Tratando de comprender absolutamente todo a la primera vez: Muchas veces, el entender una parte de la Biblia, requiere mucho conocimiento de lo que había antes, muchas cosas del Nuevo Testamento se basan en el Antiguo Testamento; o es necesario comprender cosas del entorno y del ambiente en que se desarrolló la escritura. Por eso, no podemos pretender comprender todo lo que leamos la primera vez que lo hacemos; lo que sí podemos pretender es entender todo lo que queramos después de investigar bastante. Para eso, podemos ir apuntando todas las dudas que surgen mientras leemos, y después investigamos con personas que conozcan mucho más que nosotros, y que hayan estudiado las escrituras.
Leer la Biblia como si fuera un cuento: Es decir, leer la Biblia, rápido sin detenimiento ni cuidado; cada versículo, cada pequeña parte de la Biblia, puede tener una enseñanza; muchas veces se ha dicho que “el que mucho abarca poco aprieta”, es mejor que duremos un montón leyendo un capítulo de la Biblia meditando bastante en cada partecita, que tener toda la Biblia leída en una semana sin haber aprendido nada para nuestras vidas.
No leamos la Biblia sólo por costumbre: Dicen que todos los extremos son malos, es tan malo no leer la Biblia, como leerla un montón de veces sin saber por qué; obviamente es bueno desarrollar el hábito de leerla todos los días, ojalá hasta varias veces; pero cuando lo hacemos por costumbre, leyendo la Biblia no porque queremos sino porque siempre lo hacemos, podemos caer en un hueco muy feo, donde perdemos la emoción de valorar la palabra de Dios directamente para nosotros.
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