Estamos en la Semana de la Unidad de los cristianos . La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es una iniciativa a la que se adhieren la mayoría de las Iglesias y confesiones cristianas y que se viene celebrando desde 1908. A través de estos años ha ido configurándose como una cita anual que nos damos los cristianos de todo el mundo para rezar por nuestra
plena unidad visible según el deseo de Jesús, expresado en su oración a Dios Padre en la sobremesa de la última Cena: «Que ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea» (Jn 17, 21).
Centrándonos
en las lecturas de hoy, estas ponen todo su énfasis en la misericordia de Dios,
cuya ternura es eterna.
La primera lectura es del libro de
Jonás (Jonás,3,1-5.10)
El
libro de Jonás no es un relato histórico, sino didáctico.
Esta
es la segunda vez que Jonás es llamado por Dios. La primera vez que Dios lo
envía como profeta a Nínive para que la ciudad se convierta, Jonás reacciona al
estilo de otros profetas: se resiste, y pretende escapar, en vano, de la acción
de Dios, Nínive es la ciudad más cruel de las que se conocen y sus habitantes
son uno de los peores enemigos del pueblo de Israel.
Lo
que se cuenta en este fragmento es una parte de un librito que, todo él, forma
una narración completa, no una colección de alocuciones como puede ser el caso
de los otros doce profetas.
Todo
ese conjunto, pues, tiene una finalidad didáctica: el poder de Yavé es
equiparable a su bondad y su cuidado por el mundo, por todo el mundo, porque se
extiende a todos los hombres, sin fronteras.
La
misericordia de Yavé es incluso mayor que su justicia a la hora de condenar;
aún más grande que lo que la estrechez de corazón humana pudiera imaginar.
Nadie, ni siquiera Jonás, puede escapar al poder de Dios. Pero tampoco se
ocultará el perdón a nadie, ni incluso a los israelitas que se conviertan, es
decir, que se vuelvan piadosos y dispuestos a la penitencia. Esto muestra
también el universalismo del amor de Dios frente al corriente particularismo
dominante en aquel entonces.
Mediante
esquemas y repeticiones, el autor de esta pequeña obra sólo nos quiere inculcar
que Dios es, ante todo, misericordioso, perdona a todos, incluso a los paganos,
con tal que se conviertan. Y para inculcarnos este mensaje tan extraordinario
nos lo presenta en este relato ejemplar de Jonás, mucho más capaz de
interpelarnos, de hacer que nos sintamos actores... que la afirmación aséptica
de una verdad.
-Los
caps. 3, 1-4, 4 forman una unidad literaria concéntrica cuyo núcleo es el
edicto del rey ordenando ayuno y penitencia (3, 6-9). Dios habla con Jonás (3,
1-2) y le responde (4, 4); Jonás en Nínive (3, 3-4) y su lamentación al Señor
(4, 1-3); efectos de su predicación (3, 5) y consecuencias de la penitencia
realizada (3, 10).
(vv
1-3) Nínive, capital del imperio, era el símbolo de la opresión e injusticia
contra Israel (cf. cap. 1). Los descubrimientos arqueológicos han confirmado
que Nínive era una gran metrópoli (la distancia entre dos de sus puertas de
entrada eran de 4 kms.), aunque no tanto como recalca el v. 3. Como centro de
corrupción y de hostilidad juega, para el autor, el mismo papel que Babilonia
en el relato de la torre de Babel (Gn 11, 1-9). Aquí es enviado Jonás a
predicar por segunda vez. Por contraposición al primer mandato (cap. 1: Jonás
huye en vez de obedecer), aquí se dirige a cumplir su misión. Dios ha vencido
la obstinación de Jonás, pero no se dice para nada que éste haya accedido
gustosamente.
(v.
4) "Dentro de 40 días, Nínive será
arrasada". Este es el escueto mensaje de Jonás, breve, frío..., en
nada parecido a la predicación profética. El número 40 es tiempo de espera, de
preparación: 40 días dura el diluvio, 40 años es la etapa de prueba del desierto,
40...
(v.
5) Efectos de la predicación de Jonás.
Los
extraños creen (he'emin) y se arrepienten mientras que el pueblo de Israel no
hace caso a su palabra profética (Is 7, 9; 28, 16); los ninivitas se apoyan en
Dios, lo toman en serio. El encuentro personal con el Señor es el centro de
toda auténtica religiosidad, traduciéndose esta fe en obras concretas: ayunos,
vestir el sayal... (gestos penitenciales, de arrepentimiento). La penitencia
llega hasta el palacio real, ya que el rey cambia su trono por la ceniza, su
manto por el sayal..., y manda promulgar un edicto para que todos hagan
penitencia y se conviertan al Señor (vv. 6-9). El bando termina con las
palabras "tal vez Dios..."; el perdón es puro don divino.
(v.
10) Y ante este volverse de los ninivitas de su mala conducta, Dios también se
vuelve de la anunciada amenaza y concede su perdón. El Señor no quiere la
muerte del hombre, sino su vida; la misericordia divina prevalece siempre sobre
su justicia. Y no sólo se reserva a Israel, sino que abarca al mundo entero.
Así, el mensaje divino es aceptado por el mundo pagano (universalismo).
En
la parte final de este relato literario (4, 1-3) se nos describe como Jonás no
entiende que la misericordia divina pueda alcanzar al mundo pagano y se enfada
con Dios. Y el que se irrita porque la mata del ricino se seca y no puede darle
sombra, ¿tiene derecho a quejarse de que Dios quiera salvar a Nínive? Jonás no
quiere romper con sus tradicionales esquemas teológicos según los cuales la
misericordia de Dios sólo debía extenderse al pueblo de Israel. Y al no querer
romper, huye...
En el salmo de hoy (salmo 24) y desde la humildad, pedimos la ayuda
del Señor y reconocemos sus obras de
misericordia "SEÑOR,
ENSÉÑAME TUS CAMINOS".
"Señor,
enséñame tus caminos,
instrúyeme
en tus sendas.
Haz que
camine con lealtad;
enséñame,
porque tú eres mi Dios y Salvador".
.Dios
es salvador, es bueno y enseña el camino a los humildes para que caminen con
rectitud.
......
El Señor es
bueno y es recto,
y enseña el
camino a los pecadores;
hace caminar
a los humildes con rectitud,
enseña su
camino a los humildes.
Así comenta San Agustin los versiculos de este salmo 24.
" 4. [v. 4] Queden confundidos los que
injustamente hacen cosas inútiles: queden confundidos los que actúan
injustamente para granjearse cosas efímeras. Indícame tus caminos, Señor;
enséñame tus sendas: no las anchas ni las que conducen a las muchedumbres1 a la
perdición, sino enséñame tus sendas estrechas y de pocos conocidas.
5. [v. 5] Encamíname en tu verdad, en mi huida del error:
cuando huyo de los errores. Y enséñame, ya que por mí mismo sólo conozco
la mentira. Porque tú eres mi Dios y salvador, y en ti he esperado todo el
día: si no sales a mi encuentro en mi extravío, soy incapaz de volver por
mi mismo, después que me expulsaste del paraíso2 y emigré a
lejanas tierras3. Mi retorno,
efectivamente, ha esperado tu misericordia durante todo el lapso temporal de
este mundo.
6. [v. 6] Acuérdate de tus misericordias, Señor: acuérdate de
las obras de tu misericordia, Señor, ya que los hombres creen que te has
olvidado. Y que tus misericordias existen desde siempre: y acuérdate de
esto: que tus misericordias comienzan con la creación. De hecho nunca has
carecido de ellas tú que incluso al pecador le sometiste al yugo de la vanidad
pero dentro del margen de la esperanza, y que a tu criatura no la privaste de
tantos y tan grandes consuelos.
7. [v. 7] No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mi
ignorancia: no reserves para la venganza los pecados de la audacia de
confiar en mí ni mis ignorancias. Actúa como haciendo la vista gorda. Acuérdate
de mí, oh Dios, de acuerdo con tu misericordia: sí, acuérdate de mí sin
tener en cuenta la ira de la que soy acreedor, sino teniendo en cuenta tu
misericordia, que es digna de ti. Por tu bondad, Señor: no en atención a
mis merecimientos, sino teniendo presente tu bondad, Señor.
8. [v. 8] El Señor es dulce y recto: el Señor es dulce, pues
ha usado de tanta misericordia con los pecadores y los impíos que les ha
perdonado todos los pecados anteriores; pero también es recto el Señor, pues,
tras la misericordia de la llamada y del perdón que entraña la gracia y no los
merecimientos personales, exigirá en el juicio final los méritos
correspondientes. Por eso impondrá la ley a los que delinquen en el camino:
porque ha dado como garantía la misericordia para llevarlos al camino.
9. [v. 9] Dirigirá a los humildes en el juicio: dirigirá a
los humildes y no atemorizará en el juicio a quienes acatan la voluntad de Dios
y no anteponen la propia rebelándose contra él. Enseñará a los humildes sus
caminos: enseñará sus caminos no a los que prefieren ir delante como
sintiéndose capaces de ser los mejores guías de sí mismos, sino a los que no
caminan cuellierguidos ni dan coces mientras se les impone el yugo suave y la
carga ligera4. " [1].
La segunda lectura es de la primera
carta a los corintios (1 Cor 7, 29-31), Este breve pasaje forma parte de una
larga argumentación de Pablo encaminada a explicar a sus lectores que, desde
JC, el matrimonio, aun cuando sigue siendo bueno, ya no es algo absoluto, y que
la relación de los sexos no se resuelve ya tan solo en la unión conyugal, sino
también en el encuentro personal de cada uno con el Señor.
a)El
argumento principal mediante el que Pablo relativiza, por una parte, la
institución matrimonial remite a la nueva concepción del "tiempo"
nacida de la venida en el tiempo del Dios hecho hombre: el "tiempo se hace
corto" (v. 29) y "pasa la figura de este mundo" (v. 31).
El
texto es una exhortación a interesarse por los temas principales sin dejarse
absorber por los inmediatos.
Pero
aunque no tengamos ahora la misma idea que Pablo o sus coetáneos, el texto
sigue teniendo validez.
Primero,
porque el encuentro de cada uno con el Señor puede ocurrir en cualquier
momento, aunque no sea porque la parusía va a venir en seguida. Pero los
accidentes de carretera, por ejemplo, o cualquier otro modo de muerte rápida,
nos puede hacer encontrarnos con Dios definitivamente en cualquier momento. Y
aunque esto no resulte hoy día muy popular, no deja de ser cierto.
En
segundo lugar, más generalmente, porque hay que dar a cada cosa su valor. Una
inmersión en valores o realidades inmediatas, perdiendo de vista el horizonte
total, no es lógico en cristianos. En unos momentos en que el consumismo lo
llena casi todo, no es inútil recordar que hay algo más trascendente y
definitivo que los bienes actuales.
Sin
embargo, utilizar este texto, como se ha hecho, en el sentido de huida del
mundo, no sería justo, porque olvida otros lugares paulinos y
neotestamentarios, en que se nos dice que hemos de interesarnos seriamente por
la vida presente y sus repercusiones en nosotros y en los demás. Dado que los
cristianos hemos dado ejemplos abundantes de escapismo o espiritualismo de mala
ley, conviene estar atentos al sentido profundo de los textos bíblicos sin
dejarnos perder en interpretaciones demasiado simplistas y sin contexto
completo.
En
el evangelio de hoy (Marcos, 1,14-20), se nos habla de conversión. En domingos
anteriores recordábamos como Juan había predicado la conversión, un bautismo de
penitencia, para recibir la llegada del Mesías. Su tono era amenazante. El mismo
Juan señaló a sus discípulos que Jesús era aquél que todos esperaban "el cordero de Dios que quita el pecado del
mundo". La voz venida del cielo lo ratificó. Tras su bautismo y
posterior retiro al desierto, los evangelios sinópticos nos presenta a Jesús en
Galilea. A primera vista lo que predica es parecido a lo de Juan: conversión.
Sin embargo el tono que emplea y el significado de lo que anuncia es distinto:
es un mensaje de esperanza que se hace realidad, no es una amenaza: "está cerca el Reino de Dios: convertíos y
creed en el evangelio".
Comenzamos
hoy la lectura continua del evangelio de Marcos. Y la comenzamos con los
primeros pasos de la predicación de Jesús, después de los acontecimientos
introductorios (predicación de Juan, bautismo, tentaciones).
Los
relatos de Marcos que vamos a leer en estos domingos hasta la Cuaresma son un
continuo fluir de hechos que caen uno sobre otro pisándose los talones, en los
que, con un frescor y una inmediatez que sólo se hallan en este evangelista,
vemos a Jesús lanzado a actuar, "haciendo el bien y curando a todos los
vejados por el diablo: por cuanto Dios estaba con él" (Hch 10,38): Marcos
muestra cómo la aparición de JC representa la destrucción del diablo, del mal,
de todo lo que oprime la vida concreta de los hombres. Y toda esta actividad de
Jesús será la proclamación "en acto" de las palabras de síntesis que
hoy encabezan el evangelio: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino
de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia".
El
texto nos situa en la época de Herodes Antipas (año 4 a.C. -39 d. C), uno de
los tres hijos de Herodes el Grande, hizo arrojar en la cárcel a Juan el
Bautista (cfr.: 6, 17-29). De esta manera se prometía una mayor tranquilidad
entre el pueblo judío, pero pronto se quedó perplejo, pues apareció Jesús en
público. Naturalmente, Jesús no se limitó a seguir la actividad del Bautista,
sino que entre uno y otro se dio una ruptura. Y no sólo por un cambio de
escenario.
Por
supuesto, la actividad de Jesús cambia de lugar, cambia exteriormente, Juan
había desarrollado su labor en un desierto de Judea -en un lugar fijo y
determinado, al que la gente tuvo que acudir-; Jesús, sin embargo, se hizo al
camino en Galilea -al camino hacia los hombres-, en una comarca, de la que el
historiador Flavio Josefo dijo que era una tierra, a lo largo del lago de
Genesaret, llena de belleza, de naturaleza admirable. No es el desierto con su
sequedad y sus temperaturas extremas lo que constituye el medio vital de Jesús,
sino una fructífera tierra habitada, con sus aguas, su hierba (Mc 6, 39) y sus
lugares sombreados.
Aún
hubo otra cosa que en Jesús fue diferente; no dejó que los hombres fueran a él,
sino que fue él quien se dirigió a ellos; se puso en camino hacia ellos para
anunciarles el Evangelio, es decir, la buena noticia de Dios: "El tiempo
se ha cumplido; el reino de Dios está cerca".
"Se
ha cumplido el plazo", "ha sonado la hora", "ha llegado el
tiempo"... La lengua griega tiene dos palabras para el término
"tiempo"; por un lado, CRONOS; por el otro, KAIROS. El primero es el
tiempo que pasa; el segundo es el momento, el instante (por ejemplo, el momento
de la cosecha -12,20 o de la recogida de los higos -11,13-). Este segundo es el
que emplea Marcos aquí. Por tanto, lo que Jesús anuncia es: Ha llegado el momento
decisivo; no hay motivo para esperar a otro momento, porque el reinado de Dios
ha comenzado ya (el reinado de Dios está aquí). Esta llamada tenía para los
contemporáneos de Jesús un eco bíblico: eran conocidas las palabras de Isaías
(52, 7-9). Y desde entonces, además, el deseo del pueblo judío de que Dios sea
su rey nunca se había apagado. Aún más, se obviaría siempre todo aquello que
pudiera impedir al creyente reconocer a Dios como su único rey (Sof 3, 14 s):
Si viniera Dios de una vez y nos hiciera experimentar su reinado... En el marco
de esta esperanza anuncia Jesús que el reino de Dios está ahí.
El
resto de lo que Jesús hizo por Galilea no le interesó a Marcos. Sólo le
preocupó lo importante. Y puesto que por mucho tiempo los cristianos fueron una
"cosa pequeña" y una excepción (no se trató de una expansión como la
de otras grandes religiones), a Marcos le preocupa constatar la vida, la
existencia de los creyentes, de las comunidades (que, por otra parte, incluso
en el año 70 d. C son también algo excepcional).
Las
comunidades de discípulos de Jesús comienzan a existir en el preciso momento,
en ese mismo momento, en que llama a las dos parejas de hermanos Simón y
Andrés, Santiago y Juan. Las primeras comunidades cristianas tienen en
definitiva un solo motivo de existencia: la palabra de Jesús.
Para nuestra vida
Reflexionemos
esta semana en tres puntos emanados de las lecturas para seguir
construyendo el Reino de Dios dentro de nosotros. Estos son :
-Dios perdona siempre (1ª lectura.
-prioridad por
las cosas de Dios, por la cercanía del Señor (2ª lectura).
-urgencia a convertirnos y a creer en Él y en lo que
anuncia (Evangelio)
En la primera lectura ya se expresa la
misericordia de Dios cuando Dios se compadece y se arrepiente de la catástrofe
con que había amenazado a Nínive y envía a Jonás.
"Levántate y vete a Nínive, la
gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo". El
profeta Jonás conocía las intenciones de Dios y por eso no quería ir a Nínive a
predicar la conversión, porque sabía muy bien que, si se convertían, Dios los
iba a perdonar y no serían destruidos. Jonás pensaba que era conveniente que
Nínive fuera destruida, puesto que era una ciudad enemiga del pueblo de Israel.
Pero la misericordia de Dios era mucho más universal que los intereses
políticos de Jonás y, por eso, Dios le fuerza a Jonás a ir a Nínive y a
predicar allí la conversión. Ya sabemos la historia: Nínive se convierte y Dios
se arrepiente de su amenaza, con gran disgusto del profeta Jonás. Predicar la
conversión a los enemigos, en lugar de destruirlos, eso es lo que quiere el
Señor y así debemos actuar los cristianos. Dios no quiere la muerte del
pecador, sino que se convierta y viva. La enseñanza, pues, que nos ofrece la
primera lectura es sencilla y definitiva: Dios perdona siempre y de poco sirven
las ideas preconcebidas y justicieras que tengamos nosotros.
Jonás
sirve y obedece al Señor en contra de su parecer. No cree que Dios perdone a
los de Nínive, pero realiza su pregón. Nos tendríamos que preguntar nosotros si
hacemos lo que el Señor quiere, aunque no nos guste. Probablemente, no. Y así
construimos, entonces, nuestra acción religiosa en solo aquello que nos gusta o
que a nosotros nos parece bien. Es decir, creamos una religión a la medida, que
intentamos aplicar a los demás, sin tener en cuenta los mandatos del Señor.
¿Cuántos
Jonás existen aún en nuestro mundo cristiano? -Nínive cree, confía, se pone en
manos de Dios: "tal vez el Señor..." conceda su perdón. Y la gran
metrópoli, símbolo de la corrupción e injusticia entre los israelitas, es por
su fe modelo a imitar según la predicación de Jesús en Mt 12, 41, ya que en
Israel no ha encontrado tanta fe (Mt 8, 10). ¿No serán los de afuera mejores
que los que están dentro?
El salmo 24, es un salmo que respira
una ferviente piedad personal. El procedimiento adoptado para su composición es
el llamado alfabético. Es decir, que el autor para componer el salmo
sigue la sucesión de las letras del alfabeto. El primer versículo corresponde a
la primera letra. Y así sucesivamente..., respetando rigurosamente el orden.
Para
un israelita se trataba de algo muy serio. También el alfabeto es un don de
Dios. Por eso es usado para alabar a Yahvé: incluso en la sucesión de las
letras. En cierto sentido es restituido al Señor, elaborado por la inteligencia
humana, lo que él le ha regalado. Además no hemos de olvidar otro aspecto
religioso del alfabetismo: alabar a Dios con las mismas letras con que ha sido
escrita la ley.
El
salmista a pesar de las implacables limitaciones impuestas por el «género»
adoptado, ha sabido construir una oración original, viva, personal, articulada
sobre algunos temas importantes.
Nos
encontramos con un autentico hombre que ora.
Hoy
es fácil encontrar gente que polemiza. Que hace alarde de inteligencia (al
menos así se lo cree). O que añora el pasado. Que plantea unas cuestiones
demasiado bonitas como para que sean auténticas. Que mastica sus propias ideas
«futuristas». O que rumia, desconsolada, sus propias desilusiones.
En
medio de tanto jaleo espero que habrá algún lugar también para un hombre que
simplemente se contenta con orar. Es decir, para uno que tiene algo que decir
al Señor.
Todo
el salmo oscila entre dos polos: lo que ha hecho o lo que hace el Señor, y lo
que ha hecho o hace el salmista.
Dios es
presentado como el que indica el camino justo a seguir:
Hace caminar a los humildes con
rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,
para los que guardan su alianza y sus mandatos (v. 9-10).
El salmista en su oración se hace
atrevido. Llega a sugerir al Señor lo que debe olvidar.
No te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud (v. 7).
Y también lo que debe recordar:
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas (v. 6).
Y si te quieres acordar de mí no te
pares en mis imbecilidades:
Acuérdate de mí con misericordia (v. 7).
Incluso quien se ha equivocado no es
abandonado a sí mismo:
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores (v. 8).
Basta con tender hacia el bien, no a
lo que nos gusta y es cómodo, para que él siempre esté allí, dispuesto a
señalar el camino que hay que recorrer.
En la segunda lectura, san Pablo hace una
recomendación a los cristianos de
Corinto que sigue siendo válida hoy para nosotros, aunque hoy vivamos en
situaciones y expectativas muy distintas. "Porque la representación de este mundo se termina". El
momento presente es siempre importantísimo, el más importante, pero no pasa de
ser sólo un momento respecto al tiempo total de nuestra vida. Vivamos cada día con intensidad –carpe diem-
pero sabiendo que cada día es sólo un día más de un tiempo que,
inevitablemente, se acabará pronto. Somos peregrinos, caminantes, y no podemos,
ni debemos, perder nunca de vista la dirección y final del camino.
Esforcémonos, cada día, para que el reino de Dios venga a nuestros corazones y
a nuestro mundo. Cuidemos con exquisitez la intimidad con el Señor. Alejemos de
nuestra vida todo aquello que empobrece nuestra relación y amistad con Él.
¿Nos
suenan difíciles las palabras de San Pablo
que acabamos de escuchar? ¿Parece que quita importancia a cosas que para
nosotros son importantes, incluso imprescindibles? San Pablo minimiza y obvia
cosas que son fundamentales para nuestra sociedad y demasiadas veces también
para nosotros: vivir casados como si no lo estuviéramos; los tristes como si no
sintieran esa tristeza, ni los alegres esa alegría. ¿qué quiere decirnos
Pablo?. San pablo establece un régimen de prioridades. Ciertamente, comparando
todas esas cosas con la Eternidad, parece que valen poco. Nuestra convivencia
final con Dios es lo más importante que puede haber.
Supuesto
que el cristiano tiene como meta lo último, la manifestación de Jesús, su vida
ha de moverse en ese horizonte; que tanto su alegría como su llanto encuentren
su sitio y su contexto en el marco del reino. Toda la vida del creyente tiene
que tener este matiz cristiano y escatológico si quiere rendir al máximo en su
camino de fe. Corinto era una ciudad particularmente rica, centro comercial de
primera importancia. Incluso en la comunidad de cristianos había, al parecer,
algunos hombres ricos (cf. cap 11). Por eso Pablo dice con claridad: está fuera
del contexto cristiano quien tiene la sensación de seguridad en sus propias
negocios. Al fin y al cabo la única seguridad es Jesús. No tiene más
probabilidades de éxito el rico, ya que el reino no tiene nada que ver ni con
el dinero ni con la posición social.
Con
esta conclusión no invita Pablo a un desentendimiento sin más de las realidades
presentes. Sino a un trabajo humano pero cristiano, con la óptica de Jesús y
del reino. Esto hará precisamente que el trabajo cristiano adquiera una
dimensión nueva y fructífera en favor de todos.
Desde el evangelio, hoy, es
conveniente recordar aquel día en que Jesús nos llamó. Hubo una
palabra de alguien, una línea de un libro, un acontecimiento, que nos hizo
necesitar, desde ese mismo momento, la cercanía de Jesús: sus palabras, su
mensaje, su consuelo. Ese fue el día que nos llamó.
Jesús
anuncia que el tiempo ya se ha terminado y que es necesario convertirse
mediante la fe en la Buena Nueva. A su vez refleja con todos los detalles –y
muy pocas palabras—la llamada a Pedro y Andrés y a Santiago y Andrés. Son
pescadores en el lago de Galilea y serán después “pescadores de hombres”.
Jesús
nos dice que debemos convertirnos y creer en el evangelio para que el reino de
Dios pueda llegar hasta nosotros. "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de
Dios: convertíos y creed en el evangelio". El "convertíos y creed en el evangelio"
es una condición necesaria e imprescindible para que el reino de Dios
pueda realizarse entre nosotros. La conversión supone siempre un esfuerzo
personal para conseguir que el reino de Dios se haga realidad en nuestra vida.
Necesitamos
tomar muy en serio nuestro camino espiritual. Es más, los cristianos no sólo
debemos aspirar a nuestra conversión individual, sino que debemos poner los
medios para que toda la sociedad se convierta. La actitud cuidadosa para
conseguir que el reino de Dios pueda hacerse realidad en mí y en nuestro mundo
no es sólo un consejo, es un deber de conciencia que sigue a la actitud de
seguir a Jesús. Dios quiere que le abramos libremente las puertas de nuestro
corazón y nuestra mente, para que él pueda reinar en nuestras vidas. Jesús quiere
que todos nosotros, los cristianos, nos pongamos al lado de nuestro
maestro, defendiéndole a él y proclamando su mensaje, en el día a día de
nuestra vida, con las armas del amor, de la justicia, de la paz, de la santidad
y de la gracia. Es decir convirtiéndonos y creyendo en el evangelio.
Respecto
a la conversión hagámonos algunas preguntas: ¿Cuánto tiempo llevamos escuchando
el mensaje de Jesús sin hacerle caso?.
Incluso, los que presumimos de ser cristianos, si somos humildes y
coherentes, comprenderemos que poco hemos entendido, que demasiadas, el Reino
está muy lejos de nosotros, y que lo que sabemos es útil solo para una pequeña
parte de nuestra vida, no para todas las horas del día. Es muy urgente que nos
convirtamos, porque si lo hacemos de corazón, podremos llevar la Buena Nueva a
nuestros hermanos más necesitados de ella. No hay tiempo que perder, porque
cada vez hay más personas ignorantes de lo que es el Camino, la Verdad y la
Vida que nos da Cristo.
¿De
qué cosas debemos alejarnos porque nos alejan del reino de Dios y todo lo que
supone para nuestra vida.
¿Cómo
respondemos a la llamada a ser "pescadores
de hombre".
Rafael
Pla Calatayud.
rafael@betaniajerusalen.com
[1]
San
Agustín, Comentario a los salmos. http://www.augustinus.it/spagnolo/esposizioni_salmi/index2.htm