"La Pastoral bíblica: historia y perspectivas" |
Florencio Abajo Núñez |
Martes, 08 de Febrero de 2011 18:30 |
Representante de la CEE en la Federación Bíblica Católica 1. INTRODUCCIÓN: LA PASTORAL Y LA PASTORAL BÍBLICA El pastor, el pastoreo, son palabras que tienen mucha importancia en la Biblia. Sirven para expresar la relación entre Dios y su pueblo. Recordamos el Salmo 23 ("El Señor es mi pastor, nada me falta; aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo") o la promesa de Dios en Jeremías ("Os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia." Jer 3,15). Jesús es el Buen Pastor, que cuida y defiende a sus ovejas (Jn 10) y se muestra lleno de misericordia hacia las aquellas que se han perdido (Lc 15). El Señor resucitado confía a Pedro su rebaño –de Jesús– y le encomienda la tarea de continuar su propia misión (Jn 21). ¿Qué es la Pastoral? Conviene que comencemos esta conferencia poniéndonos de acuerdo acerca de la terminología que vamos a utilizar. De entre las múltiples definiciones que existen del término "pastoral" les propongo la siguiente: "Pastoral es toda actividad de la Iglesia en orden de anunciar y hacer presente la salvación, por medio de la transmisión y predicación del Evangelio." La pastoral es, según esto, el compendio de las formas de acción de la Iglesia. A la pastoral le corresponde llevar a todos los hombres y mujeres al encuentro con Jesucristo. Para ello, la pastoral en su conjunto promueve su actividad en tres áreas fundamentales, dentro de las cuales se desarrollan diversas pastorales específicas:
Además de estas acciones pastorales principales, las diócesis también suelen crear las denominadas "pastorales preferenciales", como la Pastoral Familiar o la Pastoral Juvenil. ¿Qué es la Pastoral Bíblica? Tradicionalmente se acepta que la Pastoral Bíblica es todo aquel trabajo que realiza la comunidad eclesial en torno a la Sagrada Escritura, su lectura, interpretación, celebración y vivencia con el fin de que ella sea "sustento y vigor de la Iglesia, fortaleza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de vida espiritual" (DV 21). Esta definición de carácter general requiere alguna puntualización que haremos más adelante, fruto de la evolución de la propia acción pastoral y de la comprensión acerca de la presencia de la Escritura en la vida y la misión de la Iglesia. Al hablar de la Pastoral Bíblica vamos a atender primero al trabajo ya realizado para proponer después algunos criterios y pistas de actuación. 2. UN SIGLO DE HISTORIA Es preciso comenzar este rápido repaso a través de la historia reconociendo el cierto alejamiento que ha existido en los últimos siglos entre la Sagrada Escritura y la Iglesia. El acceso directo de los fieles a la Biblia ha sido escaso hasta bien entrado el siglo XX. Esto no significa que el pueblo haya dejado de alimentarse de la Palabra de Dios: ésta le llegaba a través de las catequesis, las homilías, el arte... Pero ciertamente, el analfabetismo, la escasez de Biblias, los recelos suscitados por la reforma protestante... limitaron en su día y hasta hace bien poco tiempo de manera significativa la presencia de la Escritura entre los católicos. Es a lo largo del pasado siglo XX cuando se avanza con seguridad en un camino que tenía como horizonte la búsqueda de la centralidad de la Escritura en la vida y la misión de la Iglesia. Repasamos algunos hitos significativos tomando como acontecimiento central la publicación de la Constitución Dogmática Dei Verbum. I. Los movimientos bíblicos previos al Concilio. Algunos nombres propios de personas e instituciones dibujan el camino del apostolado bíblico que discurre entre el comienzo del siglo XX y la celebración del Concilio Vaticano II.
II La Constitución dogmática Dei Verbum La Constitución dogmática sobre la Divina Revelación Dei Verbum (1965) es el punto de llegada del trabajo del movimiento bíblico preconciliar y, al mismo tiempo, la fuente que alimenta la pastoral bíblica hasta nuestros días. El concepto de revelación es el núcleo del documento conciliar. "En esta revelación, el Dios invisible, movido por su gran amor, habla a los hombres como a amigos, y conversa con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía" (DV 2). Al utilizar la imagen de la conversación, del diálogo, el Concilio subraya el papel del ser humano en la dinámica de la revelación: ya no es suficiente con que Dios rasgue el cielo y vierta su palabra sobre la humanidad. Al Dios que se manifiesta le sigue un hombre, una mujer, que escuchan su palabra, la acogen en la fe y responden al mismo Dios. Es en el marco de este diálogo entre Dios y el hombre en el que la Dei Verbum sitúa las recomendaciones pastorales recogidas en el capítulo sexto, sobre "La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia". En él se habla de cómo responder a la revelación de Dios manifestada en las Sagradas Escrituras. Algunos subrayados en el texto de este capítulo sexto de Dei Verbum. 21. La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo [...], nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir con la Sagrada Escritura. 22. Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura. 23. Los exegetas católicos, y demás teólogos, deben trabajar, aunando diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas. 24. El estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología. 25. Todos los clérigos, especialmente los sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por oficio al ministerio de la palabra, han de leer y estudiar asiduamente la Escritura para no volverse "predicadores vacíos de la Palabra, que no la escuchan en su interior". (En el mismo número aparecen indicaciones dirigidas a todos los cristianos, y en particular a los religiosos y a los prelados) 26. Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados "la palabra de Dios se difunda y resplandezca" y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más los corazones de los hombres. III. Del Concilio Vaticano II a nuestros días Dei Verbum marcó un antes y un después en la comprensión acerca de cuál debería ser la presencia de la Escritura en la vida de la Iglesia. Quiero subrayar solamente cuatro hitos documentales que han enriquecido la reflexión desde el Concilio hasta nuestros días y algunos logros en cuanto acciones concretas.
Desde el impulso conciliar y gracias al esfuerzo de muchos fieles implicados en la pastoral de la Iglesia podemos contemplar numerosos logros en los últimos cincuenta años:
En el itinerario que hemos recorrido desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días se que pueden distinguir tres modos de entender el lugar de la Biblia en la vida y la misión de la Iglesia: el movimiento bíblico, la pastoral bíblica y la animación bíblica de toda la pastoral. 1.- En los años previos al Concilio, y en paralelo a lo que sucedió con el movimiento litúrgico, apareció con fuerza el llamado movimiento bíblico. Tomando conciencia de la escasa incidencia de la Sagrada Escritura en la vida y la misión eclesiales, este movimiento bíblico se comprometió en la tarea de la difusión de los textos bíblicos. Al mismo tiempo, fueron generándose cursos de divulgación bíblica, jornadas de estudio... que condujeron a la aparición de diversas publicaciones. Son los primeros pasos del llamado apostolado bíblico. En España, la asociación AFEBE o la revista Cultura Bíblica son expresión de este movimiento bíblico. En este marco se inscribe el nacimiento de La Casa de la Biblia. 2.- Después del Concilio se pasó del movimiento bíblico a la pastoral bíblica. La comprensión de que la difusión del texto bíblico debía de ir acompañada de la correspondiente formación suscitó numerosas iniciativas de divulgación que tenían un marcado carácter pastoral. Se multiplicaron los cursos bíblicos, algunos de ellos a distancia, se profundizó en los estudios bíblicos, fueron apareciendo por doquier grupos parroquiales que se tenían como objetivo el estudio de la Biblia, etc. Esta pastoral bíblica, que fue creciendo en el seno de la llamada "pastoral de conjunto", se entendía como una pastoral junto a otras pastorales específicas. 3.- El reconocimiento práctico y generalizado de que la Biblia debe colocarse en el centro de toda la pastoral y de la vida de la Iglesia es algo relativamente reciente. En el mensaje final del encuentro de Freising (1994) se retoma la afirmación del Concilio sobre la centralidad de la Biblia, y se afirma que "la pastoral bíblica no debe entenderse como una pastoral junto a otras, sino que debe llevar a que toda la planificación y la praxis pastoral esté enraizada en el mensaje bíblico". En el grupo de trabajo de la subregión de Europa del Sur y del Oeste de la Federación Bíblica Católica formulábamos a finales del siglo pasado (1996) esta convicción diciendo que en lugar de hablar de la "pastoral bíblica" deberíamos hablar de la "animación bíblica de toda la pastoral". Con esta fórmula manifestábamos nuestra convicción de que la Biblia no es objeto de una pastoral específica, sino que debe animar, como dice el Concilio, toda la vida de la Iglesia. Esta es la fórmula que consagra definitivamente Verbum Domini: "El Sínodo ha invitado a un particular esfuerzo pastoral para resaltar el puesto central de la Palabra de Dios en la vida eclesial, recomendando «incrementar la "pastoral bíblica", no en yuxtaposición con otras formas de pastoral, sino como animación bíblica de toda la pastoral». No se trata, pues, de añadir algún encuentro en la parroquia o la diócesis, sino de lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones y los movimientos, se interesen realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra. Así, puesto que «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo», la animación bíblica de toda la pastoral ordinaria y extraordinaria llevará a un mayor conocimiento de la persona de Cristo, revelador del Padre y plenitud de la revelación divina" (VD 73). Hemos visto el camino recorrido hasta ahora. En este momento, vamos a pasar a hablar del futuro. Pero antes de seguir me gustaría hacerles caer en la cuenta de algo que entiendo que es fundamental. La Pastoral Bíblica es, particularmente si la comparamos con otras áreas pastorales, una pastoral de éxito: los cristianos aceptan de buen grado las iniciativas bíblicas que se les ofrecen, hay un verdadero "hambre" de la Sagrada Escritura. Pero podemos correr el riesgo de pensar que "todo vale". Creo que hemos de renovar nuestro compromiso con la responsabilidad y con la calidad. En este sentido, entiendo que es fundamental clarificar los principios hermenéuticos que orienten la presencia de la Biblia en nuestra pastoral, promover la formación de cuantos se dediquen al ministerio de la palabra y diseñar proyectos bíblicos serios que sirvan de marco para la animación bíblica de la pastoral. 3. PARA UNA ANIMACIÓN BÍBLICA DE LA PASTORAL 3.1 Algunas claves sobre la presencia de la Biblia en la pastoral de la Iglesia 1. Una lectura atenta y respetuosa del texto. La Biblia nació en una cultura distinta a la nuestra y en una época de la que nos separa muchísimo tiempo. El primer acercamiento a un pasaje debe tratar de descubrir la experiencia creyente que dejaron reflejada en él nuestros antepasados en la fe y acercarnos a dicha experiencia con respeto. Para ello es necesario no proyectar sobre el texto nuestra subjetividad, nuestra particular comprensión de la realidad. Hace falta dedicación y tiempo para conocer el mundo de la Biblia y aprender a leerla siendo respetuosos con ella. Las introducciones y notas de las ediciones de la Biblia, el manejo de algún comentario bíblico sencillo facilitan la tarea de ir leyendo el texto desde él mismo. Esta lectura respetuosa del texto bíblico ayudará a evitar el peligro de una lectura literalista o interesada, de una lectura fundamentalista. 2. Una lectura atenta y respetuosa de la historia. La Palabra de Dios es una palabra viva. Las experiencias de fe del pasado iluminan las experiencias de fe de cada generación y las experiencias que se viven en diversas situaciones personales y en diversos contextos sociales. El creyente no lee la Biblia para saber más cosas sobre ella, sino para entender su propia vida, para reconocer el proyecto de Dios para él. La lectura de la Biblia exige una lectura atenta y respetuosa de la historia. Sólo así se puede llegar al diálogo auténtico entre la experiencia reflejada en los textos de la Biblia y la experiencia de quienes la leen. En la Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" (1975) de Pablo VI recuerda que "la fidelidad a un mensaje del que somos servidores y a las personas a las que hemos de transmitirlo intacto y vivo, es el eje central de la evangelización" (EN 4). Fidelidad al mensaje y fidelidad al hombre. 3. En la comunidad eclesial. La comunidad cristiana es quien puede hacer una lectura más penetrante de la Biblia. La comunidad debe escuchar a los estudiosos de la Biblia, que la ayudan a leer el texto respetuosamente; a la gente sencilla, que es capaz de captar mejor su referencia a la vida; y al magisterio vivo de la Iglesia que ha recibido el encargo de interpretar auténticamente la palabra de Dios. Estas tres referencias son obligadas para que la interpretación sea verdaderamente eclesial. 4. Desde la fe en Cristo Resucitado. La experiencia de los primeros cristianos nos enseña que hay una íntima relación entre Jesús y las Escrituras: por un lado, las Escrituras nos hablan de Jesús; y, por otro, Jesús resucitado es la clave para comprender el sentido de las Escrituras y es quien abre el entendimiento de los discípulos para comprenderlas. Por ello, en una lectura que se hace desde la fe esta perspectiva es fundamental. 3.2 La acción pastoral: la vida y la misión de la Iglesia 1. El Servicio bíblico diocesano. En 1994, coincidiendo con el encuentro de obispos en Freising, los miembros europeos de la Federación Bíblica Católica propusieron la creación de servicios o delegaciones diocesanas de animación bíblica en cada Diócesis con el fin de promover y coordinar la animación bíblica de la Iglesia local. En las iglesias de América Latina, por ejemplo, es común la existencia de estos servicios, bajo la forma de Delegación Diocesana de Biblia o Comisión Diocesana de pastoral bíblica. Algunas Conferencias Episcopales disponen de una Comisión Episcopal para la Animación Bíblica de la Pastoral. A día de hoy, en Europa son pocas las diócesis que disponen de un servicio bíblico de estas características. En España, algunas diócesis van avanzando en este sentido, ya sea desde la propia necesidad de coordinación de proyectos bíblicos diocesanos, por la especial sensibilización en este sentido del obispo de la Diócesis, etc. Puede servir como ejemplo el caso concreto de la Diócesis de Santander. Como consecuencia de la actividad bíblica diocesana, surgió la necesidad de un organismo diocesano que asumiera como tarea y servicio el coordinar, dar estabilidad e impulsar esta iniciativa pastoral, que por su significado e importancia en el organigrama pastoral diocesano, requería una atención especial. Así pues, el obispo de la diócesis designó un responsable que constituyó un equipo de trabajo. Será éste el centro desde el cual se iría encauzando toda la dinámica de la lectura creyente de la Palabra de Dios (convocatorias, materiales, encuentros, revisiones, formación...) así como el encargado de promover las diversas iniciativas ordenadas a la presencia de la Biblia en la vida y misión de la Diócesis. 2. Elaboración de un proyecto de animación bíblica de la pastoral Si existe el Servicio Bíblico Diocesano, su primera función sería la elaboración de un proyecto de actuación. Como en todo proyecto, debería especificar:
3. La formación de los ministros de la Palabra. En el encuentro de Freising en 1994 los obispos europeos definían el perfil de los ministros de la Palabra: "Sólo pueden ser ministros de la Palabra hombres y mujeres que hayan sido cautivados por el mensaje de la Biblia (dimensión del testimonio personal), que hayan recibido una formación y una misión eclesial (dimensión de la comunidad eclesial) y que pueden acercarse al texto de la Biblia de forma responsable y fecunda (dimensión del conocimiento de la Biblia y su cultura)". Al hablar del ministerio de la palabra, Dei Verbum incluye "la predicación pastoral, la catequesis, toda la instrucción cristiana y en un puesto privilegiado la homilía" (DV 24). Junto a estos ministerios específicos, situamos también a los lectores en las celebraciones litúrgicas o a los animadores de los grupos de lectura de la Biblia. Para promover una formación integral de estos ministros de la Palabra deberíamos atender a los tres ámbitos que se señalaban en Freising: la lectura y meditación asidua de la Palabra de Dios, la lectura creyente-eclesial de la Biblia y el conocimiento de la Biblia. La lectura y meditación asidua de la Palabra de Dios Los ministros de la Palabra, cautivados por el mensaje de la Biblia, se acercan a ella de manera asidua en su lectura, meditación y oración, porque descubren en ella el fundamento de su vida creyente y de su ministerio. Los encuentros de formación de catequistas, las reuniones de sacerdotes, las sesiones específicas de preparación de los lectores... son momentos idóneos para la lectura y la meditación compartida de la Palabra de Dios. Estas prácticas suscitan en cuantos participan el deseo de mantenerse fieles a la lectura personal de la Biblia. "Alimentarnos de la Palabra para ser servidores de la Palabra en el compromiso de la evangelización", decía el Papa Juan Pablo II (NMI 40). Es preciso ser creativos en cuanto a los medios para despertar en los ministros de la Palabra la inquietud por crecer en la lectura de la Sagrada Escritura. La lectura creyente-eclesial de la Biblia El segundo ámbito de la formación tiene que ver con la capacitación para hacer una lectura de la Biblia como creyentes. Conviene atender, en primer lugar, a las claves hermenéuticas que capaciten al lector a realizar un acercamiento creyente a la Escritura. Pero también es necesaria la profundización en el conocimiento teórico y práctico de la lectio divina, así como de los diversos itinerarios que tienen en ella su origen. Estaría bien que en los Seminarios y en las Facultades de Teología se profundizase en los aspectos relacionados con la iniciación bíblica que los futuros sacerdotes o agentes de pastoral tendrán un día que promover. El conocimiento de la Biblia Finalmente, es preciso transmitir conocimientos acerca de la Biblia atendiendo al contexto histórico y social en que nació, a los aspectos literarios y al mensaje que encerraba para sus primeros destinatarios. 4. Acciones concretas Las posibilidades de actuación son innumerables en el campo de la animación bíblica de la pastoral. La observación de las necesidades concretas, la creatividad de los encargados de llevar a cabo esta tarea... serán las que vayan marcando el desarrollo del proyecto concreto. Sirva esta relación con algunas de las acciones posibles como ejemplo: Trasmitir la fe: catequesis, jóvenes, vocación, enseñanza
Testimoniar la fe: caritas, salud, justicia y paz
Celebrar la fe: liturgia, arte, religiosidad popular
4. DOS PROPUESTAS EN EL ÁMBITO DE LA TRASMISIÓN DE LA FE 4.1 La Biblia en la Catequesis La catequesis es un elemento central de la acción evangelizadora de la Iglesia. Es incuestionable que la Escritura está cada vez más en la base de los catecismos y tiene una mayor presencia en el acto catequético. Pero también es cierto que queda mucho por hacer. Haced discípulos míos Entiendo que la presencia de la Biblia en la catequesis tiene como objetivo preferencial educar al catequizando en la escucha continua de Dios. Esta actitud de escucha es característica del discípulo de Jesús y le conduce a transformar su vida a ejemplo de su Maestro. Se trata de reconocer una vez más que la Escritura es un lugar de encuentro con el Señor. Aportar contenidos doctrinales, sugerir pautas de comportamiento, etc. son elementos que se irán desplegando en ese reconocimiento progresivo de la condición discipular del catequizando. Podemos recordar la parábola del Sembrador, en la que se plantea la cuestión de la escucha de la Palabra (Lc 8,1-21). Lucas describe en esta parábola y su explicación a ese tercer tipo de oyentes –en los cuales fracasa la semilla de la Palabra– con la expresión "no llegan a la madurez" (Lc 8,14). Y a continuación, propone las tres acciones del discípulo que madura en la fe: escucha, conserva la Palabra y da fruto (Lc 8,15). Como ha quedado dicho, las imágenes del diálogo, la conversación, la correlación escucha-respuesta son apropiadas para explicar el concepto de revelación tal como lo propone Dei Verbum (DV 2): desde el punto de vista antropológico se reconoce que el ser humano no es un sujeto "paciente" en el proceso de la revelación, sino que desempeña un papel esencial. El catequista, que es un oyente de la Palabra, tiene como tarea principal enseñar al catequizando a responder al diálogo amoroso que Dios quiere mantener con él (tal como hiciera Elí con Samuel, en el relato de 1 Sm 3). La catequesis es así una escuela que enseña a convertirse en discípulo del único Señor. Es una escuela que capacita para llegar a adquirir un día la sabiduría de Dios. Es una acción pastoral que promueve el entrar en sintonía con Jesús, el Buen Pastor a quien siguen las ovejas "porque conocen su voz" (Jn 10,4). Leer la Biblia en la catequesis Uno de los elementos más urgentes en la catequesis es el establecimiento de un proceso de iniciación a la lectura de la Biblia. Es tarea principal del catequista enseñar a leer la Biblia, así como promover espacios de lectura, meditación y oración en la catequesis. Es fundamental que el catecúmeno llegue a una completa familiaridad con el texto bíblico, que se encuentre a gusto con la Escritura ente sus manos; es esencial que llegue a reconocer su propio proceso creyente en las diversas experiencias de fe que aparecen relatadas en las páginas de la Sagrada Escritura. Algunos textos bíblicos Después de todo lo dicho, la pregunta que hace cualquier catequista es mucho más inmediata: ¿Qué pasajes de la Escritura tengo que utilizar en la catequesis? "La catequesis de la comunidad", documento de los obispos españoles de 1983, proponía una cierta respuesta mediante una denominada "clave de lectura". En el número 230 leemos lo siguiente: "La importancia de esta clave de lectura consiste en que tanto el Símbolo, como el Padre Nuestro, como el Mandamiento del amor, junto a las Bienaventuranzas, son lo esencial de la Sagrada Escritura: son la "regla de fe", el modelo de toda oración cristiana y las actitudes básicas que configuran la vida evangélica." (CC 230) En la catequesis se deberían ofrecer algunos textos de la Escritura que permitan al catecúmeno hacer una síntesis de la fe de la Iglesia. Para este fin, son interesantes los pasajes del Nuevo Testamento en los que se recoge el kerigma primitivo (p. ej. Hch 2,22-24; 3,13-15; 10,37-43). El Padre Nuestro (Mt 6,9-13) es modelo de toda oración y presenta una perfecta síntesis del Evangelio. Siguiendo el ejemplo de Jesús, el catequista enseña a orar a los discípulos del único maestro. También los Salmos se descubren como oración cristiana. El Mandamiento del amor (Mc 12,29-31) y las Bienaventuranzas (Mt 5,1-12; Lc 6,20-23) pueden ser un buen fundamento en el que situar los pasajes bíblicos de contenido moral. 4.2 Un Proyecto Diocesano: "Lectura Creyente de la Palabra" Historia En 1995 D. José Vilaplana (entonces obispo de Santader) se puso en contacto con D. Santiago Guijarro (entonces director de La Casa de la Biblia) y le planteó su deseo de llevar a cabo una acción pastoral de calado diocesano que animase la evangelización en el camino hacia el jubileo del año 2000. Fruto del diálogo repetido en varios encuentros es la propuesta de actuación que acaba formulada en los siguientes términos: "La lectura de un Evangelio, en grupos, en clave de oración y conversión, con método sencillo, que abarque al mayor número de personas y poniendo el acento en cómo traducir, lo que aprendamos en el Evangelio, a la vida personal y comunitaria. Se propone, por tanto, una lectura continuada, sencilla, sin entrar en temas generales o teóricos, para que la gente tenga la experiencia de encontrarse con un evangelio concreto". D. José comunica el proyecto a toda la diócesis en la homilía de la fiesta de la Bien Aparecida: "Vamos a hacer el esfuerzo para acercar el Evangelio a las comunidades cristianas. Todo cristiano debe conocer más de cerca el Evangelio, meditarlo y cumplirlo en su vida, porque desconocer el Evangelio es desconocer a Jesucristo, el Hijo de María, el Hijo de Dios, nuestro Padre". En el primer domingo de Cuaresma del 1996 se realiza la convocatoria general, mediante un díptico informativo y un signo (la entronización de la Palabra) en todas las misas de todas las parroquias de la Diócesis. Se constituyen grupos de lectura creyente de entre 8 y 12 personas, con un animador en cada uno de ellos. En el mes de septiembre de 1996 se celebra el cursillo para Animadores de los grupos de lectura creyente (participan unas 300 personas, mayoritariamente seglares). El 13 de octubre los grupos que se han formado en las parroquias comienzan sus encuentros. Metodología En los grupos, se conjugan dos tipos de lectura a lo largo de 15 sesiones:
El proyecto tendría una duración inicial de tres años, en los que se pretendía acompañar a los cristianos de Santander hasta la celebración del jubileo del año 2000. Siguiendo el itinerario propuesto para toda la Iglesia, el primer año se centraría en la figura de Jesucristo, leyendo el evangelio de Marcos, el segundo al Espíritu, con Hechos de los Apóstoles, y el tercero al Padre, mediante la lectura de los escritos joánicos. Algunos subrayados
Al realizar la evaluación al finalizar el primer curso, se señala lo siguiente: Aspectos positivos:
Dificultades o deficiencias:
Ecos de la experiencia y momento actual El proyecto ha cumplido sus quince años de vida. Marcos, Hechos, Juan, Apocalipsis, Pablo, Mateo, Lucas, todo el AT... Durante tres años, se hizo la lectura de los evangelios dominicales. D. Vicente Jiménez, actual obispo de Santander, continúa animando este proyecto. En estos momentos se está realizando un ciclo de tres años en los que se pretende profundizar en la comprensión de la fe cristiana y crecer en una vida más acorde con el evangelio mediante la lectura creyente de los textos bíblicos fundamentales sobre la historia de la salvación. Cientos de cristianos leen cotidianamente la Biblia en grupo en la diócesis de Santander. CONCLUSIÓN Hemos hablado de la pastoral, de lo que debemos hacer, de cómo debemos programar, de todo lo que queda pendiente por realizar... A lo mejor nos queda la sensación de un cierto agobio, o sentimiento de culpa, o de responsabilidad desmedida. Para colocar las cosas en su sitio, quiero terminar con unas palabras de Enzo Bianchi dirigidas a los presbíteros pero que, por extensión y adaptándolas convenientemente, pueden aplicarse bien a todos los ministros de la Palabra. "Hay una expresión en el discurso de Pablo a los obispos-presbíteros de Éfeso que constituye una orientación fundamental de vida para vosotros. Pablo, saludando a aquellos colaboradores suyos en el ministerio, les dice: «Os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia» (Hch 20,32). En su testamento apostólico, Pablo no confía la Palabra a los ministros, sino que confía los ministros a la Palabra. [...] Antes de serles encomendada a ellos la Palabra, son ellos encomendados a la Palabra; antes de ser portadores de la Palabra, son ellos mismos entregados a la palabra de Dios. Muy queridos míos, no lo olvidéis nunca: vosotros podréis llevar la Palabra a los demás sólo si sois llevados por la Palabra." (Enzo Bianchi, A los presbíteros. Sígueme, 2005) |
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