Comentario
a las lecturas del XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A
USTICIA DE DIOS (DEL
AMOR) y
LA JUSTICIA DEL MERCADO.
Caminos misericordiosos
de Dios.
Muchas
son las sugerencias para nuestra vida
cristiana de las lecturas de hoy.
El
titulo que hemos elegido creo que es muy ilustrativo de nuestra relación con
las cosas de Dios. y señala muy bien la relación que Dios quiere tener con
nosotros.
En
la primera lectura se nos invita a "Buscar al Señor" Descubrir los
planes de Dios.
¿En qué se diferencian los planes divinos y los humanos? Los planes y caminos
de Israel, a consecuencia de la grave situación en que se encuentra, son los de
la duda, falta de fe, escasa confianza en sí mismos, en los otros. Porque la
palabra divina es siempre eficaz, el Segundo Isaías urge a los suyos, mediante
dos imperativos, a buscar al Señor; no ha muerto sino que se halla muy cerca de
aquél que le busca. En el Antiguo Testamento "buscar al Señor" puede
denotar una llamada cultica: acudir al santuario con sacrificios y oraciones,
pero no se agota aquí su sentido. Ya desde los tiempos de Amós, la búsqueda del
Señor no consiste en hacer numerosos sacrificios de vacas y de ovejas, ni en
peregrinar a los grandes santuarios. Buscar al Señor es hacer caso de la
palabra profética que Isaías está dirigiendo a su pueblo: a Dios se le puede
encontrar en el desierto, ahora mismo..., sólo se exige la conversión y la
escucha de su Palabra.
En
este domingo se inicia la lectura de
cuatro pasajes de la Carta de San Pablo dirigida a los filipenses. Filipos era una ciudad importante y tenía también una
numerosa Iglesia. Pablo escribe desde su prisión de, probablemente, Roma. La
precariedad de su situación no le produce desesperanza, sino una gran alegría.
Si muere sabe que se reunirá con Cristo, pero si no muere podrá encargarse de
la cura espiritual de quienes él mismo ha llevado al conocimiento del Evangelio
de Jesús. "Me
encuentro –dice San Pablo—en
ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho
lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para
vosotros". Pero a l final va a declarar que dicha alternativa
tiene menos importancia que la necesaria vida digna que deben llevar los fieles
de Filipo. Pablo acepta los planes de Dios y aunque su inteligencia analiza
bien las opciones que tiene, deja en manos del Señor lo que tenga que ocurrir.
Y esa confianza en el Señor toma mayor relevancia si consideramos que San Pablo
vive la incertidumbre personal que produce el hecho de estar encarcelado.
El
plan que Dios tiene para nosotros es trabajar en su "viña".
El
evangelio nos habla de este plan y camino de Dios para cada ser humano. La
parábola evangélica es especialmente útil para los tiempos actuales. Hay muchos
creyentes que se creen con todos los
derechos habidos y por haber. Buscan un premio permanente a su fidelidad y
pretenden ser los primeros. La verdad es que habría que tener en cuenta los
méritos de toda una vida dedicada al seguimiento de Cristo. Y hay hermanos
verdaderamente ejemplares en ese camino. Pero son ellos precisamente los que
también han de ejercer la máxima humildad y ponerse en el último lugar de la
lista de retribuciones. No es fácil desprenderse de una cierta complacencia
ante la satisfacción del deber cumplido. Y, sin embargo, no es lo que nos pide
Cristo. Guarda, sin duda, relación el evangelio de hoy con la doctrina de la
conversión de los pecadores y con la Parábola del Padre Miseriordioso.
Aun convertidos en el mismo momento tendrán la misma paga que los fieles de
"toda la vida". La Misericordia
del Señor les llevara a la gracia de Jesucristo , a la salvación y sanación y a
a la vida eterna. Y, en este caso lo que dice Jesús
respecto a las retribuciones es perfectamente aplicable. Va a dar a sus hijos
fieles de siempre lo que les prometió, si restarles ni un céntimo, ni un gramo:
la salvación. La única receta posible para no caer en pecados de superioridad
respecto a los recién llegados a la gracia está en la última frase: "Así,
los últimos serán los primeros y los primeros los últimos". Muchas veces,
demasiadas veces nosotros no vivimos esta lógica de Dios.
Pedimos que se nos reconozcan nuestros
méritos, que se hagan santos a personas de nuestra cuerda. Claro que esto lo
hacemos intentando maquillar nuestros propósitos
e intenciones intimas. Repetimos palabras suaves, incluso "palabras bíblicas".
hacemos elocuentes discursos...
! Pero Dios sabe la verdad, toda nuestra
verdad¡.
Asi nos lo presenta el SALMO 138, I-II
Dios está en todas partes y lo ve todo
1Señor, tú me sondeas y me conoces;
2me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; 3distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
4No ha llegado la palabra a mi
lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda. 5Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. 6Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.
7¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada? 8Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
9si vuelo hasta el margen de la
aurora,
si emigro hasta el confín del mar, 10allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha.
11Si digo: «Que al menos la tiniebla
me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí», 12ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día. |
Muchas gracias por el comentario, sabemos que es Dios quien sale a nuestro encuentro pero a Él le gusta que hagamos nuestro esfuerzo de buscarle, lo que implica tamien un acto de conversión.
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