viernes, 12 de octubre de 2012

LA ORACIÓN ENSEÑADA POR JESÚS

El Hijo de Dios se situó con la encarnación en medio de la demanda incesante de los hombres. La alimenta con esperanza respondiendo a ella; al mismo tiempo alaba, estimula o educa la fe Lc 7,9 Mt 9,22.29 15,28. Su enseñanza, situada sobre este fondo vivido, se extiende primeramente sobre la manera de orar, más abundantemente que sobre la necesidad de la oración: «cuando oréis, decid...» Lc 11,2.

1. Los Sinópticos.

El padrenuestro es el centro de esta enseñanza Lc 11,2ss Mt 6,9-13. De la invocación de Dios como Padre, que prolonga rebasándola la intimidad de los salmos Sal 27,10 103,13 Is 63,16 64,7 dimana toda la actitud del orante. Esta invocación es un acto de fe y ya un don de sí mismo que sitúa a uno en el circuito de la caridad. De ahí proviene que, totalmente en la línea de la oración bíblica, anteponga a todo la preocupación por el designio de Dios: por su nombre, por su reino Mt 9,38, por la actualización de su voluntad. Pero pide también ese pan (que él ofrece en la eucaristía), luego el perdón, después de haberse uno reconciliado con los hijos del mismo Padre, finalmente la gracia de no verse arrastrado por las pruebas del tiempo venidero.

Las otras prescripciones encuadran o completan el padrenuestro y nombran con frecuencia al Padre. La impresión dominante es que la certeza de ser escuchados es fuente y condición de la oración Mt 18,19 21,22 Lc 8,50. Marcos lo expresa en la forma más directa: «Si no vacila en su corazón, sino que cree que sucederá lo que dice, le será concedido» Mc 11,23 9,23 y sobre todo Sant 1,5-8. Ahora bien, si uno está seguro, es que ora al Padre Lc 11,13 Mt 7,11. La interioridad se funda en la presencia del Padre que ve en lo secreto Mt 6,6 6,4.18. No amontonar ni remachar las palabras Mt 6,7 como si Dios estuviera lejos de nosotros, a la manera del Baal burlado por Elías 1Re 8,26ss, siendo así que es nuestro Padre. Perdonar Mc 11,25 p Mt 6,14. Orar en unión fraterna Mt 18.19. Tener presentes las propias faltas con una oración contrita Lc 18.9-14.

Hay que orar sin cesar Lc 18,1 11,5-8: debe ser probada nuestra perseverancia, debe expresarse la vigilancia del corazón. La necesidad absoluta de la oración se enseña en el contexto de los últimos tiempos Lc 18,1-7, hechos próximos por la pasión; de lo contrario sería uno sumergido por «todo lo que debe suceder» Lc 21,36 22,39-46; asimismo el padrenuestro se termina implorando a Dios contra la tentación.

2. Juan presenta bajo un aspecto muy unificado la pedagogía de la oración, paso de la demanda a la verdadera oración, y del deseo de los dones de Dios al del don que aporta a Dios mismo, como lo leíamos ya en los salmos. Así la samaritana es llevada de sus deseos propios al del don de Dios Jn 4,10, y las multitudes al «alimento que perdura en vida eterna» Jn 6,27. Por eso la fe no es sólo condición de la oración, sino que es también su efecto: el deseo es a la vez escuchado y purificado Jn 4,50.53 11,25.45.

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