sábado, 19 de marzo de 2011

El Atrio de los Gentiles se estrena en París.


(Zenit) El Cardenal Ravasi aseguró que el Atrio de los Gentiles constituye “un compromiso a largo plazo de la Iglesia” y tiene como objetivo contribuir a que en las sociedades actuales sean tenidos en cuenta, y debatidos con una reflexión racional común, los grandes interrogantes de la existencia humana, sobre todo los de carácter espiritual.
En los encuentros del Atrio de los Gentiles no habrá “cátedra”, y por tanto no tendrá carácter académico, ni tendrá una finalidad estrictamente pastoral. Es más bien una iniciativa “lanzada en un horizonte indiscriminado”, añadió el purpurado italiano, “de libertad de interacción”, sin “la obligación de encontrar un mínimo común denominador”.
Si se resquebraja “el muro de separación” que separa a quien no tiene una misma visión del mundo, el diálogo resultará enriquecido. “Es importante el diálogo con los ateos 'convencidos', pues como decía el escritor italiano Gesualdo Bufalino, 'sólo en los auténticos ateos sobrevive la pasión por lo divino', mientras que Pierre Reverdy escribía que “hay ateos feroces que tienen más interés por Dios que los creyentes'“.
“En esta primera fase el diálogo será estimulado de manera 'elevada', involucrando a figuras representativas de los diferentes horizontes científicos y culturales, y tocando temas candentes y fundamentales de la existencia”, explicó el purpurado.

París, primera gran etapa

En la presentación a la prensa, intervino el embajador de Francia ante la Santa Sede, Stanislas de Laboulaye, para aclarar que que la cultura francesa, si bien ha dado origen a la Ilustración, tiene en sus raíces el cristianismo, “que sigue inspirando la vida de la nación”.
Por su parte, el padre Laurent Mazas, director ejecutivo del Atrio de los Gentiles, subrayó que la iniciativa se ha preparado desde hace un año en “pleno acuerdo con la Iglesia en Francia, y particularmente con el arzobispo de París”.
Los lugares para el lanzamiento de la iniciativa son simbólicos: la Universidad de la Sorbona, el Instituto de Francia y la sede de la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura. En la UNESCO, el 24 de marzo, tendrá lugar la sesión inaugural, presidida por la directora general, Irina Bokova, y a la que asistirán diplomáticos y representantes de la cultura.
Entre los relatores, se encuentran Giuliano Amato (antiguo primer ministro italiano), Jean Vanier (fundador de la Comunidad del Arca), Patrick Gerard (rector de la Academia y canciller de la Universidad de París), Jean-Luc Marion (filósofo), Gabriel de Broglie (canciller del Instituto de Francia) y Remi Brague (miembro de la Academia de las Ciencias Morales y Políticas).
El viernes 25 de marzo están programadas varias sesiones: por la mañana, en la Universidad de la Sorbona y por la tarde, en el Instituto de Francia y en el Collège des Bernardins. La jornada concluirá con una “fiesta”, abierta a todos, especialmente a los jóvenes, sobre el tema: “En el patio del Desconocido”, que tendrá lugar en Notre Dame de París. En esta ocasión, el Papa hablará sobre el significado y los objetivos de esta iniciativa del Pontificio Consejo de la Cultura en un discurso que será transmitido en pantalla gigante.
Tras París algunas de las etapas del diálogo entre creyentes y no creyentes serán Estocolmo, Praga, Ginebra, Moscú, Chicago y Washington.

No es un “duelo”, sino un “dúo”

Después de París, el diálogo continuará “con otro tipo de ateos -añadió Ravasi--, los 'indiferentes', quienes tienen una relación con la religión de carácter sarcástico, provocador”. El cardenal está convencido de que el encuentro entre creyentes y no creyentes tiene lugar cuando los primeros abandonan la apologética feroz, y los otros las profanaciones devastadores. El diálogo revela los motivos profundos de ambos: para unos la esperanza, para otros la duda.
Por tanto, aclaró, el Atrio de los Gentiles no propone un “duelo” entre creyentes y no creyentes, sino más bien un “dúo”, “en el que las voces pueden pertenecer a las antípodas sonoras, como un bajo y una soprano, y sin embargo logran crear armonía, sin renunciar por este motivo a la propia identidad, es decir, dejando a un lado la metáfora, sin decolorarse en un vago sincretismo ideológico”.

3 comentarios:

  1. El "atrio de los gentiles" era un enorme patio que circundaba el Templo de Jerusalén, delimitado por un pórtico de grandes columnas. Un espacio abierto para los maestros, el debate público, los negocios de cambistas... al que todos tenían acceso: judíos y gentiles, esclavos y libres, mujeres y hombres. Desde aquí se entraba al "atrio de las mujeres", por el que sólo los hombres accedían al "atrio de los israelitas", separado del anterior por un muro de altura media. Una división mayor impedía el acceso al Santuario, lugar reservado a los sacerdotes, donde se encontraba el Sancta Sanctorum, el lugar más sagrado del Templo, donde sólo entraba el Sumo Sacerdote una vez al año, en el día de la Expiación.

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  2. El “Atrio de los Gentiles” y la Doctrina Social de la Iglesia


    Por monseñor Giampaolo Crepaldi*




    ROMA, martes 26 de enero de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI nos ha acostumbrado ya a esperar reflexiones muy relevantes de sus Discursos anuales a la Curia Romana con ocasión de la presentación de la felicitación de Navidad. También este año, el Papa no ha defraudado las expectativas y, tomando ocasión de sus tres viajes a África, a Tierra Santa y a la República Checa, ha hablado del “Atrio de los Gentiles”.

    ¿Qué era este “Atrio”? Según el profeta Isaías, el templo debía ser un lugar de oración para todos los pueblos (“mi templo se llamará casa de oración para todos los pueblos”). Isaías anuncia al Dios verdadero y único (“Yo soy el primero y el último, fuera de mí no hay otros dioses”), no a ídolos fabricados por los hombres, creados con el fin de apaciguar sus miedos (“¿Quién fabrica un Dios o funde un ídolo sin buscar provecho de ello?”).

    El Atrio de los Gentiles era el espacio del templo al que tenían acceso todos los pueblos, y no sólo los israelitas, para rezar al Dios aún desconocido, aunque no pudieran acceder al interior del templo y celebrar así plenamente el misterio. Jesús había expulsado de allí a los cambistas y a los vendedores de palomas, volcando sus mesas como relata el Evangelio.

    ¿Cuál es el estatus religioso de estos “Gentiles”? En aquellos tiempos los Gentiles eran “pueblos” distintos de Israel, en seguida pasaron a ser los pueblos que no habían conocido el cristianismo, ¿y hoy? Son aquellos, dice el Papa, que están descontentos de sus dioses, ritos y mitos porque se dan cuenta de que de ellos no puede derivar ninguna salvación verdadera en cuanto que son producciones de la mano del hombre. Aunque ellos no le conocen, están en espera del Dios único, verdadero y grande, el Dios que es verdad y amor, y desean rezarle. Con todas aquellas personas que sienten que la irreligiosidad de su tiempo no les ha liberado, sino que les ha llevado a nuevos mitos en apariencia liberadores, pero no verdaderamente liberantes. Ellos no conocen al Dios verdadero, pero si encontrasen un cabo se agarrarían a él. Hoy los Gentiles son aquellos para quienes “la religión es una cosa rara”, y sin embargo no quieren permanecer simplemente sin Dios, mientras que están cansados e incluso asqueados de los dioses que la irreligiosidad ha puesto (o impuesto) ante ellos.

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  3. El Papa pide que hoy también se creen “Atrios de los Gentiles” para permitir a éstos de acercarse a Dios “al menos como Desconocido”. La propuesta es indudablemente nueva y delinea horizontes muy vastos de acción y de diálogo con los no creyentes. Para comprender mejor las indicaciones del Papa, me permito hacer tras observaciones. Ante todo, la constatación de que en la irreligiosidad moderna, el hombre es entregado de nuevo – como los Gentiles en los tiempos de Israel – a los mitos y a los ídolos; nuevos mitos y nuevos ídolos, muy secularizados pero igualmente irracionales, que consisten en seguridades contra nuestros miedos. Hay aquí un juicio muy duro sobre la irreligiosidad actual, casi el decretamiento de su fracaso: nacida para liberar al hombre del mito religioso, ha recaído en versiones más pálidas pero no menos potentes de mito. Toda la dignidad de la irreligiosidad actual parece ser vista en la tensión profunda hacia el Dios Desconocido. Recorriendo los discursos de Ratzinger es fácil hacer una lista de estos nuevos mitos: el ecologismo, el vitalismo, el cientifismo, el materialismo, el psicologismo, el desarrollismo, el tercermundismo, el pauperismo, la ideología de género, la ideología de la diversidad, el economicismo, el inclusivismo, el narcisismo y todas las formas de reduccionismo.

    En segundo lugar está la invitación a dialogar no en un ámbito neutro o imparcial respecto a la propuesta del Dios cristiano. El Atrio de los Gentiles, de hecho, no estaba fuera del templo, sino dentro. No era un lugar profano sino ya sagrado. Es un lugar no aún confesional, no aún litúrgico, no aún eclesiástico, pero es un lugar religioso. Ratzinger no propone discusiones con los no creyentes de tipo solamente filosófico, académico, mesas redondas en la catedral etc.; dice que los nuevos Gentiles querrían rezarle y adorarle, incluso como “Desconocido”. Pide por tanto una propuesta de fe y de religión.

    Por último, en la propuesta del Atrio de los Gentiles, se ve la idea ratzingeriana de que el Dios de Jesús el la respuesta a las profundas expectativas humanas y, como tal, según él, debería ser propuesto. La propuesta de fe y de religión es por tanto también una propuesta de razón. El recorrido, sin embargo, no es nunca de la razón a la fe, sino de la fe a la razón. Esta es la principal novedad de la propuesta del “Atrio de los Gentiles”.

    Creo que en este gran diseño la Doctrina Social de la Iglesia puede jugar un papel muy importante, pues se coloca en el punto de encuentro entre la razón y la fe, es decir, en el punto en que el Atrio de los Gentiles se asoma al interior del templo. La Doctrina social de la Iglesia es ella misma una especie de Atrio de los Gentiles, en cuanto que habla a todos los hombres, también a aquellos para quienes Dios es desconocido. Ella habla de Dios hablando del hombre y de la comunidad de los hombres.

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    *Monseñor Giampaolo Crepaldi es arzobispo de Trieste y Presidente del Observatorio Internacional “Cardenal Van Thuân” sobre la doctrina social de la Iglesia.

    [Traducción del italiano por Inma Álvarez]

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