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sábado, 31 de enero de 2015

Comentarios a las lecturas del IV Domingo del T O. 1 de febrero de 2015

 El 2 de febrero se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, coincidiendo con la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo, a los cuarenta días de su nacimiento. Jornada para orar por la fidelidad de los que se han consagrado de manera especial al Señor, y también para pedirle que no Web de la Asociación publica de fieles: "Ad virginitatem sacram promovendam"
falten en la Iglesia personas que sean signo profético de los valores que no acaban, especialmente del Amor de Dios. Esta fecha es significativa para nodotros, ya que en el año 2005 el Arzobispo de Valencia D. Agustin Garcia-Gasco, erigio canonicamente nuestra Asociación publica de fieles "Ad virginitatem sacram promovendam".
Entremos en las enseñanzas de las lecturas de este domingo.
En el fragmento del  libro del Deuteronomio que se nos proclama hoy  (Deuteronomio, 18, 15-20), Moisés anuncia al pueblo que el Señor suscitará un profeta, haciendo caso a la petición del pueblo en la asamblea del Horeb. "Suscitaré un profeta de entre tus hermanos, como tú". El Señor le dice a Moisés que va a suscitar un nuevo profeta que dirá en cada momento lo que él, el Señor, le mande. En él escucharán la voz de Dios. El profeta transmitirá la Palabra de Dios, es un intermediario entre Dios y los hombres. El profeta no hablará por sí mismo, el propio Yahvé pondrá las palabras en sus labios. Hay en el texto una doble advertencia: en primer lugar contra aquellos que no quieren escuchar a los auténticos profetas, en segundo lugar contra los falsos profetas que se anuncian a sí mismos, o que "dicen palabras que yo no les he mandado". Clara alusión ésta a aquellos que se autoproclaman profetas y engañan al pueblo, señalando que la salvación está en la alianza con Egipto o Babilonia, El profeta verdadero anuncia y denuncia, con el riesgo de no ser escuchado e incluso estará expuesto a la persecución, cuando avisa que la auténtica salvación viene de la conversión del corazón. Hoy día, vivimos inundados de palabras.
 El peligro, ahora como en tiempo de Moisés, es extraviarnos y hablar en nombre de dioses extranjeros, es decir, en nombre de nuestros egoísmos particulares, de nuestros intereses meramente políticos o económicos, de nuestras ambiciones personales, en lugar de hablar siempre en nombre de Jesús y de su evangelio, en nombre de Dios.
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Hermosa la antífona del Salmo de hoy (Salmo 94),  "OJALÁ ESCUCHÉIS HOY LA VOZ DEL SEÑOR; NO ENDUREZCÁIS VUESTRO CORAZÓN".
Invitaciones y deseos, se mezclan en el salmo.
"Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos en su presencia dándole gracias,
aclamándole con cantos.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. -
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras".

En la segunda lectura ( Primera carta de San Pablo s los corintios7, 32-35 ), San Pablo no drñsls normas generales, ni preceptos de obligado cumplimiento. En la mente del Apóstol, y en la de la mayoría de los de su tiempo, había anidado la convicción de que el fin del mundo estaba muy próximo. " Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones". San Pablo habla del celibato opcional y se lo recomienda encarecidamente a los cristianos de la comunidad de Corinto. Dejando a un lado las razones coyunturales y expectativas inmediatas en la Parusía que, en aquel momento, tenía san Pablo para hablar así, parece claro que el celibato opcional que recomienda san Pablo tiene sus ventajas para todo aquel que se sienta llamado al sacerdocio, o a cualquier otra vocación que le permita dedicarse plenamente, en cuerpo y alma, al servicio de Dios.
Los cristianos de hoy sabemos que Dios llama igualmente a la santidad a todas las personas, sean célibes o sean casadas, pero no hay duda que el celibato, como dice aquí san Pablo, tiene sus ventajas, en cuanto a tiempos y ocupaciones, para ser más libres para poder servir, a tiempo completo al Reino de Dios.

En el evangelio (Marcos, 1, 21-28  ) se nos presenta una nueva escena de la vida de Jesús. Tras el arresto de Juan y la elección y envío de los primeros apóstoles, Jesús llega a Cafarnaúm,  al otro lado del lago, lugar donde a lo largo de su vida pública curaría al paralítico, al siervo del centurión y a la suegra de Pedro. Cafarnaúm fue "su pueblo" durante el ministerio en Galilea; hoy todavía se conservan allí restos de la casa de Pedro donde sin duda estuvo Jesús muchas veces. Decide acudir el sábado a la sinagoga "a enseñar Noticia.
"Se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad… ". Se muestra que Jesús era un maestro atípico.
El domingo pasado veíamos como, al contrario de lo que hacían los maestros de la ley, es Él quien escoge a sus discípulos entre la gente sencilla. Habla con autoridad, porque confirma con sus hechos lo que pronuncian sus labios. Coherencia de vida es lo que debemos ofrecer los cristianos si queremos ser auténticos testigos de la Buena Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen. Que no basta decir “Señor, Señor”, para entrar en el reino de los cielos, decía el Cristo. Pues, por lo que leemos en este texto evangélico, según san Marcos, las personas que oían hablar a Jesús se quedaban admiradas, porque lo que Jesús decía se cumplía. Los escribas del tiempo de Jesús hablaban muy bien, pero las gentes no les creían, porque las palabras de los escribas no se hacían realidad, eran palabras vacías, que no llevaban, como el pájaro, su grano. Predicaban, pero no daban trigo; su predicación eran sólo palabras y palabras.
Algo de esto le pasa hoy a nuestra Iglesia, en muchos lugares del mundo. Nos escuchan, a veces con agrado, pero no nos siguen, porque hablamos como los escribas, sin autoridad. Hablamos contra los demonios actuales, contra el consumismo, contra la corrupción, contra el ídolo del dinero, contra el egoísmo desenfrenado, contra la terrible desigualdad entre ricos y pobres; pero, más de una vez, los que así hablamos somos consumidores obsesivos, egoístas inmisericordes, amantes de lo superfluo, corruptos en nuestros pequeños negocios y contratos, adoradores del dinero. Demasiadas veces hablamos bien, como los escribas, pero no hablamos con autoridad, como Jesús.
Jesús tiene que hacer frente a un espíritu inmundo, que grita "¿qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?" Son las fuerzas del mal, las fuerzas oscuras que hay dentro de nosotros las que se oponen al mensaje liberador de Jesús. "¿Has venido a acabar con nosotros?". Palabras duras que podían ser pronunciadas por aquellos fariseos y escribas que viven aferrados a los privilegios de la ley y el poder.
San Marcos nos presenta la victoria de Jesús. Pero hace falta que nosotros estemos dispuestos a colaborar con Él en esta lucha. Es un combate que se desarrolla primero en nuestro propio interior cuando las fuerzas oscuras nos acosan, nos envuelven, nos ciegan y hasta nos derriban. Pero hemos de levantarnos, Dios está a nuestro favor, lucha con nosotros. El mal será vencido ( esta ya vencido por la muerte y Resurrección de Cristo), en nuestro interior. El Señor ha dejado en su Iglesia medios para vencer el mal. Siempre es una bendición celebrar el sacramento de la Reconciliación.

Sintetizando  el mensaje de las lecturas tenemos en primer lugar la relación entre el profeta anunciado por Moisés y Jesús. Aunque no parece que en la primera lectura  se esté refiriendo directamente al Mesías, los cristianos, se lo hemos aplicado frecuentemente a Jesús. Porque Jesús de Nazaret, el Mesías prometido, vino al mundo a decirnos la Palabra definitiva del Padre, vino al mundo no a hacer su voluntad, sino la voluntad del que le envió. Las palabras de Jesús son para nosotros la verdad y Jesús mismo es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Nuestra misión, como discípulos de Jesús, es escuchar las palabras de nuestro Maestro y hacer de ellas nuestro verdadero y único programa de vida. Podremos, y deberemos, tener que hacer muchas cosas en nuestra vida, pero todo lo que hagamos debemos hacerlo en nombre de Jesús y para cumplir la voluntad de nuestro Padre Dios. y además hacerlo con una coherencia clara de palabra y obras, para que nuestra palabra tenga autoridad.
Tenemos en segundo lugar que el Evangelio y la segunda lectura nos plantean dos temas difíciles para los no creyentes o, incluso, para los que creemos. En la sinagoga de Cafarnaúm los demonios reconocen a Jesús y lo interrogan. Él los expulsa. Para salir, agitan al poseído, prueba palpable que estaban dentro de él. Pablo habla del celibato. Y –parece—sitúa en un segundo plano al matrimonio.
Hoy se da también una tendencia a no aceptar la existencia del Demonio. Asimismo es muy difícil su representación. Pero el comportamiento de algunos hombres -( asesinatos, crueldad, soberbia irredenta, insolidaridad criminal, ...),  nos aproximan a la idea de la posesión y de la existencia de un mal sobrehumano.
Los creyentes no podemos olvidar que ángeles y demonios aparecen  en la Escritura de forma bastante cotidiana. En los últimos tiempos hemos asistido a una revalorización de los ángeles, en libros, películas, etc. Con el demonio hay otra  vivencia diferente. Por un lado se incrementan los seguidores de este poder. Es decir, hay más sectas satánicas, o, simplemente, hay, cada vez, más adoradores de la parafernalia demoníaca. Y a su vez, hay cada día más gente cercana a la religión --y, por supuesto a la católica—que niega la existencia del demonio.
Al negar la realidad del diablo le damos una especia de tapadera para que actúe con más impunidad. Es verdad que de las grandes realidades espirituales nos convence la fe. Esa es nuestra limitación y servidumbre como hombres que somos. Pero también es cierto que tenemos muchas veces aproximaciones al hecho espiritual que no son simples casualidades o alucinaciones. Como creyentes hemos  sentido la cercanía de Dios en muchas situaciones de la vida. Y aunque suele ser normal , habremos intuido en nuestro interior, la cercanía de otra fuerza que nos separa del camino que descubrimos como el camino que Dios nos señala.
La mentira, el engaño, el autoengaño, una inesperada distorsión de la realidad, la imprevista justificación de lo injustificable, son los síntomas del demonio está cerca.
Hay adoradores del demonio, que lo son y lo viven como vivencia  contra Dios. Son estos los que  colocan en un mismo plano de poder a Dios y al demonio. Y esto sí es un gran error. Dios tiene más autoridad que cualquier cosa del mundo. El mismo demonio es un derrotado por la muerte y Resurrección de Cristo. Es lo que hoy nos relata el Evangelio.
Lo esencial de la enseñanza en este domingo es la autoridad con la que Jesús de Nazaret enseña y revela el poder que tiene. La cuestión de los demonios es una más dentro de esa suprema autoridad que le da su condición divina.
En cuanto a las recomendaciones de Pablo de Tarso a favor del celibato pues también hay que entenderlo dentro del contexto en que se produce la redacción de la Primera Carta a los Corintios. San Pablo esperaba entonces la muy cercana segunda llegada del Señor –la Parusía—y así recomienda el no cambiar, cuanto todo parece más próximo. De todos modos, la doctrina del celibato eclesial está basado en ese principio de mayor atención a las cosas de Dios y que la Iglesia mantiene. Dentro de ella hay además una apuesta nupcial de los consagrados. Jesús es el Esposo y el enamoramiento de Jesús llena –y ha llenado- muchas vidas.

Rafael Pla Calatayud.

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