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domingo, 5 de octubre de 2014

Comentarios a las lecturas del DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. 5 DE OCTUBRE DE DE 2014

Comentarios a las lecturas del DOMINGO  XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO
5 DE OCTUBRE DE DE 2014
¿QUÉ PARTE DE RESPONSABILIDAD TENGO YO EN LAS COSAS QUE OCURREN A MÍ ALREDEDOR?
Tanto el profeta Isaías como  el salmo y el evangelio de Mateo utilizan la imagen de la viña para resaltar la relación de Dios con su pueblo (Israel –judios- y cristianos –Iglesia-). La viña era la casa de Israel. Yahvé la plantó, arregló y preparó con todo esmero para que diera fruto. Derrochó en ella todo su amor. Sólo esperaba de ella una cosa: que diera uvas, el fruto de la vid.
En lugar de uvas, la viña sólo dio agrazones. Israel devolvió a Dios desprecio y rebeldía a cambio del inmenso amor que había recibido. Como tú y como yo hemos pagado con indiferencia la ternura infinita del Señor. Y en lugar de frutos de santidad, hemos dado hojas y ramas secas. "¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no haya hecho? ¿Por qué esperando que diera uvas, dio agrazones? Pues ahora os diré lo que voy a hacer con mi viña: Quitaré su valla para que sirva de pasto, derruiré su tapia para que la pisoteen...".
En el pacto de la Alianza en el Sinaí quedó claro el compromiso de ambas partes: "vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios". El Señor fue fiel, pero el pueblo olvidó su juramento. Dios sólo deseaba que diera frutos de amor, por su propio bien, por su propia felicidad. A pesar de todo, envió a sus mensajeros los profetas (los criados de la parábola) para recordárselo, pero no sólo no les escucharon sino que les apedrearon o les mataron. ¿Qué más podía hacer por su viña que no haya hecho? Lo impensable: envió a su propio hijo. Pero los labradores acabaron con su vida para quedarse con la viña.
La segunda lectura de San Pablo incide en tres aspectos para nuestra vida cotidiana como personas llamadas a trabajar en la viña del Señor:
1.- Desde la confianza en Dios nos viene tranquilidad y Paz, Dios obra en quienes se fían de Ël: “Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
2.-La viña es el mundo, San Pablo nos apremia a tener en cuenta aspectos de nuestro entorno“…todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.”
3.- Vivir nuestra Fe con lo que hemos recibido: “ Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.”
El Evangelio nos presenta la respuesta de Dios a nuestra infidelidad. El Señor jamás da nada ni a nadie por perdido. Y nos envía a su propio Hijo Jesucristo, “la piedra angular” (Evang.). Si queremos dar fruto tenemos que estar injertados en Cristo y converitirlo en el centro y fundamento de nuestra vida. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Si permanecéis en mi, daréis fruto”.
Jesús propuso esta parábola a sus paisanos para que entendieran que Dios les pedía los frutos de su fe y de su vida religiosa; frutos que en la mayoría de ocasiones no existían. Sería muy fácil pensar que esta parábola va dirigida solamente a los contemporáneos de Jesús. Pero... ¿Y tú? ¿Y yo? ¿Damos frutos de santidad? ¿Nuestra vida va en coherencia con la fe?
¿Has escuchado la llamada que Dios te hace a trabajar en la viña?,
 ¿te has preguntado alguna vez cuál es la parcela de la viña de la que te encarga el Señor?
¿Con qué actitudes estás trabajando en la viña del Señor?.

1 comentario:

  1. Recuerdo unas palabras del obispo brasileño Hélder Cámara, gran testigo de fe, de amor a la Iglesia y de fidelidad a Jesucristo: «si ayudo a los pobres, me llaman bueno; si miro de saber y de atacar las causas de la pobreza, me llaman comunista». Éste es uno de los muchos aspectos en los que algunos -en vez de convertirse- querrían domesticar el Evangelio para que no saliera de unos márgenes establecidos y políticamente correctos. No obstante, a pesar de todo, el Espíritu Santo continuará hablando por la voz y el testimonio de los profetas, hombres y mujeres incómodos para muchos, que harán del Evangelio una realidad siempre viva.

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