martes, 30 de diciembre de 2014

Comentarios a las lecturas del domingo de la Sagrada Familia. 28 diciembre de 2014.

Domingo de la Sagrada Familia. 28 diciembre de 2014.
La primera lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14), nos habla de la familia y de la relación entre el padre, y la madre y los hijos.
"El que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor le escucha". La familia parental está formada por padres, hijos, y nietos; tíos, primos y sobrinos. Nadie ha hecho más por el niño, el joven, el adulto, el viejo, que la familia parental. Con todos sus defectos, limitaciones y excepciones, cuando tenemos problemas físicos, psicológicos, económicos, sociales, al final siempre queda y, en muchos casos, sólo queda, la familia. La familia es siempre la primera que nos ayuda, nos comprende, nos defiende, nos corrige, nos anima, nos ama. Demos hoy, especialmente, gracias a Dios por la existencia de la familia parental. Y defendámosla.
"Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole" (Qo 3, 3) El padre merece el respeto y la veneración de los hijos. Estos, al fin y al cabo, le deben la vida, que es lo más grande y hermoso que el hombre ha recibido. Además, a nuestros padres debemos de ordinario lo que somos. Ellos nos iniciaron en el camino que hemos recorrido y se sacrificaron -a veces de forma heroica- para sacarnos adelante. Se desvelaron sin tregua cuando fue necesario, se preocuparon por nuestro bien, sufrieron y lloraron por nuestro mal.
Por todo eso son merecedores de nuestra gratitud, de todos los sacrificios que sean precisos para atenderles y cuidarlos. Con ello no haremos sino cumplir con nuestro deber, pagar una deuda pendiente, saldar una cuenta antigua e ineludible. Dios ha querido que el amor a los padres  sea la mejor manifestación de una auténtica caridad. Por eso el Señor valora y paga con creces cuanto hagamos por nuestros padres. Si no amamos con obras a los nuestros, difícilmente podremos amar, según Dios, a los demás.
"Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas." (Qo 3, 14). Exhortación de gran actualidad hoy -una época de abandono de nuestros mayores- La exhortación del texto nos hace comprender lo importante que es cuanto dice. Nos explica que nuestros padres son, en cierto modo, los representantes de Dios, los instrumentos de que él se ha valido para traernos a la existencia. De ahí que ofender a un padre es ofender, de forma singular, al mismo Dios de quien, según San Pablo, procede toda paternidad.

El salmo ( 127) de hoy nos recuerda de donde y como viene la bendición de Dios.
"Dichoso el que teme al Señor..." (Sal 127, 1) Parece contradictorio que haya dicha cuando hay temor, parece imposible que coexistan la felicidad y el miedo. Y digo parece, porque Dios no puede afirmar una cosa tan absurda, y mucho menos tratar de engañarnos con una frase que, si se toma como parece a primera vista, es contraria en sí misma.
El que tema al Señor guardará sus mandamientos, andará por los caminos señalados por la sabiduría divina. Por eso precisamente será muy dichoso... Nadie como Dios conoce lo que es bueno, nadie como él sabe lo que nos beneficia, y nadie como él puede concedernos lo que necesitamos para alcanzar esa dicha, que todos y cada uno anhelamos desde lo más íntimo de nuestro corazón.
 "Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien" (Sal 127, 2) Si somos fieles a Dios, si buscamos agradarle en todo, si cumplimos con esmero su voluntad , entonces el Señor nos mira con  especial cariño, se siente inclinado  hacia nosotros con amor misericordioso. El cariño - humanamente y con Dios-, crece cuando es correspondido, y los beneficios y favores se multiplican cuando quien los recibe es agradecido.

La segunda lectura de la Carta de San Pablo a los Colosenses (3,12-21 ) es una recopilación de consejos para la vida cotidiana, abarcando la familia natural familia eclesial ( liturgia ) y la vida social .
En la familia parental y en la familia eclesial siempre se ama más al que más lo necesita; amemos, por tanto, con especial atención y esfuerzo a las personas que más sufren dentro de iglesia, que quiere ser la familia humana en general. No hagamos distinción de razas, ni de lenguas; amemos a todos, porque todos son de nuestra familia, de la Iglesia que quiere reunir Cristo sobre la tierra.
Comienza resaltando  nuestra condición de pueblo  "Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro".
Nuestra vida esta llamada a ser vivida desde un corazón pletórico de paz. "Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestros corazones". Por amor a Cristo, y como buenos discípulos de Cristo, amamos a todas las personas como a hermanos, como a miembros de nuestra familia. Amenos a todos como Cristo nos amó.
"Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados".
San Pablo nos recuerda que somos el pueblo elegido por Dios, que somos hijos suyos y que por tanto hemos de comportarnos como tales. De modo especial en nuestra vida de hogar, en donde pasamos la mayor parte de nuestra existencia. En casa, nuestra actitud habitual ha de ser de misericordia entrañable, de bondad, de humildad, de dulzura y de comprensión. El Apóstol nos sigue diciendo que el Señor nos ha perdonado y que, por consiguiente, también hemos de hacer lo mismo cada uno de nosotros. Y por encima de todo y siempre el amor, que es el ceñidor de la paz consumada... Familia en paz, bendición de Dios que la Iglesia pide y desea para todos los hombres. Y es que si vivimos en un ambiente familiar en el que reine la paz y la alegría de Dios, todas nuestras dificultades están superadas.

Hoy el  Evangelio esta tomado de San Lucas (2, 22-40).
Poco, casi nada, sabemos de la vida de José, María y el Niño, mientras vivieron en Nazaret. Y, cuando Jesús comienza su vida pública, es el mismo Jesús el que nos dice que su familia es “toda persona que cumple la voluntad de Dios”. Cumplir la voluntad de Dios es cumplir el mandamiento nuevo de Jesús, “amarnos unos a otros como él nos amó”. Si, como nos dice San Pablo, en su carta a los Colosenses, “el amor es el ceñidor de la unidad consumada”, hoy debemos pensar que fue el amor sagrado el que hizo sagrada a la Sagrada Familia.
"Cuando llegó el tiempo de la purificación de María..." (Lc 2, 22) Dentro del tiempo de Navidad celebra la liturgia la fiesta de la Sagrada Familia. Con ello intenta la Iglesia que los creyentes, y todos los hombres, fijemos la mirada en ese hogar de Nazaret, donde se desarrolló la vida sencilla y humilde, maravillosa como ninguna otra, de Jesús, María y José, la Trinidad en la tierra como la llamaron los clásicos de la literatura ascética.
"José y María, la madre de Jesús, estaban admirados de lo que se decía del niño… " El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
"El niño iba creciendo y robusteciéndose y se llenaba de sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba". Pues lo mismo que ocurría en el hogar de Nazaret, ocurre en los nuestros. Habrá paz y alegría, la dicha que siempre brota donde hay amor que sabe de renuncias y de comprensión. La unión indisoluble del matrimonio, elevado a sacramento por Jesucristo, se reforzará con el paso de los años.
 
En esta fiesta de la Sagrada Familia,  debemos pedir a Dios por todas las familias, para que hagan del amor el soporte y el vínculo de su unidad familiar.
Pedir particularmente por la familia cristiana. En ella l amor, la fidelidad y el compromiso, son lo esencial. De ello Jesús, José y María fueron testimonio ejemplar. No somos nosotros seguidores de un libro, ni de una teoría. Nuestra norma dimana de una vida que fue ejemplar, que se nos propuso y que da buenos resultados.

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