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domingo, 6 de enero de 2013

La Epifania. 6 de enero 2013.

EL EVANGELIO DE HOY Domingo 06 Enero 2013 *Solemnidad de la Epifanía del Señor* ** *Libro de Isaías 60,1-6.* ¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones caminarán a tu luz y los reyes, al esplendor de tu aurora. Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón, porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y pregonarán las alabanzas del Señor. *Evangelio según San Mateo 2,1-12. *Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo" . Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. "En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel" . Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje" . Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino. *El regalo de Yamil* Cuenta esta historia que cuando los Reyes Magos iban siguiendo la estrella que los conduciría hasta el Niño Jesús, que sería el gran Rey de Reyes; sus cansados camellos coincidieron en su camino por el desierto. Al ponerse a dialogar supieron que los tres llevaban el mismo destino. Tiempo después encontraron una pequeña aldea, donde decidieron detenerse para poder descansar. La mujer que los hospedó, se dio cuenta de que eran personas de importancia y por lo mismo supuso que llevarían tesoros y riquezas. Esperó que se durmieran y alcanzó a tomar una bolsa de cuero que contenía monedas de oro. La tentación la dominó, pues pensó en su pobre hijo Yamil, que sólo podía caminar con muletas y que estaba muy desnutrido. Antes del descanso, los Magos les habían contado por qué viajaban y cuál era su destino. Les dijeron que una estrella los guiaría para ir a conocer y adorar al Hijo de Dios. Que hacían todo ese recorrido para llevarle presentes como un reconocimiento. A la mañana siguiente, cuando Melchor despertó, descubrió el robo del oro y sabiendo bien quién lo había tomado, dijo a la mujer: “Espero que haya sido por intentar ayudar a tu pequeño hijo, por eso yo te perdono, pero no olvides que Yamil más que oro, necesita de todo tu amor y buen ejemplo”. La mujer llena de vergüenza, regresó lo robado y pidió perdón. Por su parte, Yamil, apenado también y sintiendo en su corazón un gran amor por el Niño de Belén, les dijo a los Magos: “Yo no tengo riquezas ni nada que darle, sólo tengo mis muletas, que como un favor muy especial quiero que se las lleven al sagrado Niño”. *Cuando Yamil les dio las muletas a los Magos, se dio cuenta de que en aquél momento se podía sostener y también caminar y emocionado y agradecido se puso de rodillas diciendo: “Gracias bendito Niño de Belén, siento que tu gran amor me ha curado”* Los Magos prosiguieron su camino, convencidos cada vez más de que Aquél a quien iban a ver, era en verdad el Hijo del Altísimo. Adaptación: Lety Sánchez/Lirio

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