Comentarios Lecturas del
VI Domingo del T O 15 de febrero de 2015
Hoy 14 de febrero se celebra ya en todo el mundo el “día de San
Valentín”, pero en realidad en el nuevo calendario litúrgico, ese día se
celebra a los santos Cirilo y Metodio, los hermanos monjes originarios de
Tesalónica (actual Salónica, Grecia), que a principios del siglo IX,
evangelizaron a los pueblos eslavos, y a quienes Juan Pablo II proclamó
patronos de Europa.
El recordar a los patronos de Europa es un buen inicio de las reflexiones de hoy desde la
palabra proclamada.
La primera
lectura ( Levítico,13, 1-2.44-46), nos enmarca en el tema del evangelio que la realidad
de la lepra y su entorno social y religioso.
El salmo de
hoy (Salmo 31), es expresión de la confianza en la obra sanadora y salvadora, realidad
puente entre la primera lectura y la segunda y el evangelio. Sanación que rompe las barreras que
separan a las personas, devolviendo la realidad inicial de la persona humana
creada a imagen y semejanza de Dios.
TÚ ERES MI
REFUGIO; ME RODEAS DE CANTOS DE LIBERACIÓN".
Dichoso el
que está absuelto de su culpa,
a quien le
han sepultado su pecado;
dichoso el
hombre a quien el Señor,
no le apunta
el delito. R.-
Había
pecado, lo reconocí,
no te
encubrí mi delito;
propuse:
"Confesaré al Señor mi culpa",
y tú
perdonaste mi culpa y mi pecado. R.-
Alegraos,
justos, con el Señor;
aclamadlo,
los de corazón sincero. R.-
En la segunda lectura (1
carta de los corintios, 10, 31;-11, 1), San Pablo responde a las
cuestiones planteadas por los nuevos cristianos en Corinto, "Cuando comáis o
bebáis o hagáis cualquier cosa, hacedlo todo para gloria de Dios". Los cristianos de
Corinto le habían preguntado a san Pablo si se podían comer carnes previamente sacrificadas
a los ídolos, así como otras cuestiones relativas a la liturgia de la
comunidad, como el uso del velo de las mujeres, o la celebración de la cena del
Señor de una forma determinada. San Pablo les pone delante su propio ejemplo y
les dice que la ley suprema del cristiano es la caridad, no poniendo por encima
de todo el bien propio, sino el de la mayoría, para que todos se salven. Todo
deben hacerlo a la mayor gloria de Dios, sacrificando, cuando lo crean
conveniente, su propio interés y sus preferencias particulares al bien común de
la Iglesia. Se trata de construir la Iglesia de Cristo según la ley de Cristo,
que no fue otra que la del amor a Dios y al prójimo. Pablo escribe que, sea
lo que fuere, ya comamos o bebamos o hagamos cualquier cosa, la suprema norma
de conducta cristiana es dar gloria a Dios. Pablo les ofrece su propio ejemplo
y les invita a que le sigan en la medida en que él mismo sigue a Jesucristo.
El evangelio de hoy
(Marcos,
1, 40-45), nos sitúa ante la realidad de la lepra y el tratamiento que tenía en el pueblo judío. Las medidas tomadas
por los sacerdotes respecto a la pureza tenían una finalidad en primer lugar de
tipo higiénico: evitar el contagio; pero la finalidad más importante era de
tipo cultico, ya que las afecciones descritas deforman la presencia externa del
hombre. La no integridad física los hacía incompetentes para el culto. La
persona declarada impura era alejada de la comunidad. El pueblo, propiedad de
Dios, es santo y la impureza atenta contra esa santidad. El grito de
"impuro" sirve de aviso para que los otros miembros de la comunidad
no se le acerquen. Se les consideraba personas "apestadas", eran
separados de la comunidad y del culto y tenían que vivir alejados de todos,
como "excomulgados". La lepra, decían, era consecuencia de su pecado,
el castigo por su mala conducta. No cabe duda de que la actitud ante ellos era
sumamente humillante y vejatoria. El leproso vivirá solo hasta que sea
declarado puro por el sacerdote.
Jesús se acerca al leproso y le toca con su mano. Dos actitudes,
acercarse y tocar. Frente a la legislación rigurosa y discriminatoria que
excluía a los leprosos, Jesús actúa con misericordia --poniendo el corazón en
la miseria--. El cura y, sobre todo, pone sus ojos de amor en aquel hombre. Hemos
de aprender a mirar no con nuestros ojos, sino desde los ojos y sentimientos de
Jesús, que se fija en el necesitado y sale a su encuentro. Sólo pide fe, la
confianza del leproso, que le dice: "Si quieres, puedes curarme". Y
Jesús....le devolvió la salud y la dignidad. ¿Qué actitud tomamos ante esas
personas que están tiradas al borde del camino? Comencemos ya ahora a tener
actitudes de amor hacia el necesitado. La compasión, el consuelo, el cuidado de
la persona herida, el ejercicio de la misericordia con el prójimo es lo que hoy
día llamamos solidaridad. Es la participación personal en las necesidades y
sufrimientos del otro. No se trata de dar, sino de "darse", es
manifestar al hermano sufriente que "lo que a ti te pasa, a mí me importa
y me conmueve".
Resumamos las
reflexiones de las lecturas de este domingo.
De la segunda lectura nos queda un claro
mensaje: nadie puede dar gloria a Dios si desprecia olímpicamente la conciencia
de los demás. Por eso es preciso no escandalizar a nadie, ni a los judíos ni a
los gentiles, ni a los de fuera ni a los hermanos en la fe. Esto significa para
los fuertes que no deben herir la susceptibilidad de los débiles, aunque no
deben renunciar tampoco a confesar la libertad de los hijos de Dios ante los
gentiles. Se nos invita a actuar teniendo en cuenta la situaciones concretas
personales. Una
actitud necesaria para nosotros creyentes hoy es buscar, por encima de todo, el
reino de Dios y su justicia y todo lo demás se nos dará por añadidura. El ejemplo de Pablo
puede evitar hoy muchas tensiones inútiles dentro de la iglesia.
Del evangelio queda un ejemplo para nosotros y una llamada de atención: tenemos que acercarnos al necesitado,
acogerle con cariño y estar dispuestos a tenderle nuestra mano. Las manos
sirven a veces para golpear, para rechazar, para desplazar al otro. Jesús
emplea su mano para perdonar, para acoger, para ayudar, para apoyar al que se
tambalea, para guiar al que no encuentra el camino. Dios nos ama personalmente
y apasionadamente. Lo ha demostrado en Jesús de Nazaret y lo podemos comprobar
en la curación del leproso. Su amor está por encima de la justicia humana.
Para nuestra vida también nos presenta como ejemplar la actitud del
leproso. El leproso
del Evangelio viene hasta Jesús, se acerca a él. En nuestra vida, esto es lo
primero que hemos de hacer, si queremos ser curados de la lepra de nuestra
alma, acercarnos a Cristo, llegar hasta donde está él, oculto, pero presente en
el Sagrario. Venir también hasta el sacramento de la Penitencia para confesar nuestros
pecados con humildad, para que él nos perdone y nos dé fuerzas para no
ofenderle nunca más.
Somos
los hombres y mujeres de todos los tiempos quienes marcamos fronteras y
divisiones innecesarias. Los que decretamos la bondad o la maldad de algunos de
nuestros semejantes. Pero eso Dios no lo hace ni lo dice. Y es que el fondo de
lo que dice Pablo hay una invitación a la unidad de todos, dentro del amor y en
comunión con Dios. Y Pablo de Tarso no hace otra cosa que imitar a Jesús. Así
es el Señor Jesús quien nos lo enseña mediante la palabra inspirada de Pablo.
Una perfecta vida
burguesa, pasar de todo lo que se salga de los caminos trillados ya por la
especie humana, conservaréis la calma, la paz. Y la tranquilidad de conciencia,
se atreven a añadir. Sí, la paz de los perezosos, de los injustos políticamente
correctos, como se dice hoy en día. Sin querer reconocer que se arrastra una
vida injusta a la luz del mensaje evangélico. Como, bebo, visto, compro y miro,
haciéndolo todo para la gloria de Dios, así lo afirmo, estoy convencido y
basta, repiten. San Pablo en nombre de Dios nos dice: no seas motivo, con tu
comportamiento, de que otros prescindan de Dios y crean que Él es injusto,
caprichoso. Que te da a ti lo que a otros niega. Pensará así, al verte, al
conocer la vida que llevas y reclamen a Dios justicia, para conseguir ellos, lo
que tienes tú. Su reflexión será, tal vez, impropia, pero sumida en la tristeza
de la que serás culpable.
Nuestro
comportamiento en todo debe ser de tal manera, que nuestras decisiones las
tomemos de acuerdo con las apetencias justas de los demás, no por lo que nos marque nuestro egoísmo. Ser indiferentes a los otros, sentir lástima por las
víctimas de desgracias naturales, por las crisis económicas inesperadas, sin
hacer nada por ellos, sin tener siempre presente que ser cristiano es
compartir, es olvidar errónea e injustamente, el mensaje de Jesús.
Dediquemos
esta semana que empieza (el miércoles comienza la Cuaresma -tiempo de conversión-) a meditar sobre esos caminos de amor a Dios y a los
hermanos. !Ojala nos concienciemos profundamente sobre que barreras que nos separan del prójimo y no inventar –o favorecer-- leyes que nos
separan de él o que traigan desigualdad y odio entre nosotros ¡. El leproso tuvo
un acto de valentía y se acercó, contra todos y todo, a Jesús. ¿Qué actos de
valentía evangélica estamos dispuestos a tener y adoptar en nuestra vida.
Lea el mensaje completo del Papa Francisco para la Cuaresma 2015 en: https://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-mensaje-del-papa-francisco-para-la-cuaresma-2015-44676/
No hay comentarios:
Publicar un comentario