Comentario a
las Lecturas
del III Domingo del Tiempo Ordinario 21 de enero 2018
Estamos en la Semana de la Unidad de los cristianos . La
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es una iniciativa a la que se
adhieren la mayoría de las Iglesias y confesiones cristianas y que se viene
celebrando desde 1908. A través de estos años ha venido configurándose como una
cita anual que nos damos los cristianos de todo el mundo para rezar por nuestra
plena unidad visible según el deseo de Jesús, expresado en su oración a Dios
Padre en la sobremesa de la última Cena: «Que
ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea» (Jn 17, 21).
Centrándonos
en las lecturas de hoy, estas ponen todo su énfasis en la misericordia de Dios,
cuya ternura es eterna.
La primera lectura es del libro de Jonás (Jonás,3,1-5.10) El libro de
Jonás no es un relato histórico, sino didáctico.
Esta es la
segunda vez que Jonás es llamado por Dios. La primera vez que Dios lo envía
como profeta a Nínive para que la ciudad se convierta, Jonás reacciona al
estilo de otros profetas: se resiste, y pretende escapar, en vano, de la acción
de Dios, Nínive es la ciudad más cruel de las que se conocen y sus habitantes
son uno de los peores enemigos del pueblo de Israel.
Lo que se
cuenta en este fragmento es una parte de un librito que, todo él, forma una
narración completa, no una colección de alocuciones como puede ser el caso de
los otros doce profetas.
Todo ese
conjunto, pues, tiene una finalidad didáctica: el poder de Yavé
es equiparable a su bondad y su cuidado por el mundo, por todo el mundo, porque
se extiende a todos los hombres, sin fronteras.
La
misericordia de Yavé es incluso mayor que su justicia
a la hora de condenar; aún más grande que lo que la estrechez de corazón humana
pudiera imaginar. Nadie, ni siquiera Jonás, puede escapar al poder de Dios.
Pero tampoco se ocultará el perdón a nadie, ni incluso a los israelitas que se
conviertan, es decir, que se vuelvan piadosos y dispuestos a la penitencia.
Esto muestra también el universalismo del amor de Dios frente al corriente
particularismo dominante en aquel entonces.
Mediante
esquemas y repeticiones, el autor de esta pequeña obra sólo nos quiere inculcar
que Dios es, ante todo, misericordioso, perdona a todos, incluso a los paganos,
con tal que se conviertan. Y para inculcarnos este mensaje tan extraordinario
nos lo presenta en este relato ejemplar de Jonás, mucho más capaz de
interpelarnos, de hacer que nos sintamos actores... que la afirmación aséptica
de una verdad.
-Los caps. 3,
1-4, 4 forman una unidad literaria concéntrica cuyo núcleo es el edicto del rey
ordenando ayuno y penitencia (3, 6-9). Dios habla con Jonás (3, 1-2) y le
responde (4, 4); Jonás en Nínive (3, 3-4) y su lamentación al Señor (4, 1-3);
efectos de su predicación (3, 5) y consecuencias de la penitencia realizada (3,
10).
Vv 1-3: Nínive,
capital del imperio, era el símbolo de la opresión e injusticia contra Israel
(cf. cap. 1). Los descubrimientos arqueológicos han confirmado que Nínive era
una gran metrópoli (la distancia entre dos de sus puertas de entrada eran de 4 kms.), aunque no tanto como recalca el v. 3. Como centro de
corrupción y de hostilidad juega, para el autor, el mismo papel que Babilonia
en el relato de la torre de Babel (Gn 11, 1-9). Aquí
es enviado Jonás a predicar por segunda vez. Por contraposición al primer
mandato (cap. 1: Jonás huye en vez de obedecer), aquí se dirige a cumplir su
misión. Dios ha vencido la obstinación de Jonás, pero no se dice para nada que
éste haya accedido gustosamente.
-V. 4:
"Dentro de 40 días, Nínive será arrasada". Este es el escueto mensaje
de Jonás, breve, frío..., en nada parecido a la predicación profética. El
número 40 es tiempo de espera, de preparación: 40 días dura el diluvio, 40 años
es la etapa de prueba del desierto, 40...
-V. 5:Efectos
de la predicación de Jonás.
Los extraños
creen (he'emin) y se arrepienten mientras que el
pueblo de Israel no hace caso a su palabra profética (Is
7, 9; 28, 16); los ninivitas se apoyan en Dios, lo toman en serio. El encuentro
personal con el Señor es el centro de toda auténtica religiosidad, traduciéndose
esta fe en obras concretas: ayunos, vestir el sayal... (gestos penitenciales,
de arrepentimiento). La penitencia llega hasta el palacio real, ya que el rey
cambia su trono por la ceniza, su manto por el sayal..., y manda promulgar un
edicto para que todos hagan penitencia y se conviertan al Señor (vv. 6-9). El
bando termina con las palabras "tal vez Dios..."; el perdón es puro
don divino.
-V. 10: Y ante
este volverse de los ninivitas de su mala conducta, Dios también se vuelve de
la anunciada amenaza y concede su perdón. El Señor no quiere la muerte del
hombre, sino su vida; la misericordia divina prevalece siempre sobre su
justicia. Y no sólo se reserva a Israel, sino que abarca al mundo entero. Así,
el mensaje divino es aceptado por el mundo pagano (universalismo).
*
Reflexiones.-Resulta interesante leer la parte final de este relato literario
(4, 1-3). Jonás no entiende que la misericordia divina pueda alcanzar al mundo
pagano y se enfada con Dios. Y el que se irrita porque la mata del ricino se
seca y no puede darle sombra, ¿tiene derecho a quejarse de que Dios quiera
salvar a Nínive? Jonás no quiere romper con sus tradicionales esquemas
teológicos según los cuales la misericordia de Dios sólo debía extenderse al
pueblo de Israel. Y al no querer romper, huye...
En el salmo de hoy (salmo 24) y desde la humildad, pedimos la ayuda
del Señor y reconocemos sus obras de
misericordia "SEÑOR,
ENSÉÑAME TUS CAMINOS".
"Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas.
Haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y
Salvador".
.Dios es
salvador, es bueno y enseña el camino a los humildes para que caminen con
rectitud.
......
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con
rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Asi comenta San Agustin
los versiculos de este salmo 24.
"
4. [v. 4] Queden confundidos los que injustamente hacen cosas
inútiles: queden confundidos los que actúan injustamente para granjearse
cosas efímeras. Indícame tus caminos, Señor; enséñame tus sendas: no las
anchas ni las que conducen a las muchedumbres1 a la
perdición, sino enséñame tus sendas estrechas y de pocos conocidas.
5.
[v. 5] Encamíname en tu verdad, en mi huida del error: cuando huyo de
los errores. Y enséñame, ya que por mí mismo sólo conozco la mentira. Porque
tú eres mi Dios y salvador, y en ti he esperado todo el día: si no sales a
mi encuentro en mi extravío, soy incapaz de volver por mi
mismo, después que me expulsaste del paraíso2 y emigré a
lejanas tierras3. Mi retorno,
efectivamente, ha esperado tu misericordia durante todo el lapso temporal de
este mundo.
6.
[v. 6] Acuérdate de tus misericordias, Señor: acuérdate de las obras de
tu misericordia, Señor, ya que los hombres creen que te has olvidado. Y que
tus misericordias existen desde siempre: y acuérdate de esto: que tus
misericordias comienzan con la creación. De hecho nunca has carecido de ellas
tú que incluso al pecador le sometiste al yugo de la vanidad pero dentro del
margen de la esperanza, y que a tu criatura no la privaste de tantos y tan
grandes consuelos.
7.
[v. 7] No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mi ignorancia:
no reserves para la venganza los pecados de la audacia de confiar en mí ni mis
ignorancias. Actúa como haciendo la vista gorda. Acuérdate de mí, oh Dios,
de acuerdo con tu misericordia: sí, acuérdate de mí sin tener en cuenta la
ira de la que soy acreedor, sino teniendo en cuenta tu misericordia, que es
digna de ti. Por tu bondad, Señor: no en atención a mis merecimientos,
sino teniendo presente tu bondad, Señor.
8.
[v. 8] El Señor es dulce y recto: el Señor es dulce, pues ha usado de
tanta misericordia con los pecadores y los impíos que les ha perdonado todos
los pecados anteriores; pero también es recto el Señor, pues, tras la
misericordia de la llamada y del perdón que entraña la gracia y no los
merecimientos personales, exigirá en el juicio final los méritos
correspondientes. Por eso impondrá la ley a los que delinquen en el camino:
porque ha dado como garantía la misericordia para llevarlos al camino.
9.
[v. 9] Dirigirá a los humildes en el juicio: dirigirá a los humildes y
no atemorizará en el juicio a quienes acatan la voluntad de Dios y no anteponen
la propia rebelándose contra él. Enseñará a los humildes sus caminos:
enseñará sus caminos no a los que prefieren ir delante como sintiéndose capaces
de ser los mejores guías de sí mismos, sino a los que no caminan cuellierguidos
ni dan coces mientras se les impone el yugo suave y la carga ligera4. " ( San Agustín, Comentario a los salmos.
http://www.augustinus.it/spagnolo/esposizioni_salmi/index2.htm
).
La segunda lectura es de la primera carta a los
corintios (1 Cor 7, 29-31), Este breve
pasaje forma parte de una larga argumentación de Pablo encaminada a explicar a
sus lectores que, desde JC, el matrimonio, aun cuando sigue siendo bueno, ya no
es algo absoluto, y que la relación de los sexos no se resuelve ya tan solo en
la unión conyugal, sino también en el encuentro personal de cada uno con el
Señor.
a)El argumento
principal mediante el que Pablo relativiza, por una parte, la institución
matrimonial remite a la nueva concepción del "tiempo" nacida de la
venida en el tiempo del Dios hecho hombre: el "tiempo se hace corto"
(v. 29) y "pasa la figura de este mundo" (v. 31).
El texto es
una exhortación a interesarse por los temas principales sin dejarse absorber
por los inmediatos.
Pero aunque no
tengamos ahora la misma idea que Pablo o sus coetáneos, el texto sigue teniendo
validez.
Primero,
porque el encuentro de cada uno con el Señor puede ocurrir en cualquier
momento, aunque no sea porque la parusía va a venir en seguida. Pero los
accidentes de carretera, por ejemplo, o cualquier otro modo de muerte rápida,
nos puede hacer encontrarnos con Dios definitivamente en cualquier momento. Y
aunque esto no resulte hoy día muy popular, no deja de ser cierto.
En segundo
lugar, más generalmente, porque hay que dar a cada cosa su valor. Una inmersión
en valores o realidades inmediatas, perdiendo de vista el horizonte total, no
es lógico en cristianos. En unos momentos en que el consumismo lo llena casi
todo, no es inútil recordar que hay algo más trascendente y definitivo que los
bienes actuales.
Sin embargo,
utilizar este texto, como se ha hecho, en el sentido de huida del mundo, no
sería justo, porque olvida otros lugares paulinos y neotestamentarios,
en que se nos dice que hemos de interesarnos seriamente por la vida presente y
sus repercusiones en nosotros y en los demás. Dado que los cristianos hemos
dado ejemplos abundantes de escapismo o espiritualismo de mala ley, conviene
estar atentos al sentido profundo de los textos bíblicos sin dejarnos perder en
interpretaciones demasiado simplistas y sin contexto completo.
En el
evangelio de hoy (Marcos, 1,14-20), se nos habla de conversión. En domingos
anteriores recordábamos como Juan había predicado la conversión, un bautismo de
penitencia, para recibir la llegada del Mesías. Su tono era amenazante. El
mismo Juan señaló a sus discípulos que Jesús era aquél que todos esperaban
"el cordero de Dios que quita el
pecado del mundo". La voz venida del cielo lo ratificó. Tras su
bautismo y posterior retiro al desierto, los evangelios sinópticos nos presenta
a Jesús en Galilea. A primera vista lo que predica es parecido a lo de Juan:
conversión. Sin embargo el tono que emplea y el significado de lo que anuncia
es distinto: es un mensaje de esperanza que se hace realidad, no es una
amenaza: "está cerca el Reino de
Dios: convertíos y creed en el evangelio".
Comenzamos hoy
la lectura continua del evangelio de Marcos. Y la comenzamos con los primeros
pasos de la predicación de Jesús, después de los acontecimientos introductorios
(predicación de Juan, bautismo, tentaciones).
Los relatos de
Marcos que vamos a leer en estos domingos hasta la Cuaresma son un continuo
fluir de hechos que caen uno sobre otro pisándose los talones, en los que, con
un frescor y una inmediatez que sólo se hallan en este evangelista, vemos a
Jesús lanzado a actuar, "haciendo el bien y curando a todos los vejados
por el diablo: por cuanto Dios estaba con él" (Hch
10,38): Marcos muestra cómo la aparición de JC representa la destrucción del
diablo, del mal, de todo lo que oprime la vida concreta de los hombres. Y toda
esta actividad de Jesús será la proclamación "en acto" de las
palabras de síntesis que hoy encabezan el evangelio: "Se ha cumplido el
plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia".
El texto nos situa en la época de Herodes Antipas
(año 4 a.C. -39 d. C), uno de los tres hijos de Herodes el Grande, hizo arrojar
en la cárcel a Juan el Bautista (cfr.: 6, 17-29). De esta manera se prometía
una mayor tranquilidad entre el pueblo judío, pero pronto se quedó perplejo,
pues apareció Jesús en público. Naturalmente, Jesús no se limitó a seguir la
actividad del Bautista, sino que entre uno y otro se dio una ruptura. Y no sólo
por un cambio de escenario.
Por supuesto,
la actividad de Jesús cambia de lugar, cambia exteriormente, Juan había
desarrollado su labor en un desierto de Judea -en un lugar fijo y determinado,
al que la gente tuvo que acudir-; Jesús, sin embargo, se hizo al camino en
Galilea -al camino hacia los hombres-, en una comarca, de la que el historiador
Flavio Josefo dijo que era una tierra, a lo largo del
lago de Genesaret, llena de belleza, de naturaleza admirable. No es el desierto
con su sequedad y sus temperaturas extremas lo que constituye el medio vital de
Jesús, sino una fructífera tierra habitada, con sus aguas, su hierba (Mc 6, 39)
y sus lugares sombreados.
Aún hubo otra
cosa que en Jesús fue diferente; no dejó que los hombres fueran a él, sino que
fue él quien se dirigió a ellos; se puso en camino hacia ellos para anunciarles
el Evangelio, es decir, la buena noticia de Dios: "El tiempo se ha
cumplido; el reino de Dios está cerca".
"Se ha
cumplido el plazo", "ha sonado la hora", "ha llegado el
tiempo"... La lengua griega tiene dos palabras para el término
"tiempo"; por un lado, CRONOS; por el otro, KAIROS. El primero es el
tiempo que pasa; el segundo es el momento, el instante (por ejemplo, el momento
de la cosecha -12,20 o de la recogida de los higos -11,13-). Este segundo es el
que emplea Marcos aquí. Por tanto, lo que Jesús anuncia es: Ha llegado el
momento decisivo; no hay motivo para esperar a otro momento, porque el reinado
de Dios ha comenzado ya (el reinado de Dios está aquí). Esta llamada tenía para
los contemporáneos de Jesús un eco bíblico: eran conocidas las palabras de
Isaías (52, 7-9). Y desde entonces, además, el deseo del pueblo judío de que
Dios sea su rey nunca se había apagado. Aún más, se obviaría siempre todo
aquello que pudiera impedir al creyente reconocer a Dios como su único rey (Sof 3, 14 s): Si viniera Dios de una vez y nos hiciera
experimentar su reinado... En el marco de esta esperanza anuncia Jesús que el
reino de Dios está ahí.
El resto de lo
que Jesús hizo por Galilea no le interesó a Marcos. Sólo le preocupó lo
importante. Y puesto que por mucho tiempo los cristianos fueron una "cosa
pequeña" y una excepción (no se trató de una expansión como la de otras
grandes religiones), a Marcos le preocupa constatar la vida, la existencia de
los creyentes, de las comunidades (que, por otra parte, incluso en el año 70 d.
C son también algo excepcional).
Las
comunidades de discípulos de Jesús comienzan a existir en el preciso momento,
en ese mismo momento, en que llama a las dos parejas de hermanos Simón y
Andrés, Santiago y Juan. Las primeras comunidades cristianas tienen en
definitiva un solo motivo de existencia: la palabra de Jesús.
Para nuestra vida
Reflexionemos
esta semana en tres puntos emanados de las lecturas para seguir
construyendo el Reino de Dios dentro de nosotros. Estos son :
-Dios perdona siempre (1ª lectura.
-prioridad por
las cosas de Dios, por la cercanía del Señor (2ª lectura).
-urgencia a convertirnos y a creer en Él y en lo que
anuncia (Evangelio)
En la primera lectura ya se expresa la
misericordia de Dios cuando Dios se compadece y se arrepiente de la catástrofe
con que había amenazado a Nínive y envía a Jonás.
"Levántate y vete a Nínive, la
gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo". El
profeta Jonás conocía las intenciones de Dios y por eso no quería ir a Nínive a
predicar la conversión, porque sabía muy bien que, si se convertían, Dios los
iba a perdonar y no serían destruidos. Jonás pensaba que era conveniente que
Nínive fuera destruida, puesto que era una ciudad enemiga del pueblo de Israel.
Pero la misericordia de Dios era mucho más universal que los intereses
políticos de Jonás y, por eso, Dios le fuerza a Jonás a ir a Nínive y a
predicar allí la conversión. Ya sabemos la historia: Nínive se convierte y Dios
se arrepiente de su amenaza, con gran disgusto del profeta Jonás. Predicar la
conversión a los enemigos, en lugar de destruirlos, eso es lo que quiere el
Señor y así debemos actuar los cristianos. Dios no quiere la muerte del
pecador, sino que se convierta y viva. La enseñanza, pues, que nos ofrece la
primera lectura es sencilla y definitiva: Dios perdona siempre y de poco sirven
las ideas preconcebidas y justicieras que tengamos nosotros.
Jonás sirve y
obedece al Señor en contra de su parecer. No cree que Dios perdone a los de
Nínive, pero realiza su pregón. Nos tendríamos que preguntar nosotros si hacemos
lo que el Señor quiere, aunque no nos guste. Probablemente, no. Y así
construimos, entonces, nuestra acción religiosa en solo aquello que nos gusta o
que a nosotros nos parece bien. Es decir, creamos una religión a la medida, que
intentamos aplicar a los demás, sin tener en cuenta los mandatos del Señor.
¿Cuántos Jonás
existen aún en nuestro mundo cristiano? -Nínive cree, confía, se pone en manos
de Dios: "tal vez el Señor..." conceda su perdón. Y la gran
metrópoli, símbolo de la corrupción e injusticia entre los israelitas, es por
su fe modelo a imitar según la predicación de Jesús en Mt 12, 41, ya que en
Israel no ha encontrado tanta fe (Mt 8, 10). ¿No serán los de afuera mejores
que los que están dentro?
El salmo 24, es un salmo que respira una ferviente
piedad personal. El procedimiento adoptado para su composición es el llamado
alfabético.
Es decir, que el autor para componer el salmo sigue la sucesión de las letras
del alfabeto. El primer versículo corresponde a la primera letra. Y así
sucesivamente..., respetando rigurosamente el orden.
Para un
israelita se trataba de algo muy serio. También el alfabeto es un don de Dios.
Por eso es usado para alabar a Yahvé: incluso en la sucesión de las letras. En
cierto sentido es restituido al Señor, elaborado por la inteligencia humana, lo
que él le ha regalado. Además no hemos de olvidar otro aspecto religioso del
alfabetismo: alabar a Dios con las mismas letras con que ha sido escrita la
ley.
El salmista a
pesar de las implacables limitaciones impuestas por el «género» adoptado, ha
sabido construir una oración original, viva, personal, articulada sobre algunos
temas importantes.
Nos
encontramos con un autentico hombre que ora.
Hoy es fácil
encontrar gente que polemiza. Que hace alarde de inteligencia (al menos así se
lo cree). O que añora el pasado. Que plantea unas cuestiones demasiado bonitas
como para que sean auténticas. Que mastica sus propias ideas «futuristas». O
que rumia, desconsolada, sus propias desilusiones.
En medio de
tanto jaleo espero que habrá algún lugar también para un hombre que simplemente
se contenta con orar. Es decir, para uno que tiene algo que decir al Señor.
Todo el salmo
oscila entre dos polos: lo que ha hecho o lo que hace el Señor, y lo que ha
hecho o hace el salmista.
Dios es presentado como el que indica
el camino justo a seguir:
Hace caminar a los humildes con
rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,
para los que guardan su alianza y sus mandatos (v. 9-10).
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,
para los que guardan su alianza y sus mandatos (v. 9-10).
El salmista en su oración se hace
atrevido. Llega a sugerir al Señor lo que debe olvidar.
No te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud (v. 7).
ni de las maldades de mi juventud (v. 7).
Y también lo que debe recordar:
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas (v. 6).
y tu misericordia son eternas (v. 6).
Y si te quieres acordar de mí no te
pares en mis imbecilidades:
Acuérdate de mí con misericordia (v. 7).
Incluso quien se ha equivocado no es
abandonado a sí mismo:
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores (v. 8).
y enseña el camino a los pecadores (v. 8).
Basta con tender hacia el bien, no a
lo que nos gusta y es cómodo, para que él siempre esté allí, dispuesto a
señalar el camino que hay que recorrer.
En la segunda lectura, san Pablo hace una
recomendación a los cristianos de
Corinto que sigue siendo válida hoy para nosotros, aunque hoy vivamos en
situaciones y expectativas muy distintas. "Porque la representación de este mundo se termina". El
momento presente es siempre importantísimo, el más importante, pero no pasa de
ser sólo un momento respecto al tiempo total de nuestra vida. Vivamos cada día con intensidad –carpe diem-
pero sabiendo que cada día es sólo un día más de un tiempo que,
inevitablemente, se acabará pronto. Somos peregrinos, caminantes, y no podemos,
ni debemos, perder nunca de vista la dirección y final del camino. Esforcémonos,
cada día, para que el reino de Dios venga a nuestros corazones y a nuestro
mundo. Cuidemos con exquisitez la intimidad con el Señor. Alejemos de nuestra
vida todo aquello que empobrece nuestra relación y amistad con Él.
¿Nos suenan
difíciles las palabras de San Pablo que
acabamos de escuchar? ¿Parece que quita importancia a cosas que para nosotros
son importantes, incluso imprescindibles? San Pablo minimiza y obvia cosas que
son fundamentales para nuestra sociedad y demasiadas veces también para nosotros:
vivir casados como si no lo estuviéramos; los tristes como si no sintieran esa
tristeza, ni los alegres esa alegría. ¿qué quiere decirnos Pablo?. San pablo
establece un régimen de prioridades. Ciertamente, comparando todas esas cosas
con la Eternidad, parece que valen poco. Nuestra convivencia final con Dios es
lo más importante que puede haber.
Supuesto que
el cristiano tiene como meta lo último, la manifestación de Jesús, su vida ha
de moverse en ese horizonte; que tanto su alegría como su llanto encuentren su
sitio y su contexto en el marco del reino. Toda la vida del creyente tiene que
tener este matiz cristiano y escatológico si quiere rendir al máximo en su
camino de fe. Corinto era una ciudad particularmente rica, centro comercial de
primera importancia. Incluso en la comunidad de cristianos había, al parecer,
algunos hombres ricos (cf. cap 11). Por eso Pablo
dice con claridad: está fuera del contexto cristiano quien tiene la sensación de
seguridad en sus propias negocios. Al fin y al cabo la única seguridad es
Jesús. No tiene más probabilidades de éxito el rico, ya que el reino no tiene
nada que ver ni con el dinero ni con la posición social.
Con esta
conclusión no invita Pablo a un desentendimiento sin más de las realidades
presentes. Sino a un trabajo humano pero cristiano, con la óptica de Jesús y
del reino. Esto hará precisamente que el trabajo cristiano adquiera una
dimensión nueva y fructífera en favor de todos.
Desde el evangelio, hoy, es
conveniente recordar aquel día en que Jesús nos llamó. Hubo una
palabra de alguien, una línea de un libro, un acontecimiento, que nos hizo
necesitar, desde ese mismo momento, la cercanía de Jesús: sus palabras, su mensaje,
su consuelo. Ese fue el día que nos llamó.
Jesús anuncia
que el tiempo ya se ha terminado y que es necesario convertirse mediante la fe
en la Buena Nueva. A su vez refleja con todos los detalles –y muy pocas
palabras—la llamada a Pedro y Andrés y a Santiago y Andrés. Son pescadores en
el lago de Galilea y serán después “pescadores
de hombres”.
Jesús nos dice
que debemos convertirnos y creer en el evangelio para que el reino de Dios
pueda llegar hasta nosotros. "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed
en el evangelio". El
"convertíos y creed en el evangelio" es una condición
necesaria e imprescindible para que el reino de Dios pueda realizarse entre
nosotros. La conversión supone siempre un esfuerzo personal para conseguir que
el reino de Dios se haga realidad en nuestra vida.
Necesitamos
tomar muy en serio nuestro camino espiritual. Es más, los cristianos no sólo
debemos aspirar a nuestra conversión individual, sino que debemos poner los
medios para que toda la sociedad se convierta. La actitud cuidadosa para
conseguir que el reino de Dios pueda hacerse realidad en mí y en nuestro mundo
no es sólo un consejo, es un deber de conciencia que sigue a la actitud de
seguir a Jesús. Dios quiere que le abramos libremente las puertas de nuestro
corazón y nuestra mente, para que él pueda reinar en nuestras vidas. Jesús quiere
que todos nosotros, los cristianos, nos pongamos al lado de nuestro maestro,
defendiéndole a él y proclamando su mensaje, en el día a día de nuestra vida,
con las armas del amor, de la justicia, de la paz, de la santidad y de la
gracia. Es decir convirtiéndonos y creyendo en el evangelio.
Respecto a la
conversión hagámonos algunas preguntas: ¿Cuánto tiempo llevamos escuchando el
mensaje de Jesús sin hacerle caso?.
Incluso, los que presumimos de ser cristianos, si somos humildes y
coherentes, comprenderemos que poco hemos entendido, que demasiadas, el Reino
está muy lejos de nosotros, y que lo que sabemos es útil solo para una pequeña
parte de nuestra vida, no para todas las horas del día. Es muy urgente que nos
convirtamos, porque si lo hacemos de corazón, podremos llevar la Buena Nueva a nuestros
hermanos más necesitados de ella. No hay tiempo que perder, porque cada vez hay
más personas ignorantes de lo que es el Camino, la Verdad y la Vida que nos da
Cristo.
¿De qué cosas
debemos alejarnos porque nos alejan del reino de Dios y todo lo que supone para
nuestra vida.
¿Cómo
respondemos a la llamada a ser "pescadores
de hombre".
Rafael Pla Calatayud.
rafael@sacravirginitas.org
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