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sábado, 6 de septiembre de 2014

"Si tu hermano peca, repréndelo a solas..." XXIII Domingo del Tiempo Ordinario 7 de septiembre de 2014

"Si tu hermano peca, repréndelo a solas..."

Cada domingo nos reunimos en el nombre del Señor. Somos su Pueblo. Somos los hermanos convocados por Él. Y Él está en medio de nosotros, sirve a la Mesa y nos reparte el Pan, que es su Cuerpo. Su amor le lleva a entregarse completamente por todos y cada uno de nosotros, sus hijos. Y eso lo vemos aquí, en la Eucaristía. Somos la comunidad de los hermanos que se reúnen y reconocen la presencia de Dios en esta asamblea. Pero también somos los hermanos necesitados de perdón y conversión, porque no estamos exentos del pecado. Y sobre esto, leía dos definiciones sobre conversión y pecado que van muy unidas al sentir de la Palabra de Dios de hoy.
La Palabra de Dios de este domingo nos propone hasta cinco temas de reflexión: la corrección fraterna, el amor al prójimo como resumen de todos los mandamientos, la facultad de perdonar los pecados, la eficacia de la oración en común y la presencia del Señor en medio de la comunidad.
El Evangelio nos invita a la corrección fraterna. Hoy no está de moda la corrección fraterna; en otros tiempos sí. Antiguamente los padres corregían a sus hijos, los maestros a sus discípulos, los curas a sus feligreses y, en general, los considerados socialmente superiores tenían derecho a corregir a sus inferiores. Hoy, en parte, ya no es así. ¿Por qué? Seguramente, que por muchas razones que yo ahora no sabría enumerar. Quizá porque todos hemos crecido mucho en autonomía personal y, en parte también, porque hoy día la gente no quiere complicarse la vida corrigiendo a los demás.
Simplificando mucho, la corrección fraterna es hoy tan importante como antes. Lo que debe cambiar, para bien, es la forma y maneras de hacer la corrección fraterna. Lo de “tienes que hacer esto porque lo digo yo que soy tu padre, o tu maestro, o tu superior” ya no vale. Hoy, más que nunca, la corrección fraterna sólo será valiosa si la persona corregida ve la corrección como expresión del amor de la persona que corrige. No te corrijo porque soy tu padre, o tu maestro, o tu superior, sino porque te amo y vivo preocupado por ti y de ti. También el talante y el clima de la corrección deben cambiar: la corrección debe estar acompañada y envuelta en un clima de sencillez, de cariño y, sobre todo, de humildad. En cualquier caso, debemos reconocer que muchas veces la corrección fraterna es difícil de realizar y algunas veces hasta im
Quedémonos  con estas palabras del evangelio de hoy. "Si tu hermano peca, repréndelo a solas...", estas palabras reflejan el mensaje salvador de Cristo que nos recuerda que el hombre no puede desentenderse de su prójimo. Considera que todos somos hermanos y que nadie puede pensar tan sólo en sí mismo. Los pecados ajenos no pueden dejarnos tranquilos, lo mismo que no podemos eludir las necesidades ajenas, si está en nuestras manos el aliviarlas. Por eso cuando alguien obra mal, tenemos la obligación de corregirle, de advertirle de su error. Y eso hecho por amor y con amor, buscando el bien del prójimo y no nuestra propia satisfacción o vanagloria. Ha de ser una corrección de hermano a hermano, a solas y con prudencia, sin humillar en lo más mínimo. Con el deseo sincero de levantar a quien ha caído, persuadidos de que también nosotros podemos caer.



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