"Si tu hermano peca, repréndelo a solas..."
Cada domingo nos reunimos en el nombre del Señor. Somos su
Pueblo. Somos los hermanos convocados por Él. Y Él está en medio de nosotros,
sirve a la Mesa y nos reparte el Pan, que es su Cuerpo. Su amor le lleva a
entregarse completamente por todos y cada uno de nosotros, sus hijos. Y eso lo
vemos aquí, en la Eucaristía. Somos la comunidad de los hermanos que se reúnen
y reconocen la presencia de Dios en esta asamblea. Pero también somos los
hermanos necesitados de perdón y conversión, porque no estamos exentos del
pecado. Y sobre esto, leía dos definiciones sobre conversión y pecado que van
muy unidas al sentir de la Palabra de Dios de hoy.
La
Palabra de Dios de este domingo nos propone hasta cinco temas
de reflexión: la corrección fraterna, el amor al prójimo como resumen de todos
los mandamientos, la facultad de perdonar los pecados, la eficacia de la
oración en común y la presencia del Señor en medio de la comunidad.
El Evangelio nos invita a la corrección fraterna. Hoy no
está de moda la corrección fraterna; en otros tiempos sí. Antiguamente los padres
corregían a sus hijos, los maestros a sus discípulos, los curas a sus
feligreses y, en general, los considerados socialmente superiores tenían
derecho a corregir a sus inferiores. Hoy, en parte, ya no es así. ¿Por qué?
Seguramente, que por muchas razones que yo ahora no sabría enumerar. Quizá
porque todos hemos crecido mucho en autonomía personal y, en parte también,
porque hoy día la gente no quiere complicarse la vida corrigiendo a los demás.
Simplificando mucho, la corrección fraterna es hoy tan importante
como antes. Lo que debe cambiar, para bien, es la forma y maneras de hacer la
corrección fraterna. Lo de “tienes que hacer esto porque lo digo yo que soy tu
padre, o tu maestro, o tu superior” ya no vale. Hoy, más que nunca, la
corrección fraterna sólo será valiosa si la persona corregida ve la corrección
como expresión del amor de la persona que corrige. No te corrijo porque soy tu
padre, o tu maestro, o tu superior, sino porque te amo y vivo preocupado por ti
y de ti. También el talante y el clima de la corrección deben cambiar: la
corrección debe estar acompañada y envuelta en un clima de sencillez, de cariño
y, sobre todo, de humildad. En cualquier caso, debemos reconocer que muchas
veces la corrección fraterna es difícil de realizar y algunas veces hasta
im
Quedémonos con estas
palabras del evangelio de hoy. "Si
tu hermano peca, repréndelo a solas...", estas palabras reflejan el
mensaje salvador de Cristo que nos recuerda que el hombre no puede
desentenderse de su prójimo. Considera que todos somos hermanos y que nadie
puede pensar tan sólo en sí mismo. Los pecados ajenos no pueden dejarnos tranquilos,
lo mismo que no podemos eludir las necesidades ajenas, si está en nuestras
manos el aliviarlas. Por eso cuando alguien obra mal, tenemos la obligación de
corregirle, de advertirle de su error. Y eso hecho por amor y con amor,
buscando el bien del prójimo y no nuestra propia satisfacción o vanagloria. Ha
de ser una corrección de hermano a hermano, a solas y con prudencia, sin
humillar en lo más mínimo. Con el deseo sincero de levantar a quien ha caído,
persuadidos de que también nosotros podemos caer.
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