Mc. 1, 15.
El seguimiento de Jesús comienza por la conversión. El Señor nos pide que dejemos nuestra manera de vivir para creer en lo que nos propone el Evangelio y cambiar de vida.
La conversión está en la médula del mensaje evangélico. Implica un cambio de camino, de mentalidad, de forma de vivir, de pensar, de creer, de amar.
Para vivir la conversión a la que nos invita Jesús en su Evangelio son necesarios cuatro pasos:
Revisar la propia vida y la vida social que nos rodea:
- ¿Cuáles son los valores que mueven nuestra vida?
- ¿Cuáles son los valores que me propone la sociedad?
- ¿Qué situaciones hay en mi vida, en la sociedad que me rodea, que no tienen nada que ver con lo que Jesús propone?
Discernir por dónde pasa el Evangelio en estos días.
- ¿Por qué existen situaciones en mi vida que me alejan de Dios? ¿Por qué existen situaciones en la sociedad que producen injusticia, egoísmo, violencia y exclusión?
- ¿Cómo vivir para ser fieles al mensaje de Jesús?
Cambiar lo que nos aleja de Jesús y lo que impide que la sociedad se construya según los valores del Reino.
- ¿Qué debo cambiar en mi vida para vivir según el modelo que nos transmite Jesús?
- ¿Cuáles son las cosas a cambiar para que en la sociedad se construya el Reino de Dios?
Vivir el cambio que se descubre en la oración, la reflexión compartida, el discernimiento comunitario. Dejar que los hechos ocupen el lugar de las palabras. Cambiar con gestos, con actitudes, con decisiones que impliquen cosas concretas. Vida nueva..
Un camino de conversión para la Cuaresma
Los textos bíblicos de Cuaresma nos introducen en la verdadera espiritualidad que Dios nos invita a seguir, y para vivir esa espiritualidad debemos cambiar el corazón e intentar escuchar la voz de Dios.
Te proponemos un espacio de lectura orante con dos textos bíblicos que se leen en el tiempo de Cuaresma: Is. 58, 1-14 y Mt. 25, 31-46.
Ambos textos los propone la Iglesia en la liturgia diaria de los primeros días de Cuaresma. Representan auténticos indicadores de cuál es el camino a seguir que Dios nos invita a recorrer.
Is. 58, 1-14
El texto es clave para entender el significado de la conversión. La voz de Dios resuena en el texto con claridad y transparencia. Un corazón arrepentido es un corazón compasivo y misericordioso.
1) Leer el texto.
2) Hacer una lista de las actitudes relacionadas con la conversión: para los hombres y para Dios. Comparar esas actitudes.
3) Relacionar las actitudes que Dios exige con la vida de Jesús. ¿Encontramos paralelos? ¿Cuáles?
4) Aplicar al texto los cuatro verbos y sus preguntas, presentados al comienzo del artículo:
- Revisar la vida personal a la luz del texto
- Discernir qué te propone Dios en tu vida concreta a partir del texto
- Cambiar, ¿qué puedes ofrecerle a Dios en esta Cuaresma?
- Vivir. Piensa en un compromiso concreto a partir de lo leído y rezado.
Mt. 25, 31-46
Al leerlo encontrarás una gran coherencia entre la enseñanza de Jesús, su práctica y las enseñanzas de los profetas del Antiguo Testamento.
El texto presenta un camino de vida para seguir los pasos de Jesús y vivir sus enseñanzas en la vida concreta de todos los días. El Dios de la Vida juzgará a las personas por el amor solidario, compasivo y generoso, que brindemos a los demás, en especial a los que sufren y menos tienen.
1) Leer el texto.
2) Hacer una lista de las actitudes que Dios tendrá en cuenta. Comparar con el mensaje de Isaías.
3) Recordar ejemplos y situaciones de la vida de Jesús en las que El mismo viva estas actitudes.
4) Aplicar al texto los cuatro verbos y sus preguntas, presentados al comienzo del artículo:
- Revisar la vida personal a la luz del texto
- Discernir qué te propone Dios en tu vida concreta a partir del texto
- Cambiar, ¿qué puedes ofrecerle a Dios en esta Cuaresma?
- Vivir. Piensa en un compromiso concreto a partir de lo leído y rezado.
por Marcelo A. Murúa
MENSAJE DEL SANTO PADRE
ResponderEliminarBENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2012
«Fijémonos los unos en los otros
para estímulo de la caridad y las buenas obras» (Hb 10, 24)
Queridos hermanos y hermanas
La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.
Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y el acceso a Dios. El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24). Asimismo, se afirma que para sostener esta conducta evangélica es importante participar en los encuentros litúrgicos y de oración de la comunidad, mirando a la meta escatológica: la comunión plena en Dios (v. 25). Me detengo en el versículo 24, que, en pocas palabras, ofrece una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.
1. “Fijémonos”: la responsabilidad para con el hermano.
ResponderEliminar.(Puedes leer todo el mensaje en Benedicto XVI; mensaje Cuaresma 2012....................
Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10). Esta llamada es especialmente intensa en el tiempo santo de preparación a la Pascua. Con mis mejores deseos de una santa y fecunda Cuaresma, os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María y de corazón imparto a todos la Bendición Apostólica.
Vaticano, 3 de noviembre de 2011
BENEDICTUS PP. XVI