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domingo, 18 de febrero de 2018

Comentario a las lecturas I Domingo de Cuaresma 18 de febrero de 2018


"Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados  sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla  (1 Cor 10, 15)
Hoy hay  una relación muy bien entretejida, entre los textos litúrgicos para enseñarnos la ayuda de Dios en nuestro caminar terrenal.
Durante los 5 domingos de Cuaresma, la primera lectura presenta las diferentes etapas
de la historia de la salvación, que en este ciclo B se centran en el tema "alianza". Hoy leemos la alianza que Dios hizo con Noé después del diluvio.
En las lecturas de hoy constatamos como la convocatoria de Cuaresma es un pregón positivo y a la vez comprometedor. Camino e itinerario de Pascua, hacia la renovación total, como Noé y sobre todo como Cristo. Camino de lucha y de opción, de reiniciación de vida nueva porque "ha llegado la hora". Es más una convocatoria a Pascua que a Cuaresma.
Este mismo camino y acontecimiento es el que celebramos sacramentalmente en nuestra Eucaristía: memorial de Cristo que a través de su Muerte llega y nos lleva a la Nueva Vida. Y si se ha seguido el filón de la Alianza, nuestra Eucaristía es participación -bajo el signo del Vino/Sangre de Cristo- en su Nueva Alianza sellada en la Cruz.

En la primera lectura del libro del Génesis (Gen, 9, 8-15). En estos vv. Dios establece con la humanidad una alianza que regule las relaciones entre criatura y creador (vv. 8-17). El arco es la garantía visible de dicho pacto. Los dobles de este pasaje (2x se da la promesa del pacto: vv.9/11; dos veces se indica la señal del mismo: vv. 12/17...) indican la existencia de dos versiones de un mismo hecho.
Por primera vez en la Biblia suena la palabra Alianza. Las diversas Alianzas con Noé, Abrahán y Moisés, cada uno con signo diverso, marcan la sucesión de las épocas del mundo en su relación con Dios. Pero por oposición a las otras dos, esta alianza no se hace con un individuo o con un pueblo sino con todos los seres vivientes (hombres y animales: cf. Os 2. 20; Is 11. 5 ss.; 65. 25) y regula las relaciones entre ellos.
Además es una alianza unilateral, para nada depende del actuar humano (el arco iris no es obra humana como lo es el cumplir el sábado...). No es una alianza cultica, sino ética. En virtud de esta alianza, el Señor promete no enviar otro diluvio: "el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra" (v. 11; cf. 8. 20-22).
Este triunfo del Dios creador sobre las fuerzas caóticas se celebraba cada año en los pueblos orientales en la fiesta del Año Nuevo. Este teCristo afirma que no debe temerse ninguna batalla anual, ya que la alianza es el triunfo de la vida sobre el caos y sus fuerzas. El arco (en sí es un término guerrero puesto en manos del Señor, ya no se usará para la guerra sino que Dios lo cuelga de las nubes con fines pacíficos. El arco iris, formado por los rayos del sol que atraviesan la bóveda celeste durante la lluvia, anuncia a los hombres el fin de la tormenta o la borrasca (símbolo de la ira divina) y la reaparición del sol (imagen de la misericordia de Dios). Todo esto son signos simbólicos del pacto de paz por parte de Dios de cara a toda la creación viviente.
En el futuro, la misericordia divina prevalecerá sobre su justicia en sus relaciones con la humanidad. Así la historia del hombre puede continuar.
El destinatario directo de esta promesa de alianza es el pueblo bíblico en el destierro. La catástrofe significa sacudida de fundamentos, hasta el grado de sentir como inestable el mismo orden cósmico y humano. El exilio es un diluvio que lo ha arrasado todo. El teólogo-pastor reafirma en nombre de Dios la estabilidad del mundo, la continuidad de la vida, el sometimiento del caos, para los que son justos como el justo Noé. Es a la humanidad como Noé a quien se hace la promesa. Los destinatarios entienden qué significa alianza: ámbito de paz, de vida, de salvación de Dios. A los hijos de la fidelidad de Noé no les perturban los diluvios que puedan sobrevenir, pues para ellos es el signo de la paz el que da la justa perspectiva.
A pesar de esa inmediata intención pastoral, el pacto sitúa esta alianza más allá de la sinaítica y de la abrahamítica, para deshacer todo particularismo en el propósito de salvación de Dios. Se sale del reducto particular de salvación e incluye la humanidad entera y hasta el cosmos. Es promesa de salvación para quienes no pertenecen a una historia particular de salvación. El Dios creador y salvador está en todas las historias humanas de elección y aun fuera de ella. La ley sencilla de esa alianza universal es el respeto a la vida del otro como a la propia, por cuanto el otro es para el yo la imagen viva de Dios.


El salmo responsorial Salmo  24 (24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9), de hoy resume la realidad de la misericordia divina anunciada ya en la primera lectura.
Así repetimos en la estrofa: "tus sendas, señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza"
Nos encontramos ante un salmo que respira una ferviente piedad personal. Y ante una oración más bien curiosa. En realidad el procedimiento adoptado para su composición es el llamado alfabético. Es decir, que el autor para componer el salmo sigue la sucesión de las letras del alfabeto. El primer versículo corresponde a la primera letra. Y así sucesivamente..., respetando rigurosamente el orden.
Este método para un israelita era un buen método. También el alfabeto es un don de Dios. Por eso es usado para alabar a Yahvé: incluso en la sucesión de las letras. En cierto sentido es restituido al Señor, elaborado por la inteligencia humana, lo que él le ha regalado. Además no hemos de olvidar otro aspecto religioso del alfabetismo: alabar a Dios con las mismas letras con que ha sido escrita la ley.
Todo el salmo oscila entre dos polos: lo que ha hecho o lo que hace el Señor, y lo que ha hecho o hace el salmista.
Dios es presentado como el que indica el camino justo a seguir:
Hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
(v. 9).
Incluso quien se ha equivocado no es abandonado a sí mismo:
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores
(v. 8).
El salmista en su oración se hace atrevido. Llega a sugerir al Señor lo que debe olvidar.
No te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud
(v. 7).
Y también lo que debe recordar:
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas
(v. 6).
Y si te quieres acordar de mí no te pares en mis imbecilidades:
Acuérdate de mí con misericordia (v. 7).
En otras palabras, recuerda cuánto amor, cuánta paciencia y cuántos sufrimientos te he costado.
En definitiva, el autor de esta oración elige el caer en la emboscada de la misericordia
"Recuerda, Señor, que tu ternura  y tu misericordia son eternas;  acuérdate de mí con misericordia,  por tu bondad, Señor."
Soy un pecador, soy un miserable, pero me he agarrado a un cable que a pesar de todo no he soltado: «en ti confío» (v. 2), «tú eres mi Dios y mi salvador» (v. 5). Mi esperanza no será defraudada (v. 2); el haberme agarrado con todas las fuerzas a esa cuerda no habrá sido en vano. Y asi suplica al Señor:
Señor, enséñame tas caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame...
(v. 4- 5).

San Pedro en su Primera Carta (1 Pd 3, 18-22), Este teCristo es un esquemático símbolo de fe (cfr. I Cor. 15, 3ss): Cristo sufre, recibe vida por el Espíritu, proclama la victoria, llega al cielo y está sentado a la derecha de Dios. A este sucinto símbolo, Pedro añade, probablemente basado en la apocalíptica judía tardía, un largo relato que no debemos interpretar en su literalidad y que rellena el hueco de espacio comprendido entre la muerte y la resurrección del Señor.
v. 18b: Jesucristo era hombre y por eso lo mataron; pero en él habitaba la plenitud del Espíritu que da la vida y por eso resucitó (Rm 1. 4).
vv.19-20: Este versículo es, sin duda uno de los más oscuros de todo el NT; pero sea lo que fuere de su interpretación exacta, parece cierto que aquí se afirma la eficacia salvadora universal de la muerte y la resurrección de Cristo; que éste es el verdadero sentido del "descenso a los infiernos" (cf. Rm 10. 7; Ef 4. 8-10). Muriendo por los pecadores, Jesús desciende hasta el corazón del mundo, hasta las raíces, y lo renueva todo desde los cimientos. Así Cristo se constituye como un nuevo principio universal que beneficia incluso a los que ya fueron y a los que serán.
En este fragmento cristológico hay expresiones enigmáticas y referencias oscuras: la predicación a «los espíritus encarcelados que antiguamente fueron rebeldes» (19-20). Pero es claro lo que el autor quiere subrayar: incluso la muerte ha quedado sometida al Cristo glorificado. En frase de Melitón de Sardes, «yo he destruido la muerte y he triunfado del enemigo, he pisoteado al hades, he atado al fuerte y he hecho al hombre llegar a lo alto del cielo». El dominio de Cristo sobre la muerte es uno de los motivos centrales y más importantes del NT. El autor enlaza íntimamente la destrucción del poder de la muerte con el bautismo.
vv. 21-22: La mirada retrospectiva hasta los días de Noé para mostrarnos de alguna manera la extensión universal de la gracia de Cristo, le sirve al autor de pretexto para hablarnos del bautismo cristiano; pues de la misma manera que Noé fue salvado de la muerte, emergiendo con su arca sobre las aguas, así somos nosotros salvados por el bautismo, en el que nacemos a la nueva vida. El bautismo es el símbolo eficaz que nos enrola en la muerte y resurrección de Cristo. Por esta participación en la muerte de Cristo somos recreados, regenerados y adquirimos una conciencia pura. Lo cual no sucede sin la fe, sin la interpelación a Dios.

En Evangelio de hoy de San Marcos (Mc 1, 12- 15 ).El relato nos situa unos meses más tarde del bautismo en el Jordan, al comenzar el verano del año 28 y después de ser apresado Juan Bautista, comienza la predicación de Jesús en Galilea. Y así, reducido al silencio el último de los profetas, Jesús, que es la misma Palabra, se alza en medio del pueblo anunciando la Buena Noticia.
 En el texto San Marcos construye el relato de las tentaciones de Jesús en torno a tres elementos, que sitúa uno al lado del otro sin una vinculación aparente: el Espíritu "empuja" a Jesús al desierto; Jesús permanece cuarenta días en el desierto tentado por Satanás; vivía entre los animales salvajes y los ángeles le servían.
Fijémonos en las escenas del texto:
La escena inicial en los vv. 12-13 está en estrecha relación con la anterior en la que Jesús ve rasgarse el cielo y al Espíritu descender sobre Él. Es este Espíritu el que ahora toma la iniciativa impulsando a Jesús al desierto. Aquí y durante cuarenta días Jesús es tentado, convive con animales salvajes y es servido por ángeles. En el relato de hoy la tentación no se produce al final de la estancia en el desierto, sino que se extiende a lo largo de toda ella.
La escena siguiente en los vv. 14-15 se desarrolla en Galilea después del arresto de Juan. Aquí el sujeto de la acción es Jesús lanzando a los cuatro vientos "la Buena Noticia de Dios". La primera parte del v. 15 especifica en qué consiste esa buena noticia: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios" La segunda parte del c. 15 formula las actitudes a adoptar de cara a la Buena Noticia: cambiar la mentalidad-comportamiento y dar crédito a la Buena Noticia.
En este texto hay un contraste muy marcado: Jesús durante estos cuarenta días es tentado por Satanás; pero vive pacíficamente entre alimañas y servido por los ángeles. Es posible que se refleje aquí, antes de comenzar la vida pública, aquella situación originaria del éxodo, en el que, durante cuarenta años, Israel fue sometido a todas las tentaciones y a la vez fue objeto de los beneficios de Dios.
Por otra parte, la pacificación de las fieras viene a ser el restablecimiento de un orden paradisíaco (Gn 2. 19s). Además, el servicio de los ángeles significa el trato familiar que mantiene con el Padre el que ha sido llamado y es en verdad su "Hijo amado". Todo ello indica que va a comenzar una nueva creación y que en Jesús va a ponerse en marcha el nuevo pueblo de Dios.

Para nuestra vida
Las lecturas de hoy inciden en el tema de la Alianza. La Alianza de Dios con Noé, indica que la vida recomienza después del descalabro del diluvio. Y recomienza con la promesa de Dios que se hace cargo personalmente del hombre y de la creación entera: "El pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive...". Son unas buenas palabras estimulantes, al comenzar este tiempo: en toda realidad está la marca de la vida de Dios, el amor de Dios. Y, con este convencimiento, vale la pena caminar por su camino, como dice el salmo. Y tiene profundo sentido valorar la vida, la humana y la de toda realidad creada, si ya tiene sentido por sí misma; mucho más tendrá si la vemos como vida de Dios.
Y esa vida que valoramos, nos lleva a valorar la nueva vida en Jesucristo (2a.lectura): la vida que recomienza surgiendo del agua del diluvio es signo de la vida nueva que renace del agua del bautismo. La Pascua será celebrar que nuestra débil pero tan querida vida ha sido potenciada hasta el infinito.
El leccionario bíblico de este primer domingo subraya dos aspectos de la misma realidad, el bautismo y la conversión, es decir, la acción salvífica y gratuita de Dios y la respuesta humana. Por eso el diluvio ha sido interpretado litúrgicamente como el gran bautismo de la humanidad, que fue recreada para establecer con Dios una nueva alianza.
La Cuaresma es diluvio y es desierto. Diluvio que ahoga el pecado y mueve a construir el arca de salvación que permite ver el arco iris de la esperanza y es signo de que Dios está en paz con nosotros. Es desierto por la espiritualidad de despojo que se nos transmite, pues vivimos de paso hacia la tierra prometida, que es el cielo.
La conversión es el gran mensaje cuaresmal. Convertirse es mucho más que hacer penitencia o lograr privaciones momentáneas. La conversión verdadera es síntesis de toda la experiencia cristiana, explosión gozosa del deseo de Dios y cambio radical de los deseos egoístas del corazón.

Vemos como ya en la primera lectura  aparece la voluntad bondadosa de Dios, de hacer un pacto con la humanidad en la persona de Noé: este pacto no está condicionado a la respuesta del hombre, sino que se basa única y exclusivamente en el amor y la misericordia de Dios. "Dijo Dios a Noé y a sus hijos: yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes".
Después del diluvio, Dios promete a Noé un pacto, una Alianza: no volverá a haber otro diluvio que devaste la tierra. En esta voluntad divina de la Alianza, vemos como la misericordia de Dios es más grande que el pecado del hombre. Esto debe de llenarnos de agradecimiento a Dios y debe animarnos a serle fieles, movidos más por su amor, que por el miedo a sus castigos. Lo mismo que la misericordia de Dios para con nosotros se basa únicamente en su amor incondicional a nosotros, así nosotros debemos responder con fidelidad al amor de Dios. Las normas morales que se basan únicamente en el miedo al castigo, aunque sea pedagógicamente, no son, teológicamente, las más fieles a la realidad narrada en los textos bíblicos.

La segunda lectura nos recuerda que llegada la plenitud de los tiempos, se obró un gran prodigio en favor de la humanidad. Esta lectura es una profesión de fe en el Cristo Pascual. Se trata de un himno en el que se halla incluida la alusión al diluvio y al bautismo. El himno lo forman las frases que hablan de cómo Cristo ha muerto y ha descendido a la profundidad de la muerte, pero es devuelto a la vida, ha resucitado y está a la derecha de Dios. Cristo Resucitado, como prototipo de la salvación, auténtico Cabeza de la nueva humanidad, tras el juicio de Dios sobre el pecado que tuvo lugar en la Cruz. La Resurrección es la nueva creación. Entre las estrofas de este himno se intercala la alusión al diluvio en tiempos de Noé (conectando así con la primera lectura) y su carácter tipológico respecto al bautismo cristiano. Lo que el diluvio decía típicamente (pecado, juicio, salvación, nueva humanidad), se ha realizado eminentemente en Cristo (que asume el pecado, es llevado a la muerte pero luego resucita), y lo participamos nosotros a partir del Bautismo (también aquí: pecado, participación en la victoria de la Cruz, nueva vida en Cristo).
 Se nos recuerda que la salvación no fue pura quimera, fue una realidad al alcance de todos y cualquiera, gracias a la obra de Jesús.  Él Hijo de Dios , trae la salvación universal  a todos. Muchos esperaban la salvación desde los tiempos de Noé y hasta antes. La Palabra de Dios sigue viva y eficaz. En este inicio del tiempo de Cuaresma, la Palabra ha de llevarnos a una conversión más profunda, a un sentirse impregnados, por el mensaje, de salvación que nos anuncia y proclama la Palabra.

El evangelio nos presenta a Jesús tentado en el desierto. Fijémonos en las primeras palabras: "El Espíritu empujó a Jesús". Jesús es nuestro modelo: esta Cuaresma y la vida entera son un desierto, una travesía; nosotros somos probados, pero tenemos a disposición el alimento celestial. ¿Nos dejamos conducir por el Espíritu, como él?. El desierto, en la vida de cualquier persona, es un camino inherente a la condición y naturaleza humana. Hablar de desierto en el camino de la vida cristiana es hablar de momentos difíciles por los que tendremos que pasar. Pueden ser dificultades físicas, en forma de enfermedad, o dificultades psicológicas y espirituales, en forma de crisis interiores y tentaciones, o problemas sociales, en forma de dificultades económicas, relaciones laborales o familiares. Todos los santos y todas las grandes personas tuvieron que pasar por desiertos interiores o exteriores, antes de llegar a ser lo que fueron.
También Cristo, como hemos visto  hoy en este relato de san Marcos, tuvo que pasar por el desierto, antes de comenzar su vida pública. Y no lo hizo empujado por sus deseos más naturales, sino empujado por el Espíritu. El desierto fue para Jesús un lugar de privaciones materiales y de tentaciones espirituales, el desierto es lugar de prueba y de fortalecimiento. También todos nosotros deberemos aceptar los momentos de desierto interior y exterior, si queremos caminar fuertes en nuestra vida.
En la Liturgia de las Horas hay un himno que nos habla del desierto de nuestro corazón. Nos puede servir de meditación.


" Hoy sé que mi vida es un desierto, en el que nunca nacerá una flor, vengo a pedirte, Cristo jardinero, por el desierto de mi corazón. 
Para que nunca la amargura sea en mi vida más fuerte que el amor, pon, Señor, una fuente de alegría en el desierto de mi corazón.
Para que nunca ahoguen los fracasos mis ansias de seguir siempre tu voz, pon, Señor, una fuente de esperanza en el desierto de mi corazón.
Para que nunca busque recompensa al dar la mano o al pedir perdón, pon, Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón.  
Para que no busque a mí cuando te busco y no sea egoísta mi oración, pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi corazón. Amén ( Lunes II semana, laudes)  (Anónimo)


 Jesús, el protagonista, llevado al desierto por el Espíritu, es tentado por el maligno, en esos los míticos cuarenta días. Se dejó tentar, permitió que fuera atacado por los enemigos peores que el hombre tiene, aquellos que surgen de su mismo interior. El hambre que procede del estómago, era expresión de otras muchas tentaciones, más difíciles de superar. Vivía entre alimañas, servido por ángeles. Exactamente como nosotros nos sentimos rodeados, atacados, pero protegidos por el  favor de Dios que nos ayudara a superar las tentaciones. En los caminos de la vida Dios nos ofrece su ayuda, su colaboración.
El contenido del mensaje de Jesús se expresa programáticamente en estas palabras: Pasó el tiempo de la espera, se acerca el reinado de Dios; los que deseen participar de los bienes del reino, han de convertirse y creer la Buena Noticia.
El advenimiento del reinado de Dios pone al hombre ante la decisión, pues ha de cambiar de mente y de corazón; que esto es hacer penitencia. Sin embargo se trata de un anuncio gozoso, de una buena noticia. La respuesta del hombre ha de ser un cambio gozoso, una salida al encuentro de Dios, que viene en Jesucristo, a liberarnos.
El texto de hoy nos permite reflexionar en uno de los sentidos fundamentales de la Cuaresma: la conexión viva entre conversión y fe. Jesús anuncia la buena noticia de la liberación, tras haber superado y vencido las fuerzas del mal. Y el contenido de su mensaje se reduce a decir: "Convertíos y creed". Fe y conversión son dos realidades inseparables. Creer es convertirse; convertirse es creer. Sólo podemos creer si entablamos una lucha eficaz contra el mal. Sólo podemos luchar contra el mal si tenemos fe en la victoria.
El objeto de la fe es ver en Jesús al hombre según el plan de Dios (Marcos nos presenta a Jesús en el desierto conviviendo con alimañas y con ángeles, signo del hombre reconciliado con toda la naturaleza, conforme al sentido de la alianza cósmica de que habla la 1a.lectura); creer que en un momento de la historia, en un lugar determinado, ha existido un ser que ha combatido y vencido a las fuerzas del mal. Creer, pues, que cada miembro de la humanidad, de la cual Cristo es la cabeza, puede pasar por la brecha que él ha abierto y llegar a una vida superior. El objeto de la fe se refiere a esta buena noticia. Creer es reconocer en Jesús, no sólo al más poderoso de los hombres, sino aquel que tiene la misma fuerza que Dios y que por eso puede vencer con tanta seguridad, certeza y libertad.

Resumiendo  el contenido de las lecturas, nos percatamos de que estamos llamados a  iniciar este tiempo de Cuaresma , percatándonos de que el mal y la tentación están cerca de nosotros. En este domingo se nos sitúa ante nuestra responsabilidad en las tentaciones de la vida. La tentación está ahí, acecha a todo ser humano. Lo malo no es ser tentado, Jesús también lo fue, lo malo es caer en la tentación. Está nuestra capacidad de elegir: de consentir o de vencer. El evangelio de Marcos en este primer domingo de Cuaresma nos presenta este lado profundo y real  del mal. Pero también presenta a otras realidades que nos ayudaran a buscar y vivir en el bien: El Espíritu, Jesús, Dios y su proyecto. Toda vida humana pasará la prueba de la tentación. La tentación es la posibilidad, siempre presente, de abrirle las puertas a fuerzas que se oponen al proyecto fraterno de Dios. El seductor es el que me aparta de mí mismo. Una gran tentación es eludir nuestras responsabilidades y así vernos libres del trabajo que comporta una vida entregada a la misión que Jesús nos encomienda. Sin embargo, en nosotros hay una llamada a dejarnos guiar por el Espíritu, a optar por Dios como compañero de camino, nunca para manipularlo y servirnos de Él, sino para que se realice el destino de vivir en libertad, pese al “poder de las tinieblas”. No olvidemos que el actor principal de la tentación es ya un ser vencido por la muerte y resurrección de Cristo. tendrá sus artimañas pero es ya un derrotado.
La Cuaresma es un tiempo de conversión y por ello es un tiempo privilegiado para la oración. La oración es esencial para entender y comprender la voluntad de Dios. Y si no la entendemos ni la comprendemos es porque, muchas veces, no valoramos los desiertos de la oración, el silencio, la reflexión o la lectura asidua de la Palabra de Dios.
Que el Señor nos ilumine en este tiempo de camino a la Pascua:
a) Ante la tentación del materialismo, el saber defender el “ser” antes que el “tener”. Cuántos hermanos nuestros viven en situaciones de dificultades y de desencanto porque no han sabido medir ni controlar su avaricia
b) Ante el incentivo de la vanidad hay que adorar al Único que se lo merece: a Dios. La vanagloria, los aplausos y el engreimiento son fiebres que se pasan en cuatro días ¿Qué queda luego? Las secuelas de las grandes soledades.
c) Ante la incitación del poder, el dominio de uno mismo. El poder en la vida de un cristiano es el servir con generosidad y el ofrecer sin esperar nada a cambio.
En esta cuaresma se nos invita a dedicar tiempo a analizar nuestras tentaciones más frecuentes y nuestra actuación en  ellas.  Si vivimos en intimidad con el Señor Dios, Él  no permitiría que la tentación supere nuestras fuerzas, ni nuestra capacidad de evitarla. Y, sin embargo, caemos una y otra vez. La realidad es que cuando se analiza nuestra caída y la naturaleza del pecado cometido  vemos que a veces, demasiadas veces ha sido por imprudencia . Vamos directamente al engaño por falta de cuidado o reflexión.. La  realidad es que la tentación existe, que es persistente, si le dejamos sitio. Y la mejor forma de salir de ella es no dar pábulo a sus argumentos. Ahí lo de huir no es de cobardes, sino de perspicaces e inteligentes.
"Quien quiera servir a Dios  puede contar con tentaciones,  preparase contra ellas;   el mejor preparativo es armarse de fortaleza, para hacerles frente cuando vengan   (San Francisco de Sales)
El ocio y la pereza es origen de muchas tentaciones.la tentación nunca nos coge tan flacos como cuando estamos tan ociosos"...“No dejéis que se entretenga vuestro espíritu en pensamientos varios e inútiles; si se acostumbra a  éstos, luego pasará más allá, deteniéndose en los malos y nocivos”.(San Francisco de Sales).
Combates tendréis y no pequeños, porque nuestros enemigos son muchos y muy crueles, por tanto no os descuidéis; si no, luego sois perdidos. Si los que velan aún tienen trabajo en guardarse, qué pensáis será de los descuidados, sino ser todo vencidos”  (San Juan de Ávila)
Las tentaciones actúan en el hombre de tres maneras:
1º engañando el entendimiento con falsas ilusiones, por ejemplo: me salvaré aunque siga pecando, con esto seré feliz...
2º Debilitando nuestra voluntad, debilitándolo a base de caer continuamente en la comodidad, la negligencia, la fantasía, dejándome llevar por la pereza, etc.
3º instigando a los sentidos internos, principalmente la imaginación, ofreciendo imágenes sensuales, soberbias, odios, envidias etc.
La tentación sólo puede incitar a pecar, pero nunca nos puede obligar a pecar, porque la voluntad permanece dueña de la libertad. También contamos con la ayuda de Dios, su presencia, su Palabra, la gracia divina. La tentación es pecado, no cuando la sentimos, sino cuando voluntariamente la consentimos.
Pero estamos ya inmersos en la historia de Salvación divina.
San Juan de Ávila nos advierte: "el hombre que se cree a sí mismo no ha menester demonio que lo tiente, que él es demonio para sí."
 Esto es verdad, , pero también es verdad que detrás de cada tentación, directa o indirectamente, está el demonio. 
El oficio del demonio es tentar, llevar a los hombres a pecar. 
El demonio empieza con una sugestión o mera representación del mal y después sigue con  complacencia deliberada  y consentimiento de la libertad.
Las tentaciones se vencen con la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, la oración, la mortificación de los sentidos, la abnegación del entendimiento y de la voluntad, la huida de las ocasiones de pecado y, sobre todo, con la oración. 
Santa Teresa nos advierte:"Son tantas veces las que estos malditos demonios me atormentan,
y tan poco el miedo que ya los he,
con ver que no pueden menear si el Señor no les da licencia…
Sepan que cada vez se nos da poco de ellos quedan con menos fuerza y el alma muy más señora…
Porque no son nada sus fuerzas si no ven almas rendidas a ellos y cobardes que aquí muestran ellos su poder” (Santa Teresa de Jesús)

TeCristos del Catecismo de la iglesia Católica para el Primer domingo de Cuaresma
CEC 394, 538-540, 2119: la tentación de Jesús
CEC 2846-2949: "No nos dejes caer en la tentación"
CEC 56-58, 71: la Alianza con Noé
CEC 845, 1094, 1219: el Arca de Noé prefigura la Iglesia y el Bautismo
 CEC 1116, 1129, 1222: Alianza y sacramentos (especialmente el Bautismo)
CEC 1257, 1811: Dios nos salva por medio del Bautismo

Rafael Pla Calatayud.
rafael@sacravirginitas.org

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