La escucha de la Palabra nos lleva a un encuentro vital con Cristo - Palabra hecha carne-. En nuestras reflexiones seguimos básicamente la antigua y siempre válida tradición de la ·Lectio divina", la cual nos permite encontrar en el texto bíblico la palabra viva que interpela, orienta y modela la existencia. Nos alimentarnos de la Palabra para ser «servidores de la Palabra» en el compromiso de la evangelización e Iconos de la Misericordia de Dios en lo cotidiano de la vida.
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domingo, 23 de septiembre de 2012
Actitud de servicio,
"Cuando se fueron de allí, pasaron por Galilea. Pero Jesús no quiso que nadie lo supiera, porque estaba enseñando a sus discípulos. Les decía:
– El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; pero tres días después resucitará.
Ellos no entendían estas palabras, pero tenían miedo de hacerle preguntas.
Llegaron a la ciudad de Cafarnaún. Estando ya en casa, Jesús les preguntó:
– ¿Qué veníais discutiendo por el camino?
Pero se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre cuál de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:
– El que quiera ser el primero, deberá ser el último de todos y servir a todos.
Luego puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo:
– El que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no sólo me recibe a mí, sino también a aquel que me envió."
Este Evangelio nos muestra a Jesús intentando explicar a sus apóstoles lo que le iba a ocurrir. Ellos no le entendían y tenían miedo de preguntarle. ¿De qué tenían miedo? Pues, de conocer la verdad. Niegan lo que parecían intuir y se dedican a hablar no de dificultades, sino de poder. Discuten quién de ellos es el más importante...
Nosotros seguimos teniendo miedo. ¿A que tenemos miedo? A la cruz. Seguimos creyendo que el Reino de Dios es como los reinos de este mundo. Un reino de poder y de dominio.
Jesús, hoy, como hizo ayer, tomaría un niño, quizá una mujer. Un pobre o un enfermo. Alguien del tercer mundo o del cuarto. En todo caso, la persona más despreciada por nuestra sociedad. La pondría en medio de nosotros y nos diría: esa es la cruz con la que me habéis de seguir: Aceptadlo, ayudadlo, amadlo...porque este soy Yo. Si queréis que el Reino de Dios sea el primero, colocaos vosotros los últimos. No busquéis el poder y el dominio. Haceos servidores de todos...
Es esto lo que nos da miedo...
Sólo unos pocos, aquellos que saben descubrirlo a su lado, las auténticas personas de oración; aquellos que están convencidos de que su ayuda no les faltará nunca, son los valientes, son sus auténticos seguidores.
¿Cuándo dejaremos los demás de tener miedo?
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