a los
hombres a pecar.
El demonio empieza con una sugestión o mera
representación del mal y
después sigue con complacencia deliberada y consentimiento de la
libertad.
Las tentaciones se vencen con la frecuencia de
los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, la oración, la mortificación
de los sentidos, la abnegación del entendimiento y de la voluntad, la huida de las
ocasiones de pecado y, sobre todo, con la oración.
Santa Teresa nos advierte:"Son
tantas veces las que estos malditos demonios me atormentan,
y tan poco el miedo que ya
los he,
con ver que no pueden
menear si el Señor no les da licencia…
Sepan que cada vez se nos
da poco de ellos quedan con menos fuerza y el alma muy más señora…
Porque no son nada sus fuerzas si no ven almas rendidas a ellos y cobardes
que aquí muestran ellos su poder” (Santa Teresa de Jesús)
TeCristos del Catecismo
de la iglesia Católica para el Primer domingo de Cuaresma
CEC 394,
538-540, 2119: la tentación de Jesús
CEC 2846-2949:
"No nos dejes caer en la tentación"
CEC 56-58, 71:
la Alianza con Noé
CEC 845, 1094,
1219: el Arca de Noé prefigura la Iglesia y el Bautismo
CEC 1116, 1129, 1222: Alianza y sacramentos
(especialmente el Bautismo)
CEC 1257,
1811: Dios nos salva por medio del Bautismo
Rafael Pla
Calatayud.
rafael@sacravirginitas.org
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