Comentarios
a las lecturas del Domingo XXIX del T. O.19 de octubre de 2014
Hoy son dos los
núcleos de esta celebración: por un lado, el evangelio, que nos habla de la fe
y la política; y por otro lado el DOMUND, cuyo lema es “renace la alegría”. Dice el Papa Francisco que “todos los
discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la
evangelización”. Es un hecho constatable
que gracias a los que dedican su vida a la evangelización de los pueblos más
pobres, la alegría de estas gentes renace cada día. No es una alegría material,
por tener cosas, casas, coches, dinero… Como recuerda el Papa Francisco en el
Mensaje para esta Jornada del DOMUND, la alegría más profunda de Jesús es
constatar que sus discípulos participan de esta dinámica de conocer al Padre y
de vivir como hermanos entre sí. Es la alegría del Evangelio que se revela a
los más pobres y humildes, que la Iglesia debe testimoniar y realizar en este
mundo y en esta sociedad en la que le ha tocado vivir.
En el Evangelio
descubrimos un dato más de la Evangelización. Es la relación entre vida
cristiana y política. El Evangelio no es un mensaje o buena Nueva desencarnada.
Evangelizar tampoco lo es. ¿Qué buena nueva puede ser el Evangelio por ejemplo
en Africa, continente esquilmado y explotado
cruelmente por los poderes económicos en connivencia con los poderes políticos de
los distintos países del continente?.
¿Cómo unimos
esto con el evangelio, con esa frase de Jesús tan oída de “dar al César lo que
es del César y a Dios lo que es de Dios”? Hay que interpretar bien este
evangelio porque puede parecer que Dios separa la religión y la política, y
nada más lejos de la realidad. Si hacemos eso, estaremos sucumbiendo a un
individualismo que se está metiendo en nuestra sociedad y que quiere meter la
religiosidad en la vida privada y en el ámbito de lo personal. Pero eso no lo
dice el evangelio por ningún sitio, al contrario, nos invita a ser “levadura en
la masa”, es decir, a estar presentes en nuestra sociedad y hacerla crecer con
los valores del evangelio. Precisamente, “dar al César lo suyo” significa
trabajar por transformar la sociedad en la que vivimos. Y “dar a Dios lo suyo”
exige interesarse por los derechos de los que son “hijos de Dios”, por muy
pequeños que sean, por muy negra que sea su piel y por muy lejos que vivan, ya
que conviven en esta sociedad nuestra y son imagen de ese Dios al que decimos
querer tanto y al que nos encomendamos para que nos ayude en todo momento y
situación.
Tres pistas
desde las lecturas de hoy.
1.- Así dice el Señor a su Ungido, a Ciro…
te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías.
Vemos en este texto del profeta Isaías que Dios no hace distinción de personas
y elige a un pagano, a uno que no le conocía, para que sea su Ungido y libere a
su pueblo del destierro en Babilonia. No podemos despreciar a ninguna persona
por su condición social, ni por su raza, o religión. Dios quiere a las personas
que hacen el bien y que ayudan a los demás. Nuestro Dios es el Señor de todos y
ama a todos; nuestro deber es reconocer esto: que no hay dios fuera de Dios. Yo
soy el Señor y no hay otro.
Buen mensaje para
nuestras sociedades cada vez más secularizadas y donde la fe en Dios y la
actitud publica de personas creyentes es cada vez menor. MUCHOS QUE SE
MANIFIESTAN ATEOS O AGNOSTICOS, dirigen cada vez los destinos de nuestras
sociedades, desde los gobiernos y órganos de poder. Los CIROS abundan hoy más
que los DAVID.
2.- A la Iglesia de los tesalonicenses (1):
Recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y
el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Señor.
Este texto, con el que comienza la carta a los tesalonicenses, es el texto más
antiguo del Nuevo Testamento. Y puede muy bien servir como programa de vida
para nosotros, los cristianos del siglo XXI. Que nuestra fe sea una fe activa,
que nuestro amor sea intenso y esforzado, y que nuestra esperanza en Jesucristo,
nuestro Señor, no decaiga y nos mantenga firmes y valientes en nuestro
testimonio cristiano ante Dios y ante el César.
3.- Dad al César lo que es del César y a
Dios lo que es de Dios. Que Cristo fue una persona espiritual,
y los cristianos debemos ser personas espirituales, ninguno de nosotros lo
duda; lo de que debamos ser mundanos ya puede necesitar alguna explicación.
Pero, si entendemos por mundanos personas que vivimos en el mundo y debemos
vivir preocupados y comprometidos con el mundo, parece igualmente evidente. Lo
demás es escapismo y renuncia a nuestra condición de seres humanos, que implica
ser seres sociales, que vivimos en sociedad. El Papa Francisco, en su
exhortación apostólica "Evangelii Gaudium", nos da luz sobre estas cuestiones.
Sobre la obligación
de actuar como seres sociales dice el Papa que la evangelización abarca “todos los aspectos
de la vida humana, de manera que “la misión del anuncio de la Buena Noticia de
Jesucristo tiene una destinación universal. Su mandato de caridad abraza todas
las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la
convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño”
(Documento de Aparecida). La verdadera esperanza, que busca el Reino
escatológico, siempre genera historia” (E.G.n. 180).
Sobre la política y los políticos dice: “La
política, tan denigrada, tiene una altísima vocación, es una de las formas más
preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos
de que la caridad no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las
amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también las macro-relaciones,
como las relaciones sociales, económicas y políticas” (número 205).
<la salida de sí hacia el hermano> es uno de los dos
mandamientos principales que fundan toda norma moral> (E.G.n.
179).
Cumplir todas nuestras obligaciones sociales,
económicas y políticas, dando al César lo que es del César, es parte de nuestra actitud de creyentes. Y ello
hay que hacerlo como nos recuerda Jesús, amando a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a nosotros mismos, dando a Dios lo que es de Dios.
La llamada evangelica
es a construir una comunidad capaz de
evangelizar a los pobres. Asi pues la
renovación que pide nuestro tiempo es una conversión clara a los "nuevos
pobres" espirituales y materiales y un compromiso en la transformación de
las estructuras de pecado que generan la pobreza. Para ello es necesario: dejarnos
educar en la fraternidad y solidaridad, algo fundamental en un mundo que educa
en el individualismo y la competencia, y fomentar las actitudes cristianas de
denuncia y compromiso. Como creyentes coincidiremos con muchas otras personas
en esa fraternidad y solidaridad, pero nosotros estamos llamados a algo más
profundo. Hay que dar al César lo que es del César. A Dios lo que es de Dios:
la adoración rendida, la entrega generosa, la obediencia fiel a su Ley, el amor
sobre todas las cosas.
(1).- Hoy iniciamos
la lectura sucesiva de fragmentos de la I Carta de San Pablo a los
Tesalonicenses. Hasta hace poco se ha considerado a esta Carta como el texto
más antiguo de los Evangelios. Fue escrita en Atenas en el año 51. Pero en las
cuevas de Qumram se halló un papiro con un fragmento
del Evangelio de Marco que podría estar datado en los años cuarenta del siglo
I.
No hay comentarios:
Publicar un comentario